La intervención imperialista en Yemen

Domingo, 14. Junio 2015

La situación política en Yemen muestra el mismo nivel de confusión y volatilidad que, ex un-gueleonem, podemos encontrar en todo Oriente Medio con los mismos actores en terreno: la presencia del Estado Islámico (EI), los violentos choques entres sunnitas y chiitas, la intervención de los EEUU y las monarquías petroleras en pugna por el control de la región. La rebelión de las tribus hurtíes del norte del país sumado a la reciente intervención militar de una coalición de nueve países árabes liderada por el gobierno ultrarreaccionario de Arabia Saudita que busca frenar la ascendencia que puede tener Irán en la población chiita, generó un nuevo foco de alta conflictividad que amenaza con arrastrar al caos a toda la región.
La actual república de Yemen ha estado bajo la sombra de la guerra civil desde su reunificación en 1990 producto que el mosaico de tribus que integra la nación de 25 millones de habitantes se encuentra atravesado por diferencias religiosas, tribales y de clase muy fuertes. El conflicto armado entre las tribus hutíes y el gobierno yemení estalló a mediados de 2004, en unas revueltas tribales que fueron sofocadas por el ejército apoyado por las fuerzas armadas saudíes. Con el estallido de la primavera árabe en 2011, que forzó la renuncia del entonces presidente Ali Abdalá Saleh en favor de Abdo Rabu Mansur Hadi, los hutíes se unieron a las protestas con la esperanza de ver cumplidas sus reivindicaciones. Hadi se comprometió a elaborar una nueva Constitución y a convocar elecciones legislativas y presidenciales en 2014. Los hutíes se encuentran en desacuerdo con el proyecto de la nueva constitución. El movimiento hutí Ansar Alá, con el joven Abdelmalek al Hutí a la cabeza, reclama que se paralice la elaboración de la nueva Constitución, además de una mayor participación en el poder, un pacto contra la corrupción y la aplicación de los acuerdos de septiembre de 2014.
A mediados del año pasado los milicianos rebeldes hutíes controlaban la capital de Yemen y su provincia. Los hutíes, que pertenecen a la minoría chiita de la rama zaidí, a finales de enero pasado habían asaltado el palacio de gobierno y reclamaban la formación de un gobierno de coalición donde se vean representados sus reclamos. Con el ejército desbordado, el gobierno de Hadi reclamó la intervención de Arabia Saudita y esta se materializó en la forma de una alianza de países árabes sunnitas liderada por Riad que integran Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Qatar, Sudán, Egipto y Marruecos.
Obama anunció su apoyo militar a la invasión a Yemen “con logística e inteligencia” encabezada por su adinerado socio Arabia Saudita. Los drones de Estados Unidos proveen de videos para que los sauditas seleccionen los blancos de su aviación. Los videos que proporcionan los vuelos no tripulados son los que han producido las masacres de civiles desde que la coalición inició los ataques aéreos.
Con el apoyo de EEUU y su supremacía tecnológica, la coalición creada por la monarquía petrolera saudita contra la insurgencia hutí expresa el enorme temor por un movimiento popular armado que ha sido capaz de imponerse militarmente en un extenso territorio de la península arábiga sobre la cual Riad cree tener influencia. En esta crisis todos son conscientes que quién controle Yemen, controla el estrecho de Bab el-Mandeb que comunica el Canal de Suez y el mar Rojo con el Golfo de Adén, por donde pasan más de 3 millones de barriles de petróleo al día.
Que un estallido de la crisis en Yemen lleve a un enfrentamiento en la península arábiga entre los árabes sunnitas y el Irán chiita y que agite las aguas del Golfo Pérsico (zona de aprovisionamiento mundial del petróleo) no conviene a nadie ya que hoy Medio Oriente es una bolsa de tormentas que promete diseminar el caos desde las costas del Líbano hasta la India. El principal enemigo de un alto el fuego y de un retorno al diálogo nacional entre las facciones yemenitas en pugna lo constituye la intervención militar de Arabia Saudita. Ésta quiere imponerle una derrota de proporciones a los hutíes-chiitas, o como Riad lo ve, a la influencia del Irán en la península arábiga.
La operación militar de los países sunnitas en Yemen es también una apuesta fuerte en el tablero de Oriente Medio ante el avance de Irán, la gran potencia chiita, en el corazón del mundo árabe. La república islámica gana terreno por su activa participación en la guerra contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Irak y Siria. Además, el reciente acuerdo con EEUU respecto del programa nuclear de Teherán., que si bien ha tenido que renunciar a ciertos puntos importantes como la tasa de enriquecimiento de uranio, en líneas generales fortalece a Irán en el plano internacional, frente a la hostilidad de su principal oponente, Israel.
El desplazamiento de los intereses del imperialismo yanqui hacia el Pacífico, más la urgencia de contener a China, empuja los esfuerzos de la diplomacia estadounidense en sus relaciones con todos los estados factibles de poder realizar un “cerco de contención” al gigante asiático. Entonces el imperialismo yanqui debe reordenar sus piezas: ‘soltar’ Medio Oriente para morder en el Lejano Oriente.
Roberto Craviotto

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Domingo, Junio 14, 2015 - 13:30

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