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Sobre la fusión Cablevisión - Telecom
Finalmente se concretó la fusión entre la empresa de telecomunicaciones Telecom y la audiovisual Cablevisión, convirtiendo al Grupo Clarín en el conglomerado de medios más poderoso del país.
Si bien la maniobra se había preparado con anterioridad, fue recién en los últimos días de junio cuando se concretó la operación; entonces Telecom Argentina (Fintech) y Cablevisión Holding (Grupo Clarín) pasarían a controlar el 36% del mercado convergente de telefonía fija, móvil, televisión paga y banda ancha teniendo una posición de privilegio cuando el año que viene se abra la competencia entre telefónicas y cableras.
Quien posibilitó esta acción fue el empresario mexicano David Martínez, titular de Fintech, un fondo de inversión que desde hace años está vinculado con el Grupo Clarín y que intentó controlar las acciones de Telecom Argentina desde el año 2013. En aquel entonces, el kirchnerismo dilató la decisión (no rechazó pero tampoco aceptó la compra), porque la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) establecía que los licenciatarios de servicios de comunicación audiovisual no podían tener más del 10% de acciones en una firma de servicio público, dándole tiempo a Martínez en encontrar una solución más creativa. Ya con Mauricio Macri en el gobierno, el empresario mexicano lo logró en febrero de este año.
Esta fusión es el cierre definitivo de una batalla que duró años y que se dio más en el plano discursivo que en los hechos concretos y donde el Grupo Clarín salió triunfador. Macri viene a restaurar un sistema de medios más concentrado donde -a diferencia de la prédica económica que pregonan- no existe competencia alguna. Con casi el 40% del mercado, el Grupo Clarín tendrá una posición dominante donde la “independencia” y la “pluralidad de voces” serán solo slogans marketineros del Grupo.
Lo sosteníamos cuando se daban los debates en torno a la LSCA: solo se iba a desmontar el conglomerado de medios de Clarín sobre la base de una posición de fuerza, es decir, expropiando al monopolio. Pero una medida de ese calibre no estaba en su naturaleza política. En lugar de ello, el kirchnerismo denunció mucho y dejó en la Justicia el problema de la adecuación, dándole aire a Clarín que operó a la espera de tiempos mejores. Y no lo hicieron ni para un lado, ni para el otro, como el 33% para las asociaciones sin fines de lucro, que eran su caballito de batalla, cuando no se terminó de realizar un plan técnico serio para ordenar las frecuencias y donde las asignaciones fueron bastante dudosas y discrecionales en algunos casos. Ni hablar de la cuestión presupuestaria para ese sector que no posee los mismos ingresos que los grandes grupos de medios.
En fin, una ley que era necesario cambiar y actualizar, pero que estuvo dirigida a la tribuna ya que no provocó ningún cambio sustancial en la estructura de medios del país y que quedó a mitad de camino hasta que Macri la deshizo a decretazos. Clarín aprovecha a fondo a sus amigos en el poder: sin embargo sería necio de parte de Cambiemos pensar que una amistad con Clarín es sostenible en el tiempo. Ahora se reconvierte el mapa de medios del país y el Grupo Clarín pasa a jugar con más potencia que nunca, con macristas o con quien sea que venga o gane las elecciones de medio término.
En el llano están los trabajadores de los medios viviendo una situación sin precedentes en la historia de la comunicación del país. Conflictos en Perfil, Página/12, Ámbito Financiero, Radio Del Plata, CN23, C5N, la agencia estatal Télam y Radio Nacional, entre otros. El ajuste y la crisis que hoy afecta al pueblo argentino se traduce en pérdidas de empleo en el sector. Más allá de la desidia de los empresarios, como el caso de Matías Garfunkel, Sergio Szpolski o el hoy dueño del Grupo Índalo, Cristóbal López, el gobierno es responsable por esta situación.
La respuesta de los trabajadores viene de la mano de internas antiburocráticas como la de Telam, y de esfuerzos colectivos como el de Tiempo Argentino, en una pelea desigual cuya perspectiva de fondo es la de barrer con las premisas políticas y materiales que permiten la concentración escandalosa de medios.
Ignatius
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