Editorial - Gobierno y oposición, circo sin pan

Domingo, 18. Julio 2021
Editorial - Gobierno y oposición, circo sin pan

9 de Julio: qué festejan

Algo más de una semana pasó de un nuevo aniversario de nuestra Independencia. A lo largo de estos 205 años, aquello de ser libres “de toda dominación extranjera” nunca fue más allá de lo formal. Efectivamente, quedó atrás el tiempo de la colonia, pero la actualidad nos encuentra atados económicamente a los intereses de las potencias que se disputan nuestros recursos. 

En todos estos años hubo proyectos que trataron de elaborar alternativas de soberanía, que quedaron a mitad de camino. De aquel peronismo que alguna vez se presentó antagónico de los yanquis -Braden o Perón- a este PJ, el abismo es inmenso. El actual gobierno de Fernández no vino a cambiar ese estado de cosas. El arreglo para pagarle al FMI va a llegar más temprano que tarde, luego de que las partes acordaran de hecho que hay que esperar los tiempos electorales. Esa vocación de pago se ve ratificada en el ya consumado acuerdo con el Club de París. En el tema de la mal llamada Hidrovía, patearon la pelota para adelante por un año, pero sin anular el decreto 949/20 que volverá a dejar en manos de multinacionales la principal vía navegable del país. De hecho, mientras Fernández encabezaba el acto en Tucumán, la policía reprimió la manifestación impulsada por el Foro por la Soberanía que reclamaba por este tema. Nada mejor para graficar dónde está parado cada uno dos siglos después de aquel 9 de Julio.

En su discurso, Fernández se refirió a la denuncia del canciller boliviano según la cual el macrismo, en retirada del gobierno, le envió armas -municiones antidisturbio más precisamente- a la dictadura de Áñez. Días después, la ministra Frederic formalizó una demanda penal contra Macri, Patricia Bullrich y otros ex funcionarios. El hecho es gravísimo, y más allá de la posibilidad de comprobarlo judicialmente, las explicaciones del ex embajador en Bolivia y del resto de los implicados directos son por lo menos poco convincentes. El tema es qué se hace con eso. Dejemos de lado la tentación de caer en anacronismos tales como recordar cómo castigaban los patriotas conductas parecidas, o de correr el arco con preguntas del tipo de para qué se usan las municiones antidisturbio en nuestro país -y vaya si las usaron ese día en Tucumán-. Vamos a las coordenadas actuales y veamos qué pasó con Macri a nivel de su responsabilidad con el endeudamiento que nos legó, sobradamente probado su carácter fraudulento y criminal. La convivencia con estos grados de impunidad está lejos, lejísimos de cualquier conducta mínimamente patriótica.

Por más que Fernández diga que tiene como modelos a San Martín, Güemes y Belgrano, definitivamente su proyecto no tiene nada que ver con el de los líderes de la Independencia. Hoy, en la era del capitalismo en su fase imperialista, la continuidad de ese proyecto está en la clase trabajadora protagonista de los Cordobazos: es su intervención la que hay que afirmar para avanzar en las tareas inconclusas de la liberación nacional y social. 

Números que no cierran

“La campaña de vacunación es más importante que la campaña electoral”, dijo Cafiero en su informe ante los diputados. Con la vacunación desarrollándose a mayor ritmo, el Jefe de Gabinete trata de barrer bajo la alfombra una gestión de la pandemia que ya traspasó los 100.000 muertos, expuso a la enfermedad al pueblo trabajador y exprimió más allá de lo posible a los trabajadores de la salud, para beneplácito de las grandes empresas. Y de paso, le baja el precio a las elecciones de medio tiempo.

Tiene razones para ello. El gobierno encara el debate electoral con un año y medio de malas noticias a cuestas. Sin subestimar el peso de la situación sanitaria y de la herencia macrista, lo cierto es que, con casi medio mandato recorrido, la mitad de los hogares tiene ingresos por debajo de la canasta básica, es decir que son pobres. Mala performance para pretender ratificar electoralmente. Y si bien se trata de elecciones en las que se renovarán parcialmente distintas cámaras, ya se juega con la vista puesta en la sucesión de 2023. 

