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Larreta: triste y solitario, ¿final?
Si hubo un perdedor en las elecciones primarias, ese fue Horacio Rodríguez Larreta. Quien hasta hace no mucho sonaba como el recambio natural del actual gobierno, perdió las dos internas en las que jugó fuerte: su candidatura presidencial y su sucesión en la Jefatura porteña.
Con el diario del lunes, quedan expuestos todos los errores que cometió este dirigente del PRO surgido del peronismo. Fue prematura su pelea con Macri, leyendo mal que el recuerdo de su pésima presidencia resultaría un lastre para quien se le pusiera cerca. En esa hipótesis, apostó por un discurso “moderado” y “dialoguista” de buena recepción en los círculos empresarios -no era un secreto la preferencia de varios referentes de la UIA por su candidatura- pero que no encontró eco electoral dada la velocidad a la que se desata la crisis. Tarde registró este tema, y trató de timonear consagrando a Gerardo Morales como su candidato a vice. Esto resultó paradójico. Se quiso posicionar por derecha reivindicando una represión al pueblo jujeño que fue ejecutada desde la debilidad política: así, apostó por la dureza con una carta perdedora. Patricia Bullrich le sacó siete puntos.
Mientras tanto, Macri ya le había impuesto dentro del PRO a su primo Jorge como candidato a jefe de gobierno. El familiar de Vicente López había recalado a fines de 2021 como jefe de ministros porteño por presión de Mauricio; su candidatura fue así el resultado de un año y medio moviéndole el piso a Larreta. Este optó por pactar con la UCR para no perder terreno, lo que derivó en un apoyo no explícito, pero tampoco disimulado, a la candidatura de Lousteau. En las filas amarillas sobrevoló el recuerdo de que algo parecido había hecho De la Rúa cuando se lanzó a la presidencia y dejó en su lugar a Aníbal Ibarra, de la misma coalición pero de otro partido.
Rifar así la caja del estado porteño fue visto como una irresponsabilidad. Efectivamente, el gobierno de la CABA es una fiesta del negocio inmobiliario y de las contratistas del estado, que con Larreta tuvo una proliferación escandalosa. La obra pública inútil florece a pesar de la oposición de vecinos y comerciantes: ahí están las obras de Honorio Pueyrredón o los metrobús de Alberdi y de Directorio. Otro tanto puede decirse de la construcción descontrolada de edificios, en una ciudad en donde alquilar es un verdadero lujo y donde comprar es directamente delirante, por lo menos para las familias trabajadoras e incluso profesionales.
Ese fue otro punto flojo de Larreta. La mentira de la ciudad que funciona bien es muy fácil de desmontar. Basta con ver que sus ministros estrella, Acuña y Quirós, son dos farsantes responsables del momento más crítico que recuerden la educación y la salud públicas en la CABA, apenas disimuladas por el hecho de que cruzando la General Paz la cosa es peor. Tampoco hay que olvidar el tema de la seguridad, tan caro a la derecha PRO. El ministro D'Alessandro, que salió eyectado por hacerse público su rosqueo con funcionarios judiciales, fue el responsable político del asesinato del pibe Lucas González a manos de una brigada policial sin identificación. El hoy ministro del área vuelve a ser noticia tras el crimen en ocasión de robo de un ingeniero en la exclusiva Avenida Libertador: le tuvieron que pedir a Eugenio Burzaco que corte su viaje por Miami.
Hoy el larretismo se bate en retirada. Jorge Macri inició la virtual sucesión imponiendo la renuncia de una serie de funcionarios entre las que destaca María Migliore, ex ministra de Desarrollo Humano. El primo Jorge ahora tiene que rencauzar la relación con el radicalismo, que está que trina porque perdió por un punto pero lo dejaron afuera de la fórmula, y todo indica que del próximo gobierno también. No vaya a ser cosa que aproveche la parada Santoro, quien por las dudas lleva de vice a Bárbara Rossen, que viene denunciando la privatización de tierras públicas pero tuvo un paso como funcionaria del gobierno de Macri: una oposición massista y moderada.
Por si algo le faltaba a Larreta, en la semana previa a la Paso su policía asesinó a Facundo Molares en la represión a una actividad política. Su retirada con las manos manchadas de sangre no debe ser olvidada por el campo popular.
La caída en desgracia de Larreta es motivo de una alegría efímera. Su lugar será ocupado por alguien igual o peor. Apostar a la unidad de la lucha de los trabajadores de la ciudad, junto a los desocupados, los estudiantes, los vecinos y los pacientes de la salud pública: de ahí debe surgir el programa y la fuerza social que luche por la derrota del negociado inmobiliario, por una ciudad en donde la prioridad sean los trabajadores y el pueblo.
Matías Maidana
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