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El 2024 comenzó agitado en varias universidades nacionales con la amenaza de la imposibilidad del pago de salarios en tiempo y forma. Esto se da luego de que el Banco Central emita una circular en donde se establece el no adelanto de fondos para el pago de haberes por parte del Banco Nación, que servían para mitigar los giros tardíos del Tesoro Nacional. A partir de allí se destapa el tema central en las Universidades Públicas: la falta de presupuesto para el sostenimiento de salarios y el funcionamiento cotidiano.
Así las cosas, la situación financiera es más que alarmante. Al igual que en muchas entidades nacionales, las universidades son uno de los focos del desfinanciamiento que se propone el gobierno de Milei, que busca sostener un presupuesto igual al ejecutado en 2023. Si ya el año pasado veíamos el licuamiento del presupuesto, este año la proyección implica su pulverización. Los trabajadores y trabajadoras universitarias son quienes tienen las de perder: el 90% del presupuesto está destinado a sus salarios. En ese marco, un “no inicio” de las clases luego de las mesas de exámenes, es una posibilidad concreta.
Por arriba el tema no pasa desapercibido. Las estimaciones de los rectores nucleados en el CIN (Consejo Interuniversitario Nacional) es que los fondos alcanzan hasta abril, aunque algunas voces más “alentadoras” apuntan a que podría alcanzar hasta mayo. Estas proyecciones fueron hechas sin contar la quita a los subsidios del precio de la energía eléctrica a hospitales, escuelas y universidades anunciada el pasado 5 de febrero. Una quita que implica el aumento de al menos 210% en las tarifas de luz.
Esta situación les viene como anillo al dedo a aquellos sectores que hace años vienen propiciando el arancelamiento de la universidad pública, los convenios con el sector privado a cambio de fondos económicos y la instalación de cupos en el ingreso a las carreras de grado. Con respecto a este último punto, la Universidad Nacional de Quilmes fue bastante más audaz y anunció que durante el 2024 existirá un cupo de 2 materias cuatrimestrales a los que cada estudiante podrá inscribirse.
Universidades públicas empobrecidas, con laburantes y estudiantes pobres. Esa es la proyección para el 2024. No son simplemente las condiciones de estudio y trabajo en las que se está, es también la situación de los alquileres con precios usureros, de los alimentos con aumentos semanales, del costo de los insumos para poder trabajar o estudiar. En el interior se le suma, el riesgo de la quita de los Boletos Educativos Gratuitos o pases de colectivos, luego de la eliminación de subsidios al transporte.
Se presenta así un cuadro de situación bastante más agudo del que provocó el ultimo estallido universitario nacional en 2018 contra el FMI. Aunque también, a pesar de que las condiciones objetivas están, es cierto que la desarticulación y el vaciamiento político que implicó la virtualidad y que aún hoy trae consecuencias, serán cuestiones que combatir para romper con el adormecimiento del que viene la docencia y fundamentalmente el movimiento estudiantil universitario.
Martina Bas
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