Sobre la Independencia y el Españolismo

Miércoles, 13. Julio 2016
Sobre la Independencia y el Españolismo

“Deberían tener angustia de tomar la decisión, mi querido rey, de separarse de España”, dijo Macri en referencia a los congresales de Tucumán y dirigiéndose al monarca emérito de España en el acto por el Bicentenario. Lo primero que surge al escuchar esta frase es el asco ante un presidente abiertamente lamebotas de cuanto amo imperial se le ponga por delante, aunque sea el representante de una monarquía decadente y corrupta. Sin embargo, un análisis más profundo nos indica que con esta frase Macri no inventó nada

No nos vamos a meter en la psicología de los congresales de Tucumán de 1816, pero es cierto que la ruptura del vínculo con España no era un tema unánime. La firme presión de la Logia Lautaro (cuyos dirigentes principales en el país eran San Martín y Pueyrredón, Director Supremo en ese entonces) fue la que volcó la balanza a favor de la Independencia. El hombre de San Martín en el Congreso, el diputado por Mendoza Tomás Godoy Cruz, fue el que impulsó el agregado acerca de “toda dominación extranjera”.

Dentro de las clases acomodadas, el españolismo, es decir la reivindicación de la herencia española en la conformación de nuestra nacionalidad, fue una expresión ideológica de la defensa de sus intereses materiales. Así, la oligarquía local se jactó siempre de su procedencia noble para diferenciarse de la masa popular hija de la indiada. 

Pero también el nacionalismo popular abona hacia este lado, aunque intentando otro significado. Aquí son las tradiciones populares las que surgen de la herencia española. 

Fue en la presidencia de Hipólito Yrigoyen que se proclamó el feriado del 12 de Octubre, otrora conocido como “Día de la Raza”. En su decreto, se pueden leer afirmaciones tales como “Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus menestrales, y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la nación americana” (artículo 3° del decreto del 4/10/1917).

En el mismo sentido se expresaba el general Perón. En su discurso pronunciado en la Academia Argentina de Letras el 12 de octubre de 1947, decía que “La historia, la religión y el idioma nos sitúan en el mapa de la cultura occidental y latina, a través de su vertiente hispánica, en la que el heroísmo y la nobleza, el ascetismo y la espiritualidad, alcanzan sus más sublimes proporciones”.

El resto es el extranjerismo de las ideologías europeas, categoría que en el siglo XIX apuntaba contra el liberalismo progresista y en el XX, contra el marxismo. No estaba el kirchnerismo muy lejos de esta posición, cuando en su versión de las luchas por la Independencia presentaba a Castelli como un porteño charlatán frente a un Güemes verdaderamente combativo y popular. Sin discutir los méritos militares del salteño -que son indiscutibles-, su programa social estaba muy por detrás del de los jacobinos porteños, que decretaron -y llevaron a la práctica- la abolición de la servidumbre y le reconocieron plenos derechos a las masas indígenas.

En definitiva, Macri no hizo otra cosa que tomar posición sobre el tema de la Independencia en función de su identidad política y de clase. Ya sabíamos que es un reaccionario, pero siempre encuentra maneras llamativas de recordárnoslo.


Diputado Pitrola: gracias por venir

Fue también digna de atención la intervención de Néstor Pitrola en la Asamblea Legislativa realizada en homenaje al Bicentenario, por su concepción de la Independencia: para él, fue solo el requisito formal para el avance de las campañas militares, a las que por otra parte no reivindicó. Frente al triunfo del centralismo porteño, no habría tradiciones revolucionarias o progresistas que rescatar. Gracias, por venir, diputado.

Pero hubo más. Para Pitrola, la tradición que él reivindica empieza con la aparición en escena de los trabajadores, afirmación que sostiene haciendo un recorrido desde la fundación del PS hasta “los trabajadores que hacen el Cordobazo y desarrollan el clasismo, empezando a prefigurar lo que hoy es el Partido Obrero”. Acá Pitrola da cuenta de que no entiende nada de la revolución, ni en el siglo XIX ni en el XX, al asimilar clasismo con lucha sindical y agitación política de izquierda, quitándole el contenido revolucionario a ambas cosas. El verdadero clasismo, diputado, es el de Jorge Weisz y René Salamanca, el de Sitrac-Sitram, el de los procesos en los que su partido no tuvo incidencia. El clasismo es el proyecto insurreccional entre los trabajadores ligado a un proyecto revolucionario para la toma del poder. Cuestiones que difícilmente puede reivindicar alguien que agita el parche del socialismo en América Latina pero sin mencionar el camino de la Revolución.

Nuestra posición es la que reivindica a los jacobinos de Mayo que, como Moreno, Castelli y Belgrano, buscaron destruir radicalmente el orden colonial. Reivindicamos la agudeza política y militar de San Martín quien, enfocado contra el blanco principal, unificó a todos los elementos antiespañoles y neutralizó a los vacilantes. Reivindicamos a los dirigentes federales progresistas, como Artigas y Ferré, que buscaron un desarrollo económico alternativo al estancierismo exportador de ganado. Y en la época actual del capitalismo imperialista, son los trabajadores la clase llamada a dirigir al conjunto de los oprimidos contra la dominación gran burguesa, destruir el monopolio, romper lazos con el imperialismo y avanzar hacia una segunda y definitiva independencia, lo cual no puede ser logrado sin Revolución.

Facundo Palacios

Publicado en: 
Miércoles, Julio 13, 2016 - 23:15

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