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“Vuelta a las aulas”: Organizarse contra un nuevo ataque a la docencia
“La presencialidad debe ser el ordenador”. Con estas palabras, el ministro de Educación Nicolás Trotta planteó cuál va a ser la prioridad de su cartera en este año. Se refiere a la tan mentada “vuelta a las aulas”, que el oficialismo nacional toma como eje al tiempo que va dejando atrás la prioridad en las medidas de cuidado.
La presión por la "presencialidad" es sumamente fuerte. Juntos por el Cambio fue su principal impulsor político a través de su gestión en la CABA, en donde implementó unas “burbujas” que no aportaron nada significativo desde lo pedagógico, pero en cambio sí propagaron los contagios; además, adelantó el receso de verano para comenzar las clases a mediados de febrero. Detrás de la banda macrista se siente el lobby del sector privado, que lanzó la iniciativa “a las aulas”, auspiciada por el Grupo Clarín, las cámaras de la educación privada y varias ONG empresariales.
El latiguillo de la “educación de los niños” esconde otros intereses menos nobles. Sin escuelas abiertas, las licencias por cuidado de hijos se multiplican exponencialmente, con el gasto que ello implica para el sector privado. Más de fondo, se agazapa también la flexibilización de la actividad docente, cuyo marco estatutario es blanco de ataques constantes. Si la virtualidad obligó a flexibilizar puntos tales como los horarios y recursos de trabajo, un sistema mixto promete una sobrecarga aun mayor.
La virtualidad aplicada el año pasado fue sumamente tediosa, no solo para los alumnos y sus familias, sino también para los docentes, que llevaron adelante su actividad en condiciones inéditas, haciéndose cargo de sus elementos de trabajo y flexibilizando los horarios. Todo ello se justificó en el contexto de pandemia, que de golpe parece haber desaparecido de la discusión. Justo cuando según el informe del Ministerio de Salud, los casos en enero están al mismo nivel que en octubre. Las prioridades respecto de los cuidados sanitarios cambiaron tan drásticamente, que los gobernadores quieren juntar al Consejo Federal de Educación para dar de baja el “semáforo epidemiológico” que ellos mismos resolvieron el año pasado.
La “vuelta a las aulas” reabre una grieta dentro del Frente de Todos. CTERA concentra su discurso de rechazo a la medida en la figura de Rodríguez Larreta, pero el blanco principal es el propio Trotta. Con sus declaraciones de los últimos días, Alberto Fernández se posicionó del lado de su ministro. De todas formas, las declaraciones ambiguas de los funcionarios, respecto de que “habrá que ver el contexto sanitario” o que “van a decidir los gobernadores”, buscan no cerrar del todo la discusión con el sindicalismo oficialista, que también se expresa con la misma vaguedad. Es de hacer notar, a su vez, que en este debate no aparece el problema del salario, luego de una paritaria nacional 2020 que puso el salario docente muy por debajo de la inflación.
La “presencialidad” abre una serie de problemas que no hay condiciones para resolver favorablemente en lo inmediato. La movilización de personas que significa abrir las escuelas incluye a alumnos, docentes, personal de maestranza, transporte, por solo citar lo elemental; es mucho mayor a cualquier otra actividad. La infraestructura escolar sigue siendo tan precaria como antes de la pandemia, es decir, que no hay condiciones para cumplir con los protocolos sanitarios, desde lo edilicio hasta los insumos de limpieza. La aplicación de un “sistema mixto”, presencial y virtual, redoblará esfuerzos que caerán sobre la docencia, sin que nadie hable de refuerzos salariales.
La exigencia de volver a las escuelas solo cuando haya vacuna para los docentes es el piso mínimo de la discusión, y dadas las condiciones actuales, amerita arrancar con un plan de lucha que plantee el no inicio. Pero a partir de allí se deben plantear los problemas de condiciones laborales, salariales y de infraestructura que deben ser parte del programa de la docencia para organizar los reclamos al gobierno nacional y los gobiernos de cada jurisdicción. Este es un planteo para arrancar el año con asambleas en las escuelas, buscando confluir con las familias en el cuidado de la salud, acumulando fuerzas para calentarle el piso a las conducciones burocráticas.
Facundo Palacios
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