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La codicia puso al fútbol de luto
El trágico accidente del avión que trasladaba al humilde equipo brasileño Chapecoense y que dejó un saldo de 71 muertos y 6 sobrevivientes amenaza develar la oscura trama de contrataciones realizadas por la Confederación Sudamericana de Fútbol, cuyos dirigentes están acusados de graves casos de corrupción.
Las últimas investigaciones afirman que el triste final de los pasajeros y tripulantes de la aeronave de la empresa boliviana Lamia podía haberse evitado ya que ese avión no tenía la suficiente cantidad de combustible para llegar a destino y que además no era apto para recorrer largas distancias. No se puede decir que solo la negligencia llevó al desastre: también el lucro empresario y la falta de controles de la Conmebol hicieron posible este desenlace.
La Conmebol es Lamia
De origen venezolano, Lamia fue fundada en el año 2009 en por el empresario español-venezolano Ricardo Alberto Albacete Vidal con el aval del gobernador de Mérida Marcos Dios Orellano. Esos aviones nunca volaron en Venezuela. Ya en 2015 Albacete los llevó a Bolivia donde tenían permiso para realizar vuelos nacionales e internacionales. Al momento del accidente solo operaba una aeronave.
Es obvio que una pequeña aerolínea no debería tener la responsabilidad de realizar este tipo de vuelos.
Según la información brindada por la caja negra, el piloto del avión, quien además era accionista de la empresa, sabiendo que no disponía de combustible suficiente para más tiempo de vuelo, realizó el pedido de aterrizaje prioritario a la torre de control. Cuando este le fue denegado, no quiso justificar su pedido en la falta de combustible para evitar la multa sideral que le hubiera correspondido: prefirió ver si llegaba con lo justo…
Más allá de la irresponsabilidad del piloto, es llamativo que importantes federaciones permitieran que sus selecciones viajaran en esa línea aérea, como es el caso de la argentina, paraguaya, brasilera y la misma selección boliviana. Esto solo se explica por el afán de maximizar ganancias reduciendo costos en seguridad. Ya había sucedido con Huracán cuando sus jugadores y cuerpo técnico sufrieron un grave accidente en Venezuela en un micro contratado por la Conmebol.
Si la misma Conmebol recomendaba viajar en Lamia, es esperable preguntarse cuál habrá sido el negocio que permitió que insistieran en sugerir esta alternativa. Los dirigentes de la Conmebol están en la mira hace tiempo por sonados casos de corrupción en los que varios de ellos fueron detenidos.
Los 71 muertos del avión, entre jugadores, cuerpo técnico, periodistas y familiares, agigantan el desastre que hace años se viene sucediendo en el fútbol debido a corruptas federaciones y gobiernos cómplices.
Ignatius
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