La inflación de marzo publicada por el INDEC dio la cifra de 7,7%. En el primer trimestre lleva un acumulado de 21,7%, y la variación interanual es de 104,3%. Otra vez los alimentos estuvieron por... Ver más
Editorial - Vamos por el voto en blanco, voto nulo o no voto
1.- Elecciones: a defender lo indefendible
Arrancó una campaña electoral que se va a desarrollar en un marco de creciente sufrimiento para nuestro pueblo. El dato más duro es el de la pobreza. A la medición del INDEC para el segundo semestre del año pasado, según la cual alcanzó el 42%, se suma la proyección de la UCA de que este año podría cerrar en un 45%. Los números empeoran si nos vamos a la franja joven de la población, en donde llega casi al 50%, y aumentan más si vamos a niñas y niños. Una tragedia que se extiende por el “granero del mundo”.
El avance de la inflación explica bastante de esto. En julio fue de 3%, y con un acumulado en estos seis meses de 29,1%, superó la cifra presupuestada por el oficialismo para todo el 2021. Aun quienes rebalsan de optimismo, proyectan para fin de año un número no menor al 45%.
La pobreza no es un fenómeno que golpee solo entre los desocupados. Con distintas realidades según los rubros, es una amenaza o una realidad también entre familias que trabajan. Hace tiempo ya que los precios van por ascensor y los ingresos populares por escalera. Son pocos los gremios que pudieron negociar acuerdos paritarios que le corran más o menos de cerca a la inflación. Los aumentos en cuotas van licuando el salario y hacia fin de año los laburantes vuelven a perder. Ello, sumado a la devaluación constante, hace que el salario real actual sea el más bajo en los últimos 18 años.
Si la pandemia trajo penuria económica, la prioridad puesta en los compromisos con los acreedores externos no mejoró la situación. Para verlo en números: el gobierno de Fernández había presupuestado para este año un déficit primario del 4,2% del PBI, cuando el del año anterior había sido del 6,5%. Pero el ministro Guzmán puso empeño por superarse, y en el primer semestre el déficit primario fue del 0,5% del PBI. ¿Adónde fue a parar el fruto de ese ajuste? Hay datos del mes pasado que nos brindan alguna pista. Durante julio se fueron alrededor de USD 750 millones entre pagos a bonistas, a organismos multilaterales y a países como China que prestaron para obras de energía. Ahí va a parar lo que se le retacea al pueblo.
Pero la negociación madre es con el FMI. Se anota un poroto el gobierno al recibir los USD 4.300 millones de los derechos especiales de giro. Su utilización para cancelar intereses funciona como una renegociación de hecho que despeja el panorama macroeconómico por algunos meses. Por supuesto, quedó en el olvido aquella idea promovida por el kirchnerismo de enviar un proyecto de ley para destinar ese dinero a las necesidades internas: a la hora de la verdad, no sacan los pies del plato.
Diferida la negociación con el Fondo y con la vacunación acelerándose un poco, el gobierno ofrece un aumento módico al salario mínimo y un bono a los jubilados; sumando algún anuncio de incentivos por sector, pretende configurar un cuadro optimista de cara a las PASO. Apenas una aspirina para la enfermedad, a esta altura terminal, que sufre nuestro capitalismo monopólico y dependiente, cuya lenta y prolongada agonía se expresa en la mitad del país sumergido en la pobreza.
2.- Todos juntos, pero hasta ahí nomás
La campaña del FdT apunta, según sus propios integrantes, a “regenerar confianza en el actual gobierno”. Para arañar un objetivo que les queda inmenso, hacia afuera muestran como principal valor la unidad que les permitió derrotar al macrismo. Pero las internas son cada vez más fuertes y menos disimulables.
El “postulado ético” del presidente, según el cual quienes fueran candidatos debían renunciar a sus cargos ejecutivos, se llevó puesto a dos miembros del gabinete nacional. Rossi dejó Defensa para ir a una interna que seguramente va a perder contra el candidato de Perotti en Santa Fe. Más resonante es la renuncia de Arroyo a Desarrollo Social, ministerio que viene hace años en el ojo de la tormenta. Arroyo piloteó sin éxito entre las exigencias ajustadoras de Guzmán y la presión de un movimiento de desocupados que hay que contener para que no estalle. En ese intento, la aplicación de la Tarjeta Alimentar fue criticada con dureza hasta por los propios aliados de los movimientos oficialistas, quienes a su vez quedaron relegados en el armado de las listas. Desarrollo Social fue ocupado por Zavaleta, hombre de los intendentes del Conurbano bonaerense que se alinean con Alberto y le quieren poner un freno a la incidencia del kirchnerismo. El albertismo corona su performance en la rosca poniendo al frente de la lista de Provincia de Buenos Aires a Tolosa Paz. Se trata de movimientos de fichas que deberían encender las alarmas de quienes quieren ver en el FdT un “proyecto en disputa”.
