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El terremoto que sacudió al Rectorado de la UBA en 2015 parece haber dado paso a un escenario donde los protagonistas del gobierno universitario se acomodan para quedar a cubierto y aplicar el programa del gobierno nacional.
Durante el gobierno kirchnerista, las diversas tendencias políticas dentro de la UBA (PJ oficialista y opositor, UCR, PRO) supieron convivir -con tensiones-, compartiendo negociados millonarios y turbios con la educación pública, como el caso del Hospital de Clínicas.
Tomados en su conjunto, y aun a pesar de contradicciones importantes, todos compartían el proyecto del kirchnerismo para la educación: formar profesionales y crear conocimiento y tecnologías al servicio de las grandes empresas que manejan nuestro país, especialmente las extractivistas como Monsanto, Barrick Gold, Chevron. Por eso la LES y la CoNEAU avanzaron como nunca antes.
En 2015 hubo renuncias de autoridades de peso, acusaciones cruzadas, hechos de corrupción y amenazas de procesos judiciales, como rebote de un incierto proceso de recambio presidencial a nivel nacional. Aclarado el panorama tras el triunfo de Macri, los funcionarios de la UBA se dedican a lo que saben hacer: acomodarse a la nueva realidad para mantener su cuota de poder político y económico.
El mejor ejemplo es Alberto Barbieri (Rector de la UBA, ligado al PJ), quien respaldó la candidatura de Scioli a cambio del futuro cargo de Ministro de Educación, mientras cerraba tratos con el Gobierno de la Ciudad por obras públicas millonarias en las zonas universitarias (Plaza Houssay, Ciudad Universitaria, etc.). El otro es Emiliano Yacobitti (Secretario de Hacienda UBA, dirigente de la UCR Capital), artífice de la candidatura de Lousteau en la Ciudad dentro de la interna de Cambiemos, donde finalmente triunfó Rodriguez Larreta. A los pocos días, Yacobitti cerró el acuerdo con sus “adversarios” del PRO: ordenó votar el Presupuesto 2016 presentado por Larreta y Lousteau fue designado embajador en EEUU.
Como ya es costumbre, la estructura de poder de la UBA puso los huevos en varias canastas.
Se profundizan viejos problemas
Las disputas por arriba nos indican dónde se presentan las grietas en el poder, lo cual es importante. Sin embargo, lo fundamental sucede por abajo: el proceso más general es la disminución de la calidad de vida del conjunto de la población por la profundización del ajuste, con inflación, devaluación y quita de subsidios.
El rumbo económico del país afecta directamente a los estudiantes universitarios. Esto se agrava porque no hay boleto estudiantil, comedores universitarios, jardines maternales, albergues o residencias públicas que permitan afrontar los gastos normales de la educación. Asimismo, si bien existen programas de becas estatales, las mismas son de bajo monto, escasa difusión y difícil acceso.
Por otra parte, el gobierno de Macri refuerza sus vínculos con el gran capital, con lo cual es esperable que se profundice el rumbo trazado por el kirchnerismo: una universidad gratuita pero desfinanciada y orientada al servicio de las empresas dominantes. También hay que prestarle atención a la seguidilla de notas de opinión de La Nación y Clarín respecto de las cargas del acceso irrestricto a la universidad: si bien no es la primera vez que las mismas aparecen, no hay que descartar que la coyuntura envalentone a los autores de dichos planteos.
El único ministro que continuó en su cargo tras la llegada de Macri a la presidencia fue Lino Barañao (Ciencia y Técnica), defensor del modelo educativo mercantilista. Asimismo, la llegada de Albor Cantard (reconocido sionista pro-Israel) al cargo de Secretario de Políticas Universitarias habla de un refuerzo de la colaboración con el imperialismo norteamericano, en sintonía con la visita de Obama a la Argentina de Macri.
El devenir de la situación universitaria pone a los estudiantes frente al desafío de impedir que el ajuste económico llegue a la educación superior, peleando por aumento de presupuesto, políticas de acceso, permanencia y egreso. Al mismo tiempo, es necesario dar una “batalla de ideas” acerca del modelo educativo y su orientación social, contra la LES y la CoNEAU y la perspectiva mercantil para la educación pública. Finalmente, debemos pelear contra la injerencia de los monopolios en nuestras universidades, como parte del rechazo más general hacia los opresores del pueblo argentino.
Agustin Volodia
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