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Por Palestina
Una niña celebra su cumpleaños número tres. La imagen conmueve hasta la médula: la niña palestina celebra un año más de vida entre los escombros y la muerte. Una torta en medio y su familia con sonrisas en los labios la rodean. Podría decirse es "afortunada". Sin embargo dos años de su frágil existencia pasaron en la clandestinidad de algún refugio y el miedo. ¿Cuántos niños huérfanos dejara el sionismo? ¿Cuántos niños amputados de brazos y piernas, pero sobre todo amputados de ese derecho a la felicidad que todo ser humano merece?
Derecho proclamado en el acta de independencia de Norteamérica, junto al derecho a la vida y la libertad: "el derecho a buscar la felicidad”, nos decían los “padres fundadores”. Resulta irónico que tal proclama provenga del principal cómplice del genocidio que abruma hoy a esta humanidad más sensible todavía con historias de infancias perdidas. ¿De qué vida y libertad pueden hablar los palestinos? ¿Dónde está la búsqueda de esa felicidad como derecho inalienable del ser humano? Búsqueda de comida y agua, búsqueda de subsistencia, esa es la concesión del sionismo y el imperialismo a los palestinos estos más de dos años de un bloqueo inhumano y criminal, que obliga a estas infancias palestinas a caminar kilómetros para conseguir un poco de agua y calmar algo tan básico como la sed.
Seguramente fascistas como Ramiro Marra, que piden bombardear villas miserias donde vegetan miles de compatriotas sin los servicios básicos, pediría sin tapujos también bombardear ya no casas o pueblos enteros sino refugios humanitarios o miserables tiendas de campaña. Mientras estos canallas a sueldo del enemigo proclaman ideas de muerte y exterminio, el sionismo no se anda con vueltas. Como arquitecto y ejecutor del genocidio actúa y hace carne las ideas: mata y la matanza continúa.
El sionismo tiene sus cómplices. Ahí tenemos la comedia mundial de ver a Infantino dar un premio como señor de la paz a Trump, sionista y cómplice del genocidio, mientras esa misma FIFA sanciona a valientes jugadores que se expresan a favor de Palestina con la excusa de la intromisión política en el fútbol. Y no es necesario ir a un jefe de Estado republicano, porque también hay cómplices en cadáveres políticos como Hillary Clinton, del partido Demócrata, que nos habla del "invento" del genocidio. Tanta canallezca junta es insoportable.
¿Qué más se podría esperar de un país negador serial de sus propios genocidios y crímenes históricos contra por ejemplo su población nativa? Para no irnos más lejos, contra los negros (que saben de apartheid), donde en 1921 arrasaron guetos enteros como la masacre de Tulsa: destrucción de más de mil casas, cientos de heridos y miles de arrestados. La historia oficial no cuenta una masacre de 300 negros asesinados con la connivencia de las fuerzas del Estado y blancos extremistas racistas. ¿Acaso no es esta la historia viva que los palestinos padecen constantemente desde hace más de 70 años? Viola Ford Fletcher, última sobreviviente de esa masacre, murió pidiendo justicia más de 100 años después. Años atrás testificaba: “Nunca olvidaré la violencia de esa turba de racistas blancos cuando salíamos de nuestra casa. Todavía recuerdo a hombres negros recibiendo disparos, y cadáveres de personas negras tirados por las calles. Todavía huelo el humo y veo el fuego. Todavía veo cómo se queman negocios de la comunidad negra. Todavía escucho aviones sobrevolando. Escucho los gritos. No hay un solo día que no reviva la masacre. Quizás el país haya olvidado esta historia, pero yo no puedo. No lo haré. Y otros sobrevivientes no lo hacen, y nuestros descendientes tampoco”. ¿Acaso no es este un testimonio que cualquier palestino nos puede dar hoy en día?
Sí, el sionismo tiene sus cómplices, pero los palestinos tienen hermanos, y los tiene en todas partes del mundo. Hermanos de lucha, porque creemos que ellos son la primera línea para derrotar al sionismo. La segunda línea somos nosotros, esta humanidad organizada que en todo el mundo este 29 de noviembre salió a las calles. El grupo Tucumán por Palestina salió, al igual que Viola Fletcher, a pedir justicia y marchamos hacia la principal plaza de la ciudad diciéndole al enemigo sionista que aquí estamos y estaremos en pie de lucha, recordando que no bajaremos los brazos, no callaremos nuestras consignas y no dejaran de flamear nuestras banderas entre el viento hasta ver una Palestina libre. Esa es la consigna: libertad para Palestina.
William Balborin
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