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Se profundiza la crisis en todos los planos. Los efectos de una economía en deterioro se despliegan en el plano social con todas sus consecuencias y realimentan una crisis política abierta cuyas derivaciones desbordan por momentos y que pone en cuestionamiento ya no solo al gobierno sino también a todo el régimen político vigente. La preocupación del establishment (incluido al gobierno) crece, en la medida que el presente casi inmanejable condiciona la previsibilidad de un futuro que aparece falto de propuestas y dirigencia creíbles, como lejanas a su vez, ante la urgencia de las demandas en curso.
Kicillof en su laberinto
El ministro no logra encarrilar la economía del país. Por mayores esfuerzos que haga en el cumplimiento con la banca imperialista, la estrategia ante el fallo del juez Griesa fracasó y alejó toda posibilidad inmediata de obtener los dólares que faltan para reforzar las reservas e intentar llegar sin zozobras al recambio institucional en diciembre de 2015. La combinación del ajuste devaluatorio con recesión y alta inflación desde inicios del año resultó insuficiente para tranquilizar y conformar a los dueños del ‘mercado’. La disminución, otra vez, del encaje o activo en moneda extranjera que preservan los bancos de un 30 al 20% y las corridas, preavisadas, en las cuevas que ofrecen a $14.50 el dólar paralelo sobre calle Florida, constituyen evidentes manotazos en la pérdida de control también en el mercado cambiario. Los grupos monopólicos asociados que se beneficiaron con el modelo en estos años, como grandes supermercados, automotrices, laboratorios y bancos principalmente, son los formadores junto al gobierno de los “precios cuidados”. No hay tal incertidumbre sino decisiones, como la que se toma en el mercado de las naftas -presidido por YPF- que autoriza a una suba gradual que ya alcanzó el 60% en los últimos doce meses. Allí, en esas decisiones y en la falta de divisas, se montan luego esos mismos formadores de precios para cubrirse y preservar sus ganancias, trasladando los efectos inflacionarios en forma indiscriminada sobre el costo de los productos. El proyecto de ley de abastecimiento es otra iniciativa más que gira el poder Ejecutivo para desviar y hacer funcional el debate en el Parlamento. Si bien cuenta con la oposición de la mayor parte de las entidades empresarias que cuestionan su constitucionalidad, la aprobación del mismo no asusta, es tardío para su aplicación y tampoco dañan sus penalidades. Una política de control de precios real, desde el inicio y no al final de la gestión, no dejaría el manejo del mercado interno en manos de estos grupos y debería, por el contrario, avanzar ya con la expropiación de los mismos. Las multas económicas que establece el proyecto las pueden recuperar luego con el traslado inmediato a los precios.
El modelo en tobogán
Como un mar de fondo se despliega la conflictividad en todo el país. El gobierno busca retomar la iniciativa política. Persiste con el eje de “patria o buitres” sin lograr el sentido epopéyico que pretende. Luego de haber sido tan buen pagador a la banca imperialista en estos años (U$S 190.000 millones según Cristina) y tan malo a su vez con los jubilados y el pueblo; nadie muerde el anzuelo del no pago a los capitales buitres, sea menos o más que el monto reclamado, sea antes o después de la cláusula Rufo. En ese mismo sentido, el proyecto de ley llamado de “deuda soberana” para que se pague a los bonistas en el país y no en Nueva York, no entusiasma ni a sus propios adherentes, puesto que se contradice con el último acuerdo firmado con China que fija en Inglaterra la jurisdicción frente a cualquier controversia, como también el reciente contrato firmado en secreto por YPF con la petrolera Petronas de Malasia, que fija jurisdicción en los tribunales de Francia. En este camino, tal lo firmado antes con Chevron, cualquier litigio alrededor de la explotación del yacimiento de Vaca Muerta se resolvería según las leyes de países imperialistas, desmintiendo el sentido “soberano” de la que hoy se pretende votar para seguir pagando deuda estructurada. En todo caso lo que está en litigio sí, y desde hace años, es la “soberanía” del propio Parlamento.
