Mientras se debate la entrega de nuestra economía y se desoyen los reclamos populares, la bronca popular calienta motores

En la misma semana que la administración demócrata de Obama se enfrentó a una derrota de proporciones en las elecciones de medio término en EE.UU., el Banco Central yanqui (FED) anunció el comienzo del fin de la dispendiosa inyección de dólares como antídoto a la crisis financiera mundial abierta a partir del 2008. Sobran las razones para afirmar que ambos hechos son dos caras de una misma moneda.

El descomunal salvataje a los grandes bancos y la especulación financiera que regó billones de dólares en EE.UU. y Europa, a costa del ‘maldito’ gasto público, concluyó en otra brutal transferencia de recursos hacia los más poderosos, degradando las condiciones de vida de las mayorías populares en todo el mundo.
En una nota del periodista Marcelo Cantelmi, titulada “La economía global ahonda los desequilibrios sociales” (Clarín, 1/11/2014) se refirió a este cuadro de la manera siguiente: “El banco Credit Suisse resumió de un modo brutal esta nueva configuración: hoy el 1% de la población del planeta controla la mitad de toda la riqueza global. Es una pirámide aguda con una base cada vez más ancha. La ONG británica Oxfam reveló que mientras el número de millonarios más que se duplicó desde 2009, el 70% de la humanidad vive en países en los cuales la brecha entre ricos y pobres no ha hecho más que ensancharse y es hoy mayor que hace tres décadas. Hay datos casi obscenos en el informe: entre 2013 y 2014 las 85 personas más ricas del planeta aumentaron su patrimonio en 668 millones de dólares... diarios”. Sobran los comentarios y no alcanza la indignación.
El 9 de noviembre se cumplieron 25 años de la caída del Muro de Berlín. Durante la conmemoración, Angela Merkel, la canciller alemana promotora del más brutal ajuste económico en la Europa en crisis afirmó: “La caída del Muro nos mostró que los sueños pueden hacerse realidad”. Un cuarto de siglo después, otros son los muros que el capitalismo, el imperialismo supo levantar: pobreza por doquier, desempleo, desigualdad y explotación social, depredación de los recursos naturales y el ambiente, pueblos y naciones invadidos, guerras de rapiña. Este es el mundo de “los sueños” de la señora Merkel.
Pero también existe otro sueño por el que luchan los pueblos y trabajadores del mundo que enfrentan al imperialismo, a los estados genocidas y terroristas y a las ‘democracias’ del gran capital: la revolución, la liberación y el socialismo.

<b>Por casa, ¿cómo andamos?<b/>

Cómo sino fuera suficiente con la inflación y la recesión, cada tanto se suman a los padecimientos populares desastres naturales o accidentes evitables. Lo que es recurrente en cualquiera de esas situaciones es cómo los gobiernos, nacional, provincial o municipal eluden sus responsabilidades y la desidia con que encaran las soluciones.
Más de 20 partidos o localidades de la provincia de Buenos Aires, por enésima vez, padecieron importantes inundaciones que expusieron otras tantas promesas incumplidas. El cuadro dramático no distinguió el origen político de los intendentes, incluyó al FpV, el Frente Renovador y a Unen. La ciudad de Córdoba se vio conmovida por la explosión de un depósito de productos químicos y su secuela de víctimas y destrucción de viviendas en tres cuadras a la redonda. Otra vez controles estatales que hacen la vista gorda, empresarios inescrupulosos y la despreocupación por el bienestar popular por parte de los gobiernos, más atentos a los costos electorales.
Mientras los gastos del estado nacional crecen a un promedio anual del 46% las inversiones en infraestructura crecen al 12%. Y cuando decimos inversiones hablamos de agua potable y cloacas, de viviendas y redes de gas, caminos y obras hidráulicas, educación y salud, etc.
Estos son números que nos informan sobre la mentada ‘inclusión social’ y el bienestar popular. En cambio, en sentido contrario, se priorizan los intereses de la especulación cuando se indemniza a Repsol, se arregla con el Club de París, se reconoce y paga una fraudulenta deuda externa, y ahora se prepara un arreglo con los fondos buitre.

