El territorio de Palestina lleva 66 años de ocupación por parte de lo que conocemos como ‘Israel’. No sólo de ocupación sino de expulsión sistemática de la población originaria hacia afuera de las... Ver más
Trump contra Palestina

Las recientes declaraciones del presidente de los EEUU, Donald Trump, junto al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu sobre los pasos a seguir en la Franja de Gaza han generado un revuelo internacional proporcionalmente mayor que los hechos sobre los que se apoya.
Trump sostuvo en una conferencia de prensa conjunta con Netanyahu que su plan para Gaza consiste en ocupar militarmente la Franja, expulsar a sus dos millones de habitantes a otros países y construir un gran centro turístico a orillas del Mediterráneo. El solo hecho de plantear públicamente la idea de una ocupación militar, un desalojo forzado y masivo, y la correspondiente limpieza étnica para poner en pie la “Riviera de Oriente Medio” constituye una provocación inaceptable para el pueblo palestino, legítimo habitante del territorio en cuestión.
Pero decirlo flanqueado por el principal responsable del asesinato en masa que ha provocado la reducción de Gaza a escombros, hace de estas declaraciones un respaldo explícito al genocidio en marcha. Es oportuno recordar que sobre Netanyahu pesa un pedido de captura internacional dictado por el Tribunal Penal Internacional por los delitos de crímenes de guerra y de lesa humanidad. La Casa Blanca con Biden, y ahora también con Trump, simplemente desconoce la jurisdicción del TPI en el tema.
A juzgar por lo actuado por Trump en sus primeros días de esta segunda gestión, las amenazas públicas grandilocuentes son más un arma para abrumar a su interlocutor que un anticipo de lo que efectivamente va a hacer. Una especie de tester de genuflexión. Así ocurrió con las amenazas de tasas desmesuradas sobre los productos mexicanos y canadienses, que a las pocas horas fueron trocadas por el compromiso de ambas contrapartes de garantizar presencia militar en las fronteras con EEUU para cumplir con el rol que reclamaba Trump. Otro tanto en caso de Panamá, donde anunció la disposición a invadir militarmente para recuperar el control del canal bioceánico, y consiguió automáticamente que el presidente Mulino garantice el paso por el canal sin pagar ningún canon para los buques estadounidenses.
Aplicar esta misma táctica con un pueblo forjado en la lucha anticolonial y antimperialista como Palestina, que lleva 77 años sin agachar la cabeza frente a la ocupación, es muy distinto.
EEUU destina a Israel en lo que va del siglo XXI, la mayor ayuda militar en todo el mundo: unos 4.000 millones de dólares al año, solo en equipamiento militar. En ese período se ha triplicado el número de asentamientos y colonos, y las matanzas de palestinos crecen año a año. Solo en los últimos 15 meses se calculan en 60.000 los muertos en Gaza a manos de las Fuerzas de Defensa Israelíes. El financiamiento yanqui al genocidio palestino no es ningún secreto. Y la voluntad de la mayoría de la dirigencia política estadounidense e israelí de borrar del mapa al pueblo palestino no es nueva.
En 1983 Ronald Reagan ya había propuesto deportar a la población palestina (tanto de Gaza como de Cisjordania) a Egipto y Jordania, tal como hoy plantea Trump. En 1993 Shimon Peres hablaba de convertir a Gaza en “la Singapur de medio oriente”. Y recientemente, un mes antes de la incursión armada de Hamas en Israel, el mismo Netanyahu mostraba en la sede de las Naciones Unidas un mapa donde no había rastro de Palestina, y todo había sido absorbido por Israel.
Si el sueño de Trump se convierte en un plan de acción, ya cuenta con algunas avanzadas en terreno. Sobre el territorio de Gaza ya operan contratistas militares de EEUU controlando algunos de los corredores que estableció Israel para fragmentar la Franja. Las compañías armamentísticas estadounidenses participan del incremento de los beneficios económicos que implicaron los últimos 15 meses de ataque israelí. Al mismo tiempo, empresas como Phoenix Financial o Affinity Partners, dedicadas al desarrollo inmobiliario, negocios inmobiliarios, seguros y finanzas, donde tiene participación creciente Jared Kushner -yerno de Donald Trump-, vienen aumentando sus inversiones en el desarrollo de asentamientos de colonos israelíes en Cisjordania, Altos del Golán y Jerusalén Este. Expandir los negocios hasta las playas del Mediterráneo sería un sueño compartido de yerno y suegro.
Por otro lado, esta legitimación de una segunda Nakba (catástrofe en árabe, en alusión al momento de creación del Estado de Israel 1948, que implicó una limpieza étnica contra el pueblo palestino, su desalojo, robo de tierras, propiedades y asesinato en masa), podría jugar un rol de compensación anticipada para Israel, en caso de que prospere un entendimiento entre EEUU e Irán respecto de la aceleración del programa nuclear de este último, y su capacidad de contar con armas nucleares, todo lo cual, a priori resultaría inaceptable para el sionismo.
En cualquier caso, la solidaridad con el pueblo palestino, con su causa histórica y con su lucha emancipatoria por todos los medios posibles, debe ser la bandera que una a todos los pueblos del mundo. Fogonear la lucha contra el imperialismo yanqui y su apéndice sionista, sigue siendo la mejor forma de abrazar al pueblo palestino.
Leo Funes
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