Los temores del gobierno
La caída en el poder de compra, en especial de jubilados y asalariados, corroída por una inflación cercana ya al 40%, y aumentos siderales en tarifas de gas, transportes y alimentos, con disminución del consumo, suspensiones y pérdida del empleo (casi medio millón desde octubre pasado), 75% de asalariados con sueldos por debajo de los $ 6.500, etc., configuran el cóctel de este tramo final del gobierno. Dicha situación es lo que preocupa mayormente en la medida que no tiene respuesta en el corto plazo y la tendencia a la lucha crecerá junto a la bronca de los trabajadores recostados más en la acción directa de su reclamo que en la confianza o promesas de su dirigencia. De allí la advertencia desde el oficialismo sobre los hechos que se pueden desencadenar hacia fin de año. Se busca enrarecer el clima y deslegitimar la protesta callejera, a sabiendas de que los efectos del plan de ajuste y la inflación en curso encuentran allí su mayor resistencia. Siempre los cierres de año fueron complicados y el aumento despiadado de los precios en alimentos y servicios, junto a despidos y suspensiones que se incrementan, agregan condimentos que legitiman la pueblada en cualquier lugar del país. Con mayor razón, en ciernes de una probable nueva devaluación de la moneda y sus consecuencias directas en el ingreso y en el humor de los trabajadores.
Se suma a las complicaciones del gobierno la falta de un candidato genuino K. Scioli no lo es, y el resto de los que se postulan como Randazzo, Uribarri o Domínguez no despegan. La postulación del secretario de seguridad Berni, ligado a la represión de obreros y al desalojo violento de los asentamientos de pobres y desheredados de viviendas, habla del grado de descomposición y corrupción que atraviesa el peronismo gobernante, hoy FPV. En ese marco los integrantes de la derecha en la oposición, que también comparte los temores de que la conflictividad obrera y popular vigente derrape hacia un futuro de rebeldía, eluden definiciones y se apresuran por instalar la campaña tanto de Mazza, Macri y Unen con propuestas repetidas y generales que no salen del marco de los intereses de la gran burguesía monopólica, y con tiempos muy lejos a la urgencia que requieren las demandas populares.
Pretender estirar la actual situación en búsqueda de una salida institucional a la crisis y recomponer la gobernabilidad sobre la base de una derrota popular, habilita también el camino de la rebelión popular. Transcurre hoy una situación política en pugna y abierta entre los de abajo y los de arriba. El auge de luchas en curso difícilmente pueda desmontarse ni antes ni después de las elecciones. Militamos para que dicho auge cobre mayor altura, y pronto.
El paro amplió el camino de intervención popular en la crisis
La adhesión al paro nacional con cortes y movilizaciones de fines de agosto, convocado por la CGT-CTA opositoras, es el reflejo de la disconformidad latente en el campo popular que se extiende mucho más allá de los que se pudieron manifestar en forma directa ese mismo día. Que hayan parado también miles de trabajadores enrolados en la CGT oficial pese a las amenazas de las grandes patronales y al carneraje de la burocracia de UTA, es un dato que se complementa con la alta conflictividad expresada en el promedio de 9 cortes por día en dicho mes. Efectivamente, solo en Capital y Conurbano se registraron 185 cortes y acciones de lucha, protagonizados, entre otros, en un 34% por asalariados, 28% por desocupados con organizaciones piqueteras, y 18% por vecinos afectados en los servicios públicos y en casos de inseguridad. Dicho protagonismo callejero, ya expresado también el 10 de abril, es el rasgo que sobresale desde hace varios años, y su persistencia pone límites a cualquier intento de avanzar sobre las conquistas logradas con la lucha. Postergar llamamientos o eludir la continuidad de necesarios planes de lucha puede explicar la conducta política de Moyano, y su tropa interesados en un recambio sin oleajes y con miras al 2015, pero no sirve para quebrar el ajuste ni fortalecer el programa y la lucha de la clase trabajadora. Es en la insurgencia de esa nueva vanguardia obrera que se expresa en los paros y cortes de Panamericana, como en otros centros industriales junto al resto de trabajadores del país, donde se manifiesta el otro gran dato de la coyuntura que genera las condiciones para el desarrollo de una política revolucionaria sin ataduras al cronograma electoral. Persistir en ese rumbo y afirmar el combativismo y el clasismo, con jornadas de lucha propias como parte del reclamo integrado a la unidad de acción con otros sectores representativos en el conjunto de la población, es la orientación central del PRML, a la par de ir construyendo un espacio de unidad donde la rebelión y el antimperialismo sean una propuesta política para expresar y sirvan para abrir un cauce verdaderamente popular y verdaderamente democrático.
Andrés Zamponi
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