Hay que echarlos: la fuerza está en las calles

Sábado, 12. Octubre 2019
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Los esfuerzos por evitar el derrumbe 

Pocas veces se dio una situación como la actual, caracterizada por un gobierno prácticamente en retirada, descalificado absolutamente por propios y extraños, al que se lo trata de sostener amparado en una formalidad institucional, para no enardecer el reclamo activo de las demandas básicas ni estimular al protagonismo popular en las decisiones políticas. Todo pende de un hilo. Lo que para algunos son tiempos necesarios para concluir el trabajo sucio antes que cambien las reglas de juego, para el conjunto es una eternidad signada por hambre, despidos, pobreza y bajas salariales. No habrá salidas tibias en estas condiciones.

El mazazo que significaron las PASO de agosto sintetizó una repuesta política de conjunto; pasadas varias semanas, la crisis ya compete también a la oposición. El proyecto de Macri dejó de ser creíble y sostenible. La campaña de los 30 actos y el ridículo discursivo que enarbola en busca de votos perdidos es al solo efecto de preservar el frente Cambiemos, que ya empezó a desgranarse. En ese desbarranque el sector encabezado por el propio presidente, junto a Pichetto, Bullrich y Carrió, como ala bolsonarizada, manotean para amortiguar las consecuencias del rencor popular generado por esta política. 

Esgrimir el triunfo electoral en Mendoza como evidencia de que las chances siguen abiertas esconde el carácter provincial otorgado a la contienda, según el pedido de los propios radicales para que Macri no aparezca en esos días. Secundariamente también es un llamado de atención para Fernández-Fernández, quienes creyeron que solo con la apoyatura nacional o el llamado a contener al movimiento de masas, ya tenían el éxito asegurado. La diferencia del oficialismo mendocino con la candidata kirchnerista fue de 15 puntos.

Después del 27 de octubre, confirmada la derrota del macrismo, la incertidumbre será mayor. Desbocada la crisis con todos sus efectos y la volatilidad del peso sin colchón de reservas, el que se vayan ya volverá a colocarse como consigna de acción. No quedarán razones, ni les será fácil prolongar políticas de contención hasta el 10 de diciembre (45 días más), en función de un traspaso de mando formal, cuando la emergencia social y nacional es lo que determina hoy. Cuanto mayor sea la intervención popular callejera, mejores serán las condiciones para legitimar decisiones que vayan a fondo contra la desigualdad y la dependencia del país. Si bien el camino no es lineal, tampoco caben llamados contemporizadores cuando hay tantas urgencias y necesidades a reponer. 

De tal forma se presenta la crisis, que la supervivencia del macrismo se mantiene sobre un acuerdo consensuado con reuniones semanales entre ambos equipos económicos. Hay que impedir cualquier explosión social que comprometa al régimen, para que las políticas que habrán de regir en adelante bajo la dirección del Frente de Todos, arranquen con el mayor reconocimiento posible por parte de los factores del poder. 

Si algo estuvo claro en aquellas PASO es que el voto unificó, a partir del núcleo duro preservado por Cristina, el repudio generalizado contra el ajuste y endeudamiento de Macri-FMI. Fue un castigo cuyo anticipo más radicalizado derribó las vallas en diciembre del 2017 cuando el Congreso votó el recorte a los haberes jubilatorios. Desde entonces dicho repudio no dejó de crecer paralelamente con el empeoramiento de las condiciones de vida del pueblo y con el accionar de la movilización popular, los paros y los cortes como cuestión fundamental en el quiebre de esta política. Que los daños y ajustes soportados hayan llegado tan lejos tiene que ver no solo con el fracaso y ensañamiento neoliberal sino también con la complacencia y apoyo brindado por el justicialismo y muchos gobernadores que hoy se regodean desde otra posición, pero que de ninguna manera las urnas le otorgan un salvoconducto. Por eso que el llamado de Fernández a desandar la movilización de los trabajadores por un lado, y por el otro apelar al colaboracionismo y unidad de los jerarcas sindicales de la CGT comandada por los Gordos para respaldar la política que viene, empalidece cualquier atisbo de cambios verdaderos, como también tergiversa el sentido del voto otorgado por el propio peronismo. 

