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Una Argentina que reclama, con los trabajadores a la cabeza
El 31 de marzo mostró un masivo paro de los trabajadores. El país se paralizó, fue el más importante de la era kirchnerista. Reveló un estado de reclamo que excedió con creces el de la eliminación del impuesto al salario, si no resulta inexplicable el fuerte acatamiento en todo el país.
Resultaron vanos los esfuerzos del gobierno nacional por detenerlo, al igual que rozaron el ridículo los argumentos para ningunearlo o desvirtuarlo como hizo Cristina Kirchner, afirmando que se trataba de una demanda de trabajadores ‘ricos’.
El combativismo sindical y la izquierda le agregaron activismo con los piquetes. Las cúpulas sindicales propatronales y burocráticas también mostraron, objetivamente, su capacidad y poder.
Ya desde la misma convocatoria, cuanto más en el paro, quedaron expuestas las fracturas en la CGT oficialista. Su propio jefe, el metalúrgico Caló, debió dejar en libertad a seccionales y afiliados. Entre los gremios convocantes estuvieron la UTA y la Fraternidad que militan en la misma central. Otros directamente carnerearon, como Yaski o Pianelli de subterráneos.
El paro introdujo en la escena a una Argentina que reclama, con los trabajadores a la cabeza y sus demandas contra el ajuste en marcha.
Ahora, desde el gobierno nacional y desde las grandes patronales, se intentan diluir los reclamos y taparlos con los fuegos de artificio de la disputa electoral. Atrás, agazapado, aguarda más ajuste, sea inflacionario o devaluatorio, pago de la deuda, suspensiones y despidos.
Frente a esto, las cúpulas sindicales que promovieron el paro del 31, le ponen paños tibios a su continuidad en un plan de lucha que convoque a un nuevo paro activo de 36 horas.
Las condiciones son las mismas para repetir lo del 31. La respuesta del gobierno kirchnerista ha sido la presión por imponer un tope del 30% a las paritarias. Para eso operan sus laderos sindicales. Del impuesto al salario no habla.
Las CGT de Moyano-Barrionuevo y la CTA-Autónoma se mueven al ritmo de sus intereses electorales, a las necesidades de los sectores políticos que apoyan cada una. El gobierno y el conjunto de la derecha en la oposición comparten el camino de no hacer olas para llevar a ‘buen puerto’, sin grandes tormentas, el desenlace de las elecciones.
En contrario, el combativismo sindical, la izquierda y los que luchan deben agitar las aguas. Es justo y necesario.
Decimos sí a la unidad de acción, a golpear juntos pero, también, decimos que desde abajo, en las fábricas, lugares de trabajo, barriadas, universidades y colegios, sindicatos y pueblos del país todo, hay que construir un plan de lucha que incluya el paro activo con piquetes y cortes de ruta, con un programa en defensa del salario, el trabajo, por la salud y educación públicas, por el rechazo a la estatización trucha de los ferrocarriles, por la verdadera defensa de la independencia nacional, los recursos naturales y energéticos, por el no pago de la fraudulenta deuda externa, por la anulación de las condenas y procesamientos a los luchadores populares, por la solidaridad con los trabajadores y pueblos del mundo agredidos por el imperialismo y la reacción.
Los trabajadores nos acercamos a la conmemoración de un nuevo 1° de MAYO. Será una oportunidad para, con independencia, unitariamente, levantar las banderas y demandas políticas de todos los trabajadores. Nos oponemos a una convocatoria atada a las necesidades de la propaganda de los frentes electorales de la izquierda y fuerzas populares, apostamos a una verdadera asamblea de trabajadores, organizaciones sociales y políticas y no meros actos de campaña.
Trabajamos para construir la unidad del combativismo sindical, la izquierda y los que luchan y empujar con nuestra acción hacia una Argentina rebelde, obrera, popular y antimperialista.
Ricardo Jufré
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