No le va mucho mejor a su principal rival en la oposición. Con el ex presidente oportunamente alejado un tiempo del país, algunos en JxC imaginan una suerte de “macrismo sin Macri”, presentándose como alternativa al peronismo pero tratando de dejar en el pasado el desastre que fue su gobierno, del que pasaron menos de dos años. Así las cosas, a la disputa dentro del PRO entre Larreta y Bullrcih se suma el desplante del radicalismo que pretende ponerse en valor dentro de la alianza. En la interna de CABA el triunfo del armado que encabeza Vidal es previsible, pero no se pudo evitar la presentación de otras dos listas. Más picada viene la disputa en PBA, donde un triunfo radical obligaría a barajar y dar de nuevo.
Más allá de que los matices existen, la miseria de estas disputas resulta en una dispersión evidente en las principales listas que compiten en la elección: esto es un reflejo en la política de la profundidad que tiene la crisis en curso. Lo que se debate realmente es cómo gestionar la tierra arrasada que será la post pandemia. De los citados, nadie tiene un proyecto de largo plazo, así como tampoco tienen intenciones de avanzar en verdaderas medidas de bienestar popular ni de soberanía.
3.- Qué pasa por abajo
El mar de fondo de la pelea por arriba es el ánimo caldeado por abajo. Aun con las dificultades propias del contexto la lucha por mejoras se abre paso. Con el peso de la pandemia sobre sus espaldas, los trabajadores de la salud vienen de protagonizar una nueva jornada de lucha por su salario y sus condiciones laborales. Para la semana que viene, el recién asumido ministro Zavaleta será blanco de una movida del Frente de Lucha piquetero que reclamará por incumplimientos.
El gobierno tuvo un cascoteo de “fuego amigo” con la movilización de San Cayetano, protagonizada por CTEP, CCC, Evita y demás movimientos oficialistas. Los convocantes hicieron explícito su apoyo a Fernández, pero por abajo lanzaron sus dardos: la base de todos los barrios la pasa mal, voten a quien voten. El principal planteo fue la implementación de un salario universal, medida que busca garantizar un ingreso en medio de la malaria existente. Más allá de si es la mejor salida para desocupados e informales, es más pertinente discutir si la mejora para este sector de la población puede venir de la mano de chuparle las medias a la CGT, cuya dirigencia no muestra la menor intención de avanzar hacia la unidad de los trabajadores. Orientación que se da en el marco de esperar mejoras del actual gobierno, lo cual es prenderle la vela al santo equivocado. Para muestra está el lugar que ocupan los movimientos en las listas -están casi afuera-, lo cual también motivó la demostración realizada.
Pero no todo se desenvuelve con tan buenos modales. La movilización de las organizaciones sociales y piqueteras del 5 de agosto en Lomas de Zamora buscó ir un poco más allá en las medidas de lucha, apostando a la toma del Municipio y enfrentando valientemente la represión del intendente Insaurralde. Acierto de las agrupaciones convocantes -entre las que estuvo la CUBa-MTR-, que trazaron una maqueta de aquello que le saca el sueño a las clases dominantes: que la intervención popular desborde.
4.- Voto en blanco, voto nulo o no voto
Las listas que se disputan la elección representan intereses contrarios al bienestar popular y la soberanía nacional. Lo que verdaderamente preocupa por abajo son las condiciones de vida, la pobreza, la pérdida de los ingresos frente a la inflación, el hambre, la falta de vivienda, el saqueo de los recursos. Luchamos para que la pelea por estos y otros puntos vaya de la mano con la discusión sobre cómo intervenir en la situación política por un camino rebelde. Si no pasa eso, discutimos si con tal o cual candidato estamos un poco mejor o peor: ese es el sentido de estas elecciones.
No vamos a avalar esta estafa infame, no nos interesa participar para dar testimonio en un escenario que nos dejó afuera antes de arrancar. Esto no significa subestimar la batalla política que representan las elecciones. Por el contrario, las encaramos planteando lo que verdaderamente hay que discutir: cómo erradicar la pobreza, cómo terminar con la entrega y el saqueo, cómo ponerle freno a la voracidad de los buitres internacionales y de los monopolios locales que viven a costa del esfuerzo popular. Y lo más importante: cómo construir la fuerza social que conquiste mejoras en base a imponer la suspensión del pago de la deuda externa, la nacionalización de la banca, del comercio exterior y los recursos estratégicos. Esto se construye en la pelea popular, denunciando de lleno al régimen político y sus personeros. Por este camino, que es el que transitan los pueblos de Latinoamérica movilizados, hay que avanzar para ponerle fin a esta realidad de miseria. En esa dirección, en estas elecciones vamos por el voto en blanco, nulo o no voto, que apuntale la pelea política hacia una salida de rebelión popular.
Agustín Damaso
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