La casta son los jubilados

Miércoles, 18. Diciembre 2024

Los jubilados fueron el sector que se llevó la parte más grande del ajuste de Milei. La Canasta Básica Alimentaria del Adulto Mayor era, en noviembre de 2023, de $ 71,687 y la jubilación mínima, de $ 156.720, contando los bonos circunstanciales. En octubre de este año los números pasaron a ser de $ 236.873 y $ 314.320 respectivamente. Es decir que ha habido una enorme pérdida proporcional. Y estos son los valores que se usan para medir si un adulto mayor está o no en la indigencia. En la actualidad, la canasta básica total del adulto mayor es de $ 912.584: la gran mayoría de los jubilados son pobres. 

Pero no alcanzó con semejante ajuste para que los libertarios dejaran a los jubilados en paz. El siguiente blanco fue el PAMI. La obra social con más socios del país sufrió un enorme golpe. Ya desde principio de año se venían pedaleando prestaciones (como la entrega de audífonos u otros elementos), que significaban un enorme ahorro para el gobierno. Además, se empezó a reducir el número de medicaciones que recibían cobertura al 100%. Ahora se sumaron criterios de entrega de medicamentos para gran cantidad de personas. Señalamos los más absurdos:

- Percibir ingresos netos menores a 1,5 jubilaciones mínimas. Si consideramos que para no ser pobre (superar la canasta básica total) tiene que superar los $ 900.000, un jubilado que no llega a cobrar $ 500.000 no es precisamente un potentado.

- No estar asociado a una prepaga. Muchos jubilados mantienen prepagas ayudados por sus familias para tener acceso a consultas médicas a tiempo. Por cuánto pagan las consultas y prestaciones, hay cada vez menos profesionales en el sistema PAMI y es difícil conseguir atención. Eso no quita la necesidad de tener acceso a los medicamentos.

- No tener vehículo que tenga más de 10 años, parámetro arbitrario que no se vincula de ninguna manera a la necesidad de acceso a medicación.

Mientras agita la bandera de la desregulación, el gobierno obliga a los jubilados a realizar un trámite para acceder a la cobertura de medicamentos.

El mismo se hace por internet o bien en alguna oficina de PAMI, pero habiendo sacado turno por la web. Naturalmente, la virtualidad es un escollo para muchas personas. Esta estrategia es una forma de ahorro fiscal sumamente cínica. En la actualidad, muchos viejos están eligiendo qué pastilla no comprar. 

Son 44 las medicaciones cuya cobertura era del 100% y ya no lo va a ser (pasando a un valor entre el 40% y el 80%). Algunas de ellas son:

- Ácido acetilsalicílico (aspirina): se usa para prevención de riesgo de eventos cardiovascular en un gran número de pacientes. Es bien sabido que prolonga la vida en millones de personas.

- Carbonato de calcio: sumamente necesario en personas con osteoporosis (muy frecuente en mujeres mayores), y en algunas otras situaciones más o menos frecuentes (personas a las que se les ha quitado la glándula tiroides). La consecuencia de no tomarlo puede ser el aumento de la cantidad de fracturas óseas.

- Claritromicina: un antibiótico de uso muy frecuente, sobre todo en alérgicos a la penicilina. Sin fácil acceso a esta herramienta puede haber chances de infecciones graves que pueden comprometer la vida.

- Pregabalina y tramadol: se utilizan para diferentes tratamientos del dolor, por ejemplo, en neuralgias y en cáncer. No tomarlos significa que el camino para atravesar estas patologías va a ser un poco más cercano a la tortura.

- Muchas otras, como la meprednisona o el metrotrexato también se usan a diario en enfermedades crónicas.

El impacto de estas políticas solo vamos a conocerlo en unos años, cuando veamos la mella que hace sobre la esperanza de vida. Pero no es difícil entender que se está priorizando el equilibrio fiscal sobre la enfermedad y muerte de millones. Esto contrasta con lo que dijo de sí mismo Leguizamo, actual director del PAMI, en una entrevista con Infobae: "Mi enfoque para la gestión es puramente técnico. No participo en política”. Pensar que se puede llevar a cabo una tarea política como lo es estar a la cabeza de este organismo, desde una perspectiva técnica, es una burrada. Es claro que acá manda la ideología. Manda el ajuste, el hambre y la muerte.

La lucha persistente de los jubilados, además de un acto de justicia, es un punto de apoyo para el conjunto de la pelea popular, que tiene una referencia para agruparse en torno a derrotar este ajuste brutal y miserable.

Octavio Paz

Miércoles, Diciembre 18, 2024 - 19:45

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