La Unidad Piquetera protagonizó otra jornada nacional de lucha que contó con cortes de ruta, movilizaciones y acampes en las principales ciudades del país. El plan de lucha fue masivo y... Ver más
Desocupados - Acampe: una nueva jornada masiva
Durante los días 10 y 11 de agosto la Unidad Piquetera protagonizó una jornada de lucha nacional que golpeó al nuevo armado del gobierno y puso en agenda los reclamos más inmediatos de los trabajadores más pobres de la Argentina. Esta medida contó con acampes en varias provincias y cortes de ruta. Destacó el acampe en Plaza de Mayo con miles de compañeros y compañeras que desbordaron la plaza y calles aledañas.
Durante la jornada de lucha se reclamó un refuerzo para todos los trabajadores que reciben ingresos por debajo de la canasta de la pobreza ($111.000), así como también el aumento del salario mínimo, vital y móvil por arriba de este umbral. Dichos reclamos fueron llevados hasta el ministerio de Economía, donde los referentes de la UP fueron recibidos por funcionarios de segundo orden. Con respuesta negativa a todos los planteos, en este encuentro quedaron claras las intenciones del “superministro” Massa de aplicar un plan económico a la medida de los grandes empresarios, multinacionales y banqueros. Ni bono, ni recomposición salarial acorde a la inflación. Sólo medidas que favorecen a los especuladores, como lo fue el último canje de deuda en pesos que redundó en beneficio de los bonistas y mayor endeudamiento del país.
Como parte de la jornada de lucha en Buenos Aires, mientras se desarrollaba la permanencia en la plaza, se movilizó también al Ministerio de Desarrollo Social para exigir una reunión con el ministro Zabaleta. Este ministerio viene llevando adelante un ajuste en políticas de asistencia, recortando la mercadería que llega a los comedores y dando de baja planes. Al mismo tiempo, están frenados los proyectos productivos que el mismo Zabaleta promocionó en todos los canales de televisión, mostrando máquinas que no llegan a los barrios.
Por otro lado, en consonancia con la campaña de estigmatización que impulsan gobierno, oposición, medios y jueces, desde Desarrollo quieren realizar una auditoría a todos los beneficiarios del Potenciar Trabajo, que a poco de andar ya mostró las intenciones políticas de sus impulsores, a diferencia de lo anunciado de que las universidades iban a tomar la tarea. En Tucumán, en la localidad de Alderetes, la misma municipalidad que es Unidad de Gestión y cuenta con beneficiarios de planes se autoauditó, provocando un repudio generalizado que culminó con la anulación de dicho proceso. En Quilmes sucedió algo similar con una autoauditoría de los punteros con resultado similar. La crisis de gobierno y la falta de unidad por arriba son la principal razón para que este tipo de iniciativas sean de corto alcance y no logren hacer mella en la organización y movilización de los de abajo que aparece siempre con posibilidades de desborde. Dichas auditorías, así como el pase de planes bajo control de los intendentes, pueden desencadenar en conflictos zonales muy importantes debido a la torpeza y la improvisación en los manejos, así como por la incertidumbre que generan anuncios difusos y el temor a perder el único ingreso fijo de las familias.
A fuerza de piquete y haciendo sentir el calor de la bronca de miles de compañeros se consiguieron compromisos de reunión con el ministro y otras áreas. Y también se desarticularon los intentos represivos del gobierno de Ciudad y nacional.
Una gran apuesta
Ya son varias las movilizaciones en las que la Unidad Piquetera despliega con toda su contundencia la capacidad de movilización del movimiento de desocupados combativo, generando hechos políticos que obligan a todo el arco político a tomar posición. Esto significó ataques de todo tipo, estigmatizando a los compañeros, calumniando a los referentes y persiguiendo a las organizaciones. En este marco se buscó instalar algo que no es una novedad: el debate acerca del alcance de las medidas de lucha, traducidas en “convivencia en el espacio público” y cosas por el estilo. Esto llevó, por ejemplo, a repetidas provocaciones de la policía de la CABA hacia el desarrollo de las manifestaciones.
El tema del acampe fue sensible. El oficialismo nacional no quería una foto de carpas en el centro del poder político; en cuanto al oficialismo porteño, si bien tiene el margen de tirar la pelota para el lado de nación, el tema tampoco le es agradable. La posibilidad de acampar en la Plaza de Mayo había sido deslizada por la Unidad Piquetera, y desde los gobiernos se había recibido tal posibilidad como un límite. Quedaba por
delante hacer la experiencia y ver qué juego movía cada uno de los involucrados.
En ese sentido, la jornada del 10 fue un desafío del que los piqueteros salieron victoriosos. Más allá de alguna provocación policial menor, el gobierno nacional tuvo que dejar hacer y el de la Ciudad ni siquiera osó asomarse. Y por el mismo precio, hubo una movilización a Desarrollo Social que incluyó quema de cubiertas.
En la medida en que las respuestas sigan sin llegar, es una obligación de la militancia popular discutir cómo canalizar toda esa potencia del movimiento piquetero, que debe ser aprovechada en proyectos que, en la búsqueda de la unidad con los ocupados, pongan en la agenda una intervención rebelde para derrotar el plan de ajuste en curso.
Víctor Pucará
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