Un pacto a medida de los que siempre ganan

Es cierto que el daño ocasionado en el período macrista -destrucción del aparato productivo, ajuste salarial, pérdida de empleos, entrega de las riquezas, endeudamiento continuo- tuvo su correlato en los ingentes beneficios y negociados por parte de los sectores financieros y grupos de poder a los que tan obsecuentemente sirvieron los CEOs que desembarcaron con el Pro. La crisis no es tal por casualidad, sino porque quienes la provocaron también se la llevaron, conducta propia de quienes se hacen la fiesta con gobiernos liberales, pero que también acumulan, saben asociarse y condicionan cuando se tratan de gobiernos renegociadores. Allí están muchos de los que se la llevaron en pala, oportunamente. 

También es cierto que la crisis es profunda y el pueblo argentino está harto de vivir pasando de una crisis a otra, con mejoramientos relativos por momentos pero sin resolver los problemas de fondo, considerando que hace ya 36 años tal degradación sucede en plena democracia avalada por el capital monopólico. 

Por lo tanto no es justo el llamado a desmontar la lucha por exigencias mínimas en aras de un acuerdo social que nunca dio resultados. Es como si en este período de saqueo extremo nadie debiera hacerse cargo de las deudas contraídas. La conformación de un pacto social donde se congelen precios, tarifas y salarios por 180 días supondría el inicio de un “nuevo” proyecto, que tan solo 4 años atrás había colapsado. Sentados allí muchos de los mismos empresarios, banqueros, industriales y sindicalistas, que por acción u omisión también confabularon y adosaron al ajuste fondomonetarista. Mientras tanto a los millones de pobres, trabajadores y jubilados, dicho congelamiento los tomará en el piso, y en el mejor de los casos alguno podrá subir algunos peldaños sin salir nunca de la pobreza. 

Solo hay una salida

Los datos sobre pobreza informados por el Indec echan más leña al fuego. Los 35,4% de pobreza y 7,7% de indigencia responden al primer semestre del año. Pero todo indica que al segundo semestre, con el 5,6% de inflación marcada para septiembre y la alta volatilidad del dólar -que algunos analistas proyectan $75 en diciembre- la cantidad de pobres superará promedio el 40% y en algunas regiones del NOA, del NEA y del conurbano, estará por encima del 50%. El sector más vulnerable son los menores de 15 años, que a la fecha en regiones de Chaco, Salta o Santiago superan holgadamente el 52,6% general, pero que al cierre del año pueden alcanzar el 70%. 

La caída por 16 meses consecutivos de la actividad industrial -en agosto la automotriz y metalúrgica fueron las más pronunciadas-, sin esperanza de rebote en los meses que restan, habilitan un cierre de año con PBI negativo en 3%. Por eficaz que se pretendan las políticas de Alberto Fernández, también en 2020, por arrastre y reacomodamientos, el PBI cerrará negativo. La estabilidad y el crecimiento económico que promete, sin dejar de pagar deuda e intereses, será un engaño insuficiente. Aunque la economía creciera 3% durante 5 años seguidos, la pobreza no bajaría del 20%, sostuvo la directora del programa de Protección Social del CIPPEC. No hay razones para suponer entonces que por el mismo camino transitado antes del 2015 y con menos de los recursos existentes, las políticas que se dispongan serán fructíferas o aceptadas sin condiciones por los trabajadores.

Se deben tomar medidas de fondo, que afecten realmente los nudos de la dependencia y de la riqueza improductiva.

- El no pago de la deuda es una necesidad primaria para que las divisas queden en el país. No es a la portuguesa ni a la uruguaya, es No pago.

