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A Milei se lo enfrenta en las calles

La marcha del #1F
Febrero comenzó con una enorme movilización “antifascista y antirracista” en distintas ciudades del país y en el exterior, convocada por el colectivo LGBTIQ+ y el movimiento de mujeres. Esta convocatoria, en sintonía con la propuesta que hicimos varias organizaciones, logró reunir en las calles a diversos sectores en lucha, espacios políticos y del pueblo en general, contra Milei. La rápida reacción y la masividad desbordante del #1F, luego de las infames y discriminatorias declaraciones presidenciales en Davos, dieron aire y esperanza respecto a las reservas democráticas de nuestro pueblo, -como se escuchaba en las movilizaciones- al mismo tiempo que brindaron fuerza para iniciar la lucha en un año en el que se espera más ajuste y, por ende, más ataques de este tipo, que hieren mientras se aplica un plan económico que bajo las directrices del FMI, no tiene nada bueno para ofrecerle a los sectores populares cada vez más empobrecidos.
Ante esto, si bien la principal característica que tuvo la marcha fue respaldar nuestra lucha y defender los derechos que conseguimos en torno a las urgencias de las mujeres y del colectivo de la diversidad, también estuvo presente la pelea contra el modelo económico de hambre, vaciamiento estatal, anti obrero y de persecución, que lleva adelante Milei y su casta. Es así que, entre otros sectores, estuvieron las y los laburantes de la salud, en el caso de la CABA por ejemplo con la presencia del Hospital Bonaparte y del Posadas, de los ex centros clandestinos de detención que quieren cerrar, de jubilados y jubiladas y de laburantes del sector privado que también luchan contra los despidos, junto al movimiento estudiantil y el movimiento piquetero que necesita de estos espacios masivos y solidarios frente al ataque constante que están recibiendo. Configuraciones similares se vieron en las distintas ciudades donde se movilizó. En síntesis, -aunque no suficiente-, el #1F fue una buena maqueta de unidad en las calles contra este gobierno reaccionario que hay que seguir modelando. En ese camino tenemos por delante el próximo #8M.
Por un #8M que le pare la mano al gobierno
La movilización de febrero tiene que ser la base sobre la cual avanzar en los debates y en la organización de un #8M en el que debemos lograr que el movimiento de mujeres y diversidades empiece a plantarse con poder de fuego en la disputa política contra el gobierno, su envalentonamiento y el de la derecha que alimenta.
En el #1F fue importante lograr que el movimiento de mujeres y diversidades no se aísle, y que, en cambio, pudiera generar una propuesta amplia y masiva sobre su propia capacidad de convocatoria, que una vez más quedó demostrada. Este es uno de los caminos a seguir desarrollando para el 8 de marzo, de modo que sea una jornada que cuente con el protagonismo de las mujeres trabajadoras y del colectivo LGBTIQ+, pero con amplio respaldo del resto del pueblo.
Respecto a la masividad, el peronismo feminista tiene todavía una llave callejera que usa cuando quiere, a menos que la situación lo desborde como sucedió recientemente. Parece injusto ante un 2024 de ataques y cierres de programas de género y diversidad, pero tampoco ese sector está pudiendo mucho más ante su propia desorientación y la falta de un programa y proyecto claro para superar la situación que estamos viviendo. Más aún si tenemos en cuenta lo que viene sucediendo con las últimas votaciones en el Congreso y el mareo y desconcierto que esto provoca hacia el interior de las organizaciones feministas que aún se sostienen ideológicamente en la añoranza kirchnerista. Esto sumando a la confusión que aportan las ideas posmodernas y cierto sectarismo del trotskismo, hace que militar por la unidad, la masividad y -sobre todo- la orientación política del próximo #8M y las posibles actividades que lo antecedan, sea primordial en cada actividad política a realizar y en las asambleas. Dejando claro que el enemigo es Milei, la derecha reaccionaria y que tenemos que derrotar el proyecto facho y de miseria que quieren implantar, vamos a discutir todo lo que sea necesario con ofensiva, buscando los mayores puntos de unidad posibles entre compañeras del campo popular. Hay con que llenar las calles, sobre todo cuando no tenemos encima el freno de la burocracia sindical entreguista.
La apuesta entonces, es sumarle rebeldía a la masividad, toda vez que el gobierno sigue atacando, pensando en la necesidad que tenemos como pueblo de frenar de una vez toda esta barbarie, y que para que eso ocurra, Milei se tienen que ir y cuanto antes, porque a menos que le paremos la mano, seguirá haciendo daño.
