La UBA ante el primer año de gobierno PRO

Miércoles, 16. Noviembre 2016

En 2016, de acuerdo al plan de ajuste, tarifazos y despidos, el macrismo intentó avanzar en las universidades con topes salariales, recortes de fondos para funcionamiento y la disminución del presupuesto de Ciencia y Técnica, y más recientemente en la presentación de un Presupuesto 2017 basado en una previsión inflacionaria improbable (17%).

El hilo conductor es claro: reducir el financiamiento estatal, recortar “gastos” (funcionamiento, sueldos, infraestructura) y apostar a la profundización del autofinanciamiento de las universidades sobre la base de la venta de servicios, mano de obra estudiantil y el arancelamiento. En noviembre se anunció que -por primera vez en la historia- se cobrará un arancel a los estudiantes de una carrera de grado en una universidad pública (UNNE, Chaco-Corrientes), toda una definición del período que atravesamos.

Sin embargo, al mismo tiempo el 2016 fue testigo de la pelea de la comunidad educativa, con centro en la docencia (lucha por el porcentaje de aumento) y los estudiantes (lucha en defensa del presupuesto de funcionamiento).

Así, la “promesa ajustadora” del gobierno se encontró con una fuerte resistencia, que por momentos constituyó una verdadera ofensiva universitaria contra Macri. La confluencia de sectores en conflicto durante abril y mayo presionó a las autoridades de las universidades, que debieron posicionarse a favor de los reclamos, abriendo una grieta en Cambiemos entre los rectores radicales y el PRO.

En la UBA, el crecimiento de las luchas del movimiento estudiantil contrastó con la estabilidad de los armados políticos de la universidad. A diferencia del 2015, donde las elecciones porteñas y nacionales desembocaron en acusaciones cruzadas, renuncia de autoridades y escándalos de corrupción, en 2016 la lucha contra el ajuste prácticamente no provocó cambios en la red de gobierno universitario.

Al contrario, luego del desencuentro del primer cuatrimestre, el Rectorado de la UBA (Barbieri-PJ, Yacobitti-UCR) entró en luna de miel con el ejecutivo nacional. Las recientes obras anunciadas en la Plaza Houssay (shopping subterráneo) y el Hospital de Clínicas (nuevo edificio) y los agradecimientos públicos del Rector Barbieri a Macri y su ministro de Educación Esteban Bullrich, hablan de la recomposición de su vínculo político.

De igual manera ocurre a nivel estudiantil, donde las elecciones de los Centros tendieron a mantener las conducciones del 2015, lo cual es un dato político. El único cambio ocurrió entre variantes de las autoridades: en la Facultad de Derecho Franja Morada  fue desplazada por Nuevo Derecho (MNR/PS), ambos socios regionales de Nuevo Espacio y el Rectorado.

Por otra parte, la ausencia de la FUBA de los procesos de lucha por Facultad y su -nuevamente- fallido Congreso para renovar autoridades ratifican el aislamiento de su conducción respecto a los estudiantes, situación que arrastran el PO y la Mella desde hace años. Ni siquiera el auge del movimiento estudiantil logró sacar de la parálisis a la federación universitaria y la razón debe buscarse en la orientación política de ambas organizaciones: la Mella decidió acoplarse de manera vergonzante -es decir, sin hacerlo explícito- al tren del kirchnerismo y dejar en sus manos la iniciativa contra el macrismo, mientras que el PO se preocupa más por su “delimitación” del kirchnerismo hacia las legislativas de 2017 que por impulsar a fondo la pelea contra el gobierno del PRO, dando por resultado el más cerrado sectarismo hacia toda expresión política que no se subordine al FIT. La sumatoria da cero y la FUBA no interviene, negando al movimiento estudiantil una herramienta de organización durante los conflictos.

En tercer lugar, es destacable la ruptura de varios acuerdos políticos al interior de la izquierda, de los cuales se destacan Económicas (PO-Mella-Cauce), Medicina (29 de Mayo, PO y aliados) y Sociales (FIT y 3 listas de izquierda). El denominador común de las rupturas son, además de las conductas señaladas anteriormente, diferencias en la caracterización del momento que se abre con Macri en el poder, que provocaron desacuerdos y estancamientos en esos frentes ante al surgimiento de las luchas por abajo. A diferencia de la federación, donde no hay elección directa, en las facultades un sector de los estudiantes notó el agotamiento de aquellas propuestas y dio lugar la conformación de alternativas más combativas, ligadas a los procesos concretos de movilización y dispuestas a llevar a fondo la pelea contra la política anti-educativa del PRO.

Las experiencias transcurridas en 2016 y el surgimiento de una nueva camada de activistas en las facultades son el principal punto de apoyo para que tales alternativas se referencien con un sector amplio del movimiento estudiantil. El proceso de renovación es necesario para que las próximas iniciativas espontáneas de los estudiantes encuentren una referencia de unidad y combatividad o, mejor aún, para que los centros de estudiantes y la Federación universitaria cuenten con conducciones dispuestas a llevar la lucha estudiantil a fondo, única manera de alcanzar una victoria contra el ajuste macrista. 

David Paz - Agustin Volodia

Publicado en: 
Miércoles, Noviembre 16, 2016 - 19:30

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