- El manejo de los ahorros internos junto con el fomento de pymes, viviendas y cooperativas requieren el control de los depósitos bancarios y su instrumentación a partir del banco Nación y los bancos provinciales.

- El control del comercio exterior lo debe tener el estado y a partir de allí todos los recursos e incrementos en la exportación, incluidas retenciones y precios compensatorios, deberán servir al bienestar general. 

- Los recursos estratégicos -gas, petróleo, energía en general- deben estar al servicio del desarrollo nacional y no como prenda de los negocios de las multinacionales; en esa misma dirección deben ser protegidos todos los recursos naturales.

En este corte de medidas básicas, antimperialistas, que requieren decisiones políticas, están las condiciones para una salida verdadera y los recursos para romper con la matriz monopólica y dependiente que se arrastra por décadas. Iniciar así, las bases de una democracia popular como expresión de una nueva república asentada en el gobierno de los trabajadores y las masas populares. A la izquierda, por cierto, de cualquier proyecto que se presente o se apoye como un mal menor.

Sin bajar las banderas

No hay razones para empañar la protesta, menos cuando los reclamos comprometen a la familia trabajadora, como sucede con los despidos ya sean de papelera Ansabo, Kimberley Clark, Zanella, Mielcitas y tantas otras fuentes de trabajo que seguirán cerrando, sin que las organizaciones gremiales aparezcan o se pongan al frente. Se mantiene la protesta de los desocupados con sus cortes y acampes contra la pobreza, por apertura de programas y alimentos. La jornada contra el calentamiento global, desmonte y la contaminación ambiental que se expresó el viernes 27, apuntó contra gobiernos y multinacionales. 

Los aprietes para que los pilotos depongan el paro del fin de semana pasado hablan más por las internas dentro del Frente de Todos que de la repuesta al reclamo de los aeronavegantes. La política desmovilizadora e institucional del peronismo viene desde atrás y fue compartida sin estar en la misma orgánica, por la CGT, el F21 de Moyano, la Corriente Federal, los Cayetanos y las Ctas. Es anterior a las PASO y ha ayudado a sobrevivir al macrismo cuando ya la movilización popular lo había acorralado. Posteriormente la contención fue más evidente, frente al desgarro que significan la pobreza, el hambre y los despidos de todos los días. El macrismo sigue su obra destructora, ya sea empapelando la Anses con bonos incobrables, echando mano a los U$S 7200 millones cajoneados de las reservas del Tesoro Nacional para el pago de la deuda, o con decretos antiobreros que reducen el pago indemnizatorio por accidentes de trabajo. 

Ante los intentos unificadores solicitados por Alberto Fernández, en una sola CGT, debe quedar claro que se direccionan contra el auge de luchas obreras, comprometiendo a la dirigencia con el ajuste por venir. La fortaleza de la unidad no depende del amuchamiento de los burócratas que han hecho del sindicalismo un negocio propio o compartido con grandes patronales. Menos aún si los protagonistas son los Gordos que hace más de 30 años negocian y entregan obreros; depende sí, de la política y el programa que ponga por delante los intereses de los trabajadores del país y del pueblo en general, asentado en la democracia de base y en la movilización popular. 

En esa promoción de reclamos que no cesan, se inscribe el ejemplo chubutense, la continuidad del plan piquetero, las jornadas a reventar del Encuentro de Mujeres en La Plata, y hasta el mismo 27 de octubre donde iremos con nuestro voto programático, no voto o voto en blanco. Sin tiempos de espera y para que el pueblo exija en las calles que se vayan. Convencidos de que en la nueva etapa política que se avecina, a los enemigos históricos hay que enfrentarlos con una política con sentido estratégico, que se irá jalonando en la unidad revolucionaria del campo antiimperialista obrero, y popular. No basta solo con ganar elecciones, menos aun cuando la historia está y enseña.  