<b>Por un puñado de dólares: menemismo explícito<b/>

Dos acontecimientos de la vida privada (aunque no tanto) de dos dirigentes políticos con aspiraciones electorales fue utilizado por el oficialismo kirchnerista para mentar un retorno de las formas menemistas a la política y sacar alguna ventaja. Mientras, estos oficialistas diestros en manejar la chicana, por ceguera o intencionadamente, no vieron pasar un camión cargado con toneladas de menemismo.
Por un lado, la sancionada ley de Hidrocarburos que entrega e hipoteca el presente y futuro energético del país. Concesiones por toda la vida útil de un yacimiento, regalías bajas y uniformes, libre disponibilidad del crudo y sus utilidades a partir del tercer año, sometimiento a jurisdicción extranjera, están entre las cláusulas más significativas. Sin mencionar las secretas acordadas con Chevron.
Por otro lado, el gobierno nacional impulsa en el parlamento la sanción de una ley conocida con el nombre de “Argentina Digital” que ‘regula’ la telefonía, la televisión e internet. Es tanto el sesgo promonópolico (algunos dicen a la medida de Telefónica y amigos del gobierno) que hasta el propio senador Picheto (FpV) afirmó que era una invitación a un festín de los monopolios y los grandes operadores. Falta el voto de un diputado trucho y es menemismo puro.
Lo cierto es que el ‘modelo’ del kirchnerismo funcionó, a lo largo de todos estos años, con generosos recursos provenientes de las exportaciones de commodities y la expansión del producto bruto y, hoy, lejos de la “matriz productiva diversificada”, cuando los precios de las materias primas no alcanzan y el déficit energético y los pagos de la deuda aprietan, con una economía en recesión y con inflación, la vía de recuperación (en un sentido capitalista) para el 2015 deberá provenir de la apertura al capital financiero y de la acentuación del ajuste. Esto explica la política oficial de cacarear en un lado y poner los huevos en otro.
Esta cuestión, más allá de los fuegos de artificios de la política, es lo que une a Cristina Kirchner con la derecha en la oposición, y expone su naturaleza principal de garantista del menemismo hoy.

<b>La bronca popular calienta motores<b/>

Una inflación que en promedio ronda el 40%, pero que en los bolsillos populares pesa más, la negativa del gobierno al otorgamiento de un bono salarial y a atenuar el impacto del ‘impuesto al salario’, más el deterioro manifiesto de asignaciones, planes y subsidios, no auguran un buen fin de año para la mesa de los trabajadores y, seguramente, nos encontrará a todos movilizados con nuestros reclamos.
Los docentes bonaerenses vienen del paro los días 11 y 12, los bancarios lo harán el 12 y 13, los petroleros tras anunciar el suyo negocian un bono y el anticipo de paritarias, las organizaciones sociales, piqueteras y grupos no organizados de desocupados preparan marchas en Buenos Aires y el resto del país.
El Encuentro Sindical Combativo se reunió exitosamente el 25 de octubre, en Platense. Allí se acordó formar parte de la jornada de lucha y movilización, convocada por la CTA-Micheli para el 20 de noviembre. Nuestro partido promoverá acciones comunes allí donde el despliegue de las fuerzas lo permita.
Como vimos, el parlamento se convirtió en escenario donde los intereses de banqueros, monopolios y multinacionales (y las leyes que los protegen y promueven) son prioritarios, y se tratan con la velocidad de un rayo. En cambio, los reclamos de salarios, la realidad de las suspensiones y despidos, para mencionar sólo algunas, no tienen ningún eco.
Por ello crece la certeza que la acción directa y la rebelión popular son el único camino al alcance de los trabajadores para quebrar este curso.
La intervención rebelde y callejera, junto a la unidad del combativismo sindical, la izquierda y los que luchan y la convocatoria al conjunto del pueblo a ocupar su lugar en la lucha, constituyen las bases de una salida verdaderamente obrera y popular.

<b>J.C. Pisarello<b/>