A poco de iniciada la pandemia del SARS CoV2 muchos advirtieron que la misma requeriría un nuevo tipo de conocimiento científico. En los campos de la medicina, la epidemiología, la infectología,... Ver más
Los efectos de la derrota

Finalizados los entretelones de la transferencia del mando presidencial y ya con Cristina Fernández fuera del poder se profundiza la disputa y el pase de facturas. Cristina tensó hasta el final, no respetó las formas, convocó a un acto multitudinario y se retiró pretendiendo transformar la derrota en victoria. Apuesta a encabezar la oposición al gobierno, retener la mayoría en el FpV y generar los antídotos frente a futuras complicaciones judiciales que vienen. Desde el llano y lejos de las comodidades que otorgan los dineros del estado aparece un futuro incierto para la corriente kirchnerista que, si bien conserva mayoría parlamentaria y capacidad movilizadora, deberá purgar sus responsabilidades al tiempo que recompone un ideario creíble para su militancia e intenta afianzar un núcleo de dirección frente al iniciado desgranamiento de fuerzas. En sentido opuesto, también por la dirección del peronismo pero sin el kichnerismo, se anotan De La Sota, Massa, Urtubey -desde la Liga de Gobernadores- y Randazzo. Ya se rompió el bloque de senadores en Buenos Aires y algunos gobernadores como los de La Rioja y Misiones abren su propio canal con el macrismo. El desacato en el Senado Nacional dejó sin quórum para que se apruebe la ley para la creación de YCF de Río Turbio en Santa Cruz. Son movimientos con final abierto, todos van por la dirección política buscando culpables en la derrota y con la mira puesta en 2019. En el medio se mueven las estructuras orgánicas, CGT, Consejos, Unidades básicas; y allí abajo la masa peronista explotada que como parte de la clase soporta los efectos de la crisis, no llora por la derrota electoral, pelea, se rebela y necesita objetivamente de una dirección revolucionaria. El pase a la oposición de una parte importante del peronismo abre un terreno de mayor disputa callejera, a la vez que aparece una crisis de identidad que el antimperialismo de izquierda debe saber interpretar y abordar.
A.Z.
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