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A las puertas de una recesión global - Estados Unidos rechina con la devaluación china
El pasado lunes 5 de agosto el gobierno chino impuso una devaluación del 1,2% a su moneda, el Yuan, generando pánico en todos los mercados cambiarios y de valores mundiales. Algo que en nuestro país contribuyó a precipitar la crisis agudizada tras las PASO.
Según distintos medios de prensa, la pérdida de valor de la moneda que pasó de 6,9996 a 7,0256 yuanes por dólar, fue la respuesta que China dio a los Estados Unidos luego de que éste país decidiera incrementar en un 10% los aranceles aduaneros a sus exportaciones. Luego, dicho supuesto quedó de alguna manera refrendado cuando China anunció la suspensión de las compras de productos agrícolas procedentes de los Estados Unidos, respondiendo así al cierre unilateral de las negociaciones por parte de Donald Trump, tendientes a poner fin a las diferencias entre ambos países.
La espiral de medidas proteccionistas de Estados Unidos significa que los aranceles estadounidenses pronto cubrirán prácticamente todo el comercio de bienes entre ambos países valuado en 300.000 millones de dólares.
Algunos analistas consideran que este escenario da pie a pensar que de la guerra comercial se estaría avanzando a la guerra monetaria y que ambos campos de batalla económica podrían estar prologando choques en el terreno político y militar. Teoría sustentada por la toma de rehenes por ambas partes, como la detención por parte de Canadá de la directora financiera de la compañía de celulares Huawei, Meng Wanzhou, y la de funcionarios canadienses por parte de China.
Pese a ello, agregando nafta al fuego, al finalizar la jornada de ese lunes, el jefe del tesoro norteamericano, Steven Mnuchin, señaló que China manipulaba su moneda, motivo por el cual Estados Unidos denunciaría al país asiático ante el FMI por la venta subsidiada de sus mercancías mediante la devaluación del Yuan.
Sin embargo, las cosas no serían tan elementales como meras operaciones contables o ficcionales “juegos de tronos”. A contrapelo de las afirmaciones oficiales, desde el diario Financial Times se alertó que los capitales especulativos afincados en los Estados Unidos estarían buscando activos más seguros para reducir el riesgo ante la diferencia entre el rendimiento de los bonos del Tesoro a tres meses y el bono de referencia a 10 años, la cual mostraría una "inversión de la curva de rendimientos". Un indicador observado por los operadores para detectar una recesión inminente. Es decir, Estados Unidos estaría a las puertas de una inminente recesión y las medidas chinas más que económicas serían de tipo político frente al contendiente en dificultades.
El martes 13 de agosto, tras el cierre de la bolsa de Shangai, cuando China lanzó en forma exitosa los contratos a futuro del Petróleo en Petro Yuanes, la portavoz de la cancillería, Hua Chun Ying, declaró que altos cargos de EE.UU. afirmaban que: “la era de la rendición comercial de su país ha llegado a su fin, pero es su intimidación económica global y su hegemonía lo que ha terminado. EE.UU. debe volver a respetar las leyes internacionales, dejar de abrogarse derechos y mandatos extraterritoriales, debe re aprender a respetar a sus similares, para así salvaguardar unos intercambios diplomáticos y comerciales transparentes y no discriminatorios (…) China de manera recíproca, unilateral, informa al mundo entero que procede en lo inmediato a imponer aranceles a 128 productos originarios de los EE.UU. A su vez, se encomienda a considerar la idea de cesar en la compra de deuda pública estadounidense”.
Es decir, de manera “ilógica” según la ortodoxia, la fuga de capitales desde los Estados Unidos iría a contramano de la apreciación de su moneda frente a la devaluación del Yuan, la supuesta divisa “piantavotos”.
De esta forma, en su estado actual, la guerra comercial y monetaria contiene un aspecto más decisivo que la imposición de aranceles; un segundo motivo más determinante: proteger a China contra una posible desaceleración de la economía mundial pronosticada para 2020. Algo anticipado por el congreso del Partido Comunista celebrado en 2007, que dio lugar a un desplazamiento de la producción orientada fundamentalmente al mercado externo a otra con eje en el mercado interno, implicando con ello la incorporación de 800 millones de personas al consumo doméstico gracias a la triplicación de los salarios.
De esta forma, con un mercado interior de 1.000 millones de personas, China estaría optando concientemente por disminuir sus tasas de crecimiento económico a condición de encontrar mayor solidez para enfrentar la crisis desatada en 2008 que, según sus estimaciones, habrá de profundizarse en un futuro inmediato, contexto en el cual la devaluación del Yuan le permite, sin ajustar salarios, lograr equilibrar los excedentes productivos en un intento de victoria sobre la guerra comercial declarada por EE.UU.
Jorge Díaz
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