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Luego de largas semanas de rosqueo, compra de votos, cambios de timón en el gabinete y de una muy importante demostración de rechazo callejero durante su tratamiento en Senadores, la semana pasada el gobierno de Milei logró la aprobación de la Ley Bases. La iniciativa, que había sido presentada -y rechazada- en febrero, es la primera ley que el Congreso le aprueba a un gobierno que asumió hace siete meses. El texto sufrió varias modificaciones fruto de la negociación con las fuerzas colaboracionistas: el PRO, la UCR y Consenso Federal de Pichetto, que pasaron el trance con sus rispideces internas. En las concesiones a estas fuerzas cobró notoriedad la figura de Francos, quien no solo fue el encargado de rosquear sino que también fue elevado a Jefe de Gabinete.
Lejos quedaron los meses en donde Milei soñaba conque el porcentaje de votos en el ballotage le iba a alcanzar para llevarse puesto a todo el mundo. Mientras el presidente sale de gira por Europa alimentando su autopercepción de “líder mundial de la libertad” -imagen que no es retribuida por ningún jefe de Estado-, en el país se quedan tratando de gobernar los dirigentes pragmáticos que buscan acuerdos para que el mandatario de los premios ignotos no choque la calesita.
Promediando junio, luego de la aprobación en el Senado, el gobierno sacó pecho: con un dato de inflación del 4,5% y acordada la continuidad del swap con China, cerraba una de sus mejores semanas desde que está al frente del Ejecutivo. Pero la sanata libertaria duró poco.
La economía sigue bajo los efectos de la bomba atómica recesiva que arrojó el gobierno. Crece la incertidumbre respecto de cuándo se va a revertir este cuadro; por fuera de los delirios oficiales, los más optimistas plantean que habría recuperación económica recién hacia el final del año, y que no sería un rebote en V. A los datos difundidos por la UCA hace un mes, según los cuales más de la mitad de la población se encuentra en la pobreza, se suman los números del Indec respecto al aumento del desempleo: 7,7% en el primer trimestre del año, es decir una suba de 2 puntos desde que gobierna LLA, que vienen a caballo de los despidos en el sector privado y en el Estado. Un tercio de los trabajadores ocupados son informales. Con la desocupación, la precarización y la pobreza en alza, se entiende por qué el gobierno pone tanto empeño en atacar al movimiento piquetero, buscando aislarlo del resto del pueblo.
Un gobierno de terror
El tratamiento en el Senado de la Ley Bases no pasó sin pena ni gloria. Una amplia manifestación de repudio se dio cita en la plaza del Congreso, además de haberse replicado en otros puntos del país. Es de señalar el rol jugado por un sector de la conducción de la CGT, con el moyanismo a la cabeza: si bien su participación en la protesta culminó luego de un acto pasado el mediodía, su presencia aportó tanto cuantitativa como cualitativamente a que la jornada escalara en tensión. La provocación policial, una marca registrada de la ministra Bullrich, fue correctamente enfrentada por sectores de la vanguardia organizada. Acá el problema no es la presencia, real o exagerada, de infiltrados de las fuerzas de seguridad. Lo que se pone en debate es la legítima respuesta violenta del pueblo frente a la violencia que ejercen las fuerzas del Estado. Señalar como “servicios”, “provocadores” o “lúmpenes” a quienes se le plantan a la policía es una conducta pusilánime que, además de que puede llevar a la acusación de compañeros, le pone un techo a la lucha de masas y a la experiencia de quienes se van sumando a la pelea. Discusión que debe ser paciente con las nuevas camadas de luchadores, pero implacable con las fuerzas políticas que sistemáticamente buscar aislar a quienes dan un paso al frente.
Inmediatamente luego de la cacería represiva, Bullrich y Milei salieron a hablar de “terrorismo” e “intento de golpe”. No hay que ser muy lúcido para ver la continuidad de estos argumentos con la actuación del fiscal Stornelli, que acusó de delitos políticos a los manifestantes detenidos. También resaltó por lo grotesco el traslado de los mismos a penales federales.