Esto obliga al gobierno a producir un vuelco para llegar mejor parado. En esa dirección fue la convocatoria al Consejo del Salario en la que se decidió adelantar las cuotas de aumento del salario mínimo, acortando a septiembre el plazo inicial que terminaba en febrero del año que viene: en dos meses el monto será de $29.160. Esta suba tendrá impacto en la ayuda social, el seguro de desempleo y las jubilaciones (además del anuncio del bono de $5.000 para quienes cobren hasta dos mínimas). Así y todo, una familia con dos integrantes que ganen el salario mínimo seguirá corriendo de atrás a la canasta básica, hoy arriba de los $60.000. Ni hablar de los informales (un tercio de quienes trabajan), los desocupados y los jubilados. Esto con el telón de fondo de una inflación que en el año no bajará del 40%. El gobierno quiere anunciar pan para hoy, pero lo que nos asegura es hambre -más hambre- para mañana.

Esta política cuenta con el aval de los jerarcas de la CGT. Que salgan a hablar de “mantener el valor del poder adquisitivo” o de “batalla contra la inflación” pinta toda su hipocresía. Los gremios con mayor peso podrán negociar paritarias por encima del 40%, como ya lo hicieron Bancarios y Camioneros. Pero más allá de la mejora sectorial, la lógica sigue siendo cuidar lo propio aprovechando la rosca hacia las elecciones. La salida de conjunto basada en la unidad de los trabajadores está ausente de su proyecto, además de que representan una de las principales trabas para alcanzarla. Apuntalar las experiencias antiburocráticas, que existen con mayor o menor volumen, va en dirección a resolver esta carencia para que los trabajadores vuelvan a ocupar un lugar de vanguardia en la lucha popular, como se corresponde con su historia y con la necesidad del presente.

Otra vez lo mismo

Así las cosas Juntos por el Cambio, que fue oficialismo hace menos de dos años, busca resolver sus debates domésticos para salir a posicionarse. Tarea ardua, ya que los “abanderados del diálogo” se sacan los ojos por las candidaturas como cualquier buen representante de la politiquería local. Todo el mundo invoca públicamente la unidad, porque todos saben que corre peligro.

Acordaron en Córdoba y en CABA pero todo indica que van a internas en Provincia de Buenos Aires y en Santa Fe. La UCR no quiere volver a jugar de convidado de piedra y presiona con candidatos propios. La Coalición Cívica también quiere meter bocado, y en Neuquén van con lista propia luego de acusar de “mezquindad y miopía” a sus ex aliados. Pero el plato fuerte es la interna del PRO. El “ala dura” de Bullrich no está logrando hacer valer en el armado de listas la iniciativa política que desplegó este tiempo, la cual se viene desinflando: la última protesta “del campo” ratificó que si hay que disputar la calle y las rutas el oficialismo corre con desventaja, lo cual acumula en el sentido de su proyecto, pero sin producir un vuelco. Poco quedó, más allá de la postal de una Bullrich literalmente disfrazada de gaucho. Por otra parte, Rodríguez Larreta piensa en su candidatura a futuro y pretende poner el pie en PBA a través de gente de su gestión. Así, el “ala dialoguista” de los amarillos está encabezada por un mandatario porteño que gobierna sin atender un solo reclamo popular en una ciudad con 47% de pobres, entre quienes no se cuentan los beneficiarios del fabuloso negocio inmobiliario que se despliega a sus anchas hace años.

Con estos problemas a cuestas, pero con el inflador propio de los grandes medios, se presentan como los salvadores frente al actual gobierno. Nada más desvergonzado de parte de quienes gobernaron el país hace muy poco y mostraron de qué están hechos, empeorando las condiciones de vida del pueblo y profundizando la entrega. Retocando un poco a una Vidal aporteñada para la ocasión y presentando otros candidatos no contaminados por la función pública, la campaña de JxC se va a centrar en cómo instala a sus individuos, porque de programa, propuestas o soluciones, no pueden hablar. Por las dudas, a nadie se le ocurre que el ex presidente pueda ser candidato a nada.

De la lucha popular a un cambio de fondo

Por abajo, la preocupación no pasa por las tramas electorales. Faltan algunos meses y a medida que corra el tiempo se van a acrecentar los esfuerzos por su instalación. Pero las primeras experiencias realizadas durante junio arrojan algunos datos que, si no prefiguran una tendencia, por lo menos plantean advertencias. Tanto en Jujuy como en Misiones ganaron los oficialismos, en elecciones cuidadosamente separadas de la disputa nacional. Más allá de esta ratificación, destaca en ambos casos la sensible baja en la participación respecto de la anterior legislativa en 2017. En Jujuy fue a votar el 65% del padrón (15% menos) y en Misiones lo hizo el 59% (18% menos). Seguramente incidió en esta conducta el haber estado transitando el pico de la pandemia. Pero a ello se suma que, de los votos emitidos, en ambos casos la suma de los blancos y nulos superó el 7%.

Por el tamaño de dichas provincias, se trata de elecciones con un peso menor en el escenario nacional, que se define en los distritos grandes, pero que dejan planteada la posibilidad de un rechazo al circo infame que montan oficialistas y opositores; será la militancia activa la que deberá luchar por transformar esa expresión de hastío en una política que alimente la movilización popular.

Movilización que no se detiene ni con las dificultades que plantea la pandemia. Según un informe de consultoras privadas replicado en medios nacionales, en lo que va de 2021 hubo 2.472 piquetes, 60% más que en el mismo período de 2020. Sin haber hecho un estudio detallado, quienes impulsamos la pelea lo sabemos. Todas las semanas los desocupados hacen demostraciones con centro en Desarrollo Social, muchas de ellas movidas nacionales. La semana que pasó el sector salud volvió a la carga en CABA con una jornada de paro y movilización. En todo el país se desarrollan múltiples conflictos en actividades en donde las patronales descargan la crisis sanitaria sobre los trabajadores, resaltando en el último tiempo las luchas de SAMEEP en Chaco y del Ingenio San Isidro en Salta. A ello se suman las movidas en defensa de los recursos y por el medio ambiente: en esta dirección, destacó la jornada del 8/9 de julio convocada por el Foro por la Soberanía, en la que se confluyó con otros espacios que se organizan contra la entrega de nuestro río Paraná. La postal que ofreció el AMBA en estos días, con los cortes de puentes, vías  de tren, rutas y calles del centro de la ciudad, suceden a escasos dos años de asumido el actual gobierno. Si las direcciones políticas que se reparten el poder solo se esmeran por presentar los mejores candidatos, por fuera de la hecatombe socio productiva que se profundiza, entonces no están entendiendo nada sobre la perspectiva de rebeliones populares en ciernes, aquí y en la región. Menos aún sobre la superficialidad del régimen político, cuyo reciclado se descompone paralelamente con la crisis inalterable del capital monopólico.   

La preocupación inmediata está puesta en las condiciones de vida, y el debate de fondo es cómo encarar las reformas estructurales que permitan alcanzar el bienestar del pueblo trabajador. No estará presente en la discusión por arriba cómo terminar con la entrega y el saqueo, cómo ponerle freno a la voracidad de los buitres internacionales y de los monopolios locales que viven a costa del esfuerzo popular. Desde la pelea por abajo debe instalarse el debate acerca de la necesidad de suspender el pago de la deuda externa, de nacionalizar la banca, el comercio exterior y los recursos estratégicos, como programa básico para unificar a los sectores genuinamente antiimperialistas, patrióticos y democráticos, en la construcción de un proyecto que vaya por la disputa del poder. Cuestión que no se va a resolver en el marco de estas elecciones en donde siempre ganan los mismos, sino que va a cobrar forma al calor de la construcción revolucionaria. 

Agustín Damaso

Domingo, Julio 18, 2021 - 19:15

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