El gobierno, envalentonado con las medidas de Trump, luego del ataque al colectivo LGBTIQ+ se metió con la Ley de Identidad de Género. Juegan a decir cualquier pavada pero en el medio logran lastimar, aunque contestemos con miles de argumentos correctos, como que en Argentina no se hacen operaciones de reasignación de género en personas menores de edad. El ataque va hacia los sectores más vulnerables. En este caso hacia las adolescencias trans que, por elección, decidieron realizar tratamientos hormonales y ahora se verán interrumpidos. Este anuncio fue a días de haber eliminado la verificación de permisos de niños y niñas en viajes al exterior, lo que facilita el negocio de la trata. Entre otras barbaridades, al comenzar el 2025 anunciaron la intención de eliminar la figura del femicidio en el código penal, luego de haber desmantelado la mayoría de los programas de género y diversidad. Niegan el concepto de femicidio, es decir los homicidios causados con mediación de violencia de género, la principal causa de muerte violenta en mujeres y niñas, y con eso niegan de lleno la existencia de la violencia machista. En lo que va del año hubo un femicidio por día, y todo indica que, con este trasfondo, toda irá para peor. No les importa nada, porque en su manual de derecha, les es funcional al ajuste dividir al pueblo trabajador, configurando culpables entre los propios perjudicados por las miserias que se padecen.
Esto se suma al desprecio conservador que anida en la derecha hacia los sectores populares y el progresismo, “los wokes”, que de ahí también provienen la estigmatización y los ataques que intentan instalar una falsa contraposición entre nuestras conquistas y las necesidades del resto de los sectores populares, apuntando a ubicar nuestros derechos como si fuesen privilegios. Este intento busca deslegitimar luchas promoviendo la idea de que la satisfacción de nuestras demandas implica el sacrificio de otras, favoreciendo el individualismo y el sálvense quien pueda. Con una economía en crisis, este modelo cortoplacista que va de lleno al beneficio del capital financiero internacional, de monopolios y banqueros, con una enorme transferencia de los ingresos populares hacia los sectores más poderosos y concentrados, necesita configurar quiénes son los responsables de la pobreza en la que está inmersa la mitad de la población, harta de trabajar y vivir mal, inventando chivos expiatorios.
Tanto nuestros derechos, como el trabajo en el Estado y el movimiento piquetero, entre otros, entraron en el blanco del gobierno. Va a continuar atacando y los discursos de odio legitiman acciones concretas contra nuestro movimiento que ve crecer los femicidios, la violencia machista, la trata, los ataques odiantes hacia el colectivo de la diversidad como sucedió en Cañuelas, el desfinanciamiento de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo- IVE-, el boicot hacia la ESI, las amenazas macartistas etc. También el ataque hacia nuestras condiciones de vida. Hace tiempo que las mujeres componemos el 70% de la población pobre del país y ahora con menos recursos y asistencia, esto va a tender a empeorar; ya se está percibiendo cómo la sobrecarga de las tareas domésticas y de cuidado hace que se profundicen las condiciones de precarización a la que ya estábamos expuestas. La brecha salarial de un 27%, que sí existe, perdura con posibilidades de agrandarse. Comenzaremos marzo con paritarias prácticamente congeladas, entre un 0% y un 1% para el empleo estatal y algún punto más para el sector privado. Con despidos en salud y otras áreas del Estado nacional, muchas compañeras que están a cargo de sus familias, se quedaron sin trabajo. En las barriadas, con el ataque al movimiento piquetero y a las organizaciones sociales, con el ajuste y la falta de entrega de alimentos, lo que salva es la solidaridad organizada. Ataque que se refleja no solo en desarticular los barrios, sino también en las causas contra referentes populares como el caso de Carina Izaguirre de la CUBa-MTR en Gualeguaychú.
Con todo esto, la jornada del 8 es una buena oportunidad para reclamar el paro activo y combativo, apuntando a que las elecciones no le ganen a la lucha callejera y a los métodos de la clase trabajadora como garantía para derrotar al gobierno reaccionario.
Con el empuje de la movilización de febrero, avancemos en preparar #8M histórico, organizándonos en asambleas y en cada lugar de trabajo, barrio y estudio, promoviendo actividades y lo que nos fortalezca para salir todo, con la seguridad puesta en que la marea verde tiene la capacidad de responder y ocupar el lugar que se necesita en esta pelea. Más aún si logramos que se unifique con el conjunto de las luchas en curso. Vamos por la unidad obrera y popular contra el ajuste, los discursos de odio, en defensa del trabajo y nuestros derechos. Milei se tiene que ir.
Julia Quinteros
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