En lo inmediato, el gobierno busca limitar la protesta, amedrentando a quienes se están movilizando contra su plan de ajuste. Los detenidos al voleo, los apremios sufridos durante el cautiverio y las acusaciones grandilocuentes buscan instalar miedo. No hay que temerles. Su capacidad de daño es grande y va a ir en aumento en consonancia con la profundización de la crisis. Pero los que más asustados están son ellos. Ante la suba del riesgo país y la caída de los bonos argentinos, Milei arremetió contra “el intento desestabilizador y golpista de querer romper el equilibrio fiscal por parte de grupos de la oposición”, en referencia a un revés dentro del Congreso. La paranoia de ver golpistas en todas partes no es precisamente un signo de fortaleza.
Al mismo tiempo, Bullrich avanza en su sueño de una represión estrictamente política. En paralelo con estas detenciones, desfilaban por Tribunales los referentes del Polo Obrero al tiempo que se producen nuevos allanamientos a organizaciones. Pero el gobierno no tiene una espalda tan ancha como para sostener semejante aventura. En los días posteriores a las detenciones, la conferencia de prensa en el Serpaj, la reunión de organismos, familiares de detenidos y fuerzas políticas durante el fin de semana largo, y luego la concentración en Plaza de Mayo, configuraron una respuesta amplia y unitaria que le paró el carro a la bravuconada de Bullrich y Stornelli, forzando que la jueza Servini de Cubría liberara a la mayor parte de quienes seguían detenidos. Quedan aun cinco compañeros, entre quienes se destaca el caso de la compañera del MTR Votamos Luchar por el Cambio Social Daniela Calarco. El gobierno los usará de rehenes en esta situación política. La movilización popular tiene que darle forma a una campaña para que salgan cuanto antes y para que se cierren las causas contra todos los acusados.
Terminar con esto
En la previa al tratamiento de la Ley Bases, había destacado el triunfo de la docencia de Misiones. Aun con el abandono de la policía, que acordó un incremento salarial muy por debajo de sus pretensiones originales, maestras y maestros misioneros persistieron hasta conseguir una recomposición de alrededor del 80% del salario, además del compromiso de que no se tomen sanciones contra quienes participaron de las medidas. Esto fue logrado a fuerza de acampe, corte de ruta y asamblea, en una lucha que movilizó a distintos sectores de trabajadores de la provincia. Con este mojón se van a seguir desarrollando los conflictos obreros y populares en curso. Ninguna lucha es igual a otra, pero el camino está marcado: que sea esta la dirección que tome la pelea popular es una responsabilidad de la intervención de las fuerzas combativas.
A su vez el enfrentamiento a la Ley Bases y las posteriores detenciones volvió a poner sobre la mesa el problema de la confluencia. No se trata de un debate nuevo: ya estuvo planteado con las movilizaciones contra el DNU y la primera versión de la Ley Bases, en las marchas del 8M y del 24 de Marzo, en los paros generales y en la movilización universitaria. Poner por delante la “delimitación” implica dividir la pelea, desde una concepción de que la conciencia se construye por fuera de la experiencia concreta. Por el contrario, para derrotar el ajuste de Milei la confluencia debe ser amplia y los sectores combativos deben pelear por su dirección: acá es donde cobra jerarquía la consigna “Fuera Milei”.
La derrota del plan del gobierno es la tarea principal de los trabajadores y el pueblo y hacia este objetivo deben ir dirigidos los principales esfuerzos. Ello no quita que se le deba dar respuesta a la pregunta de qué proyecto oponerle a la barbarie que estamos viviendo. La elaboración práctica de la unidad antimonopólica, antiimperialista, patriótica y popular debe ser una tarea en la que las fuerzas revolucionarias cumplan un rol destacado, para plantear una verdadera alternativa de liberación en camino al socialismo, para lo cual es fundamental darle forma a la fuerza social que pueda darle impulso.
A días de un nuevo 9 de Julio el PRML renueva su empeño por transitar este camino, ratificando su herencia anclada en los revolucionarios de Mayo; de los fundadores del Partido Comunista Argentino y de la generación del ’60 y del ’70, hundiendo nuestras raíces en la formación de Vanguardia Comunista, de la cual nuestro partido hoy expresa su continuidad histórica.
Agustín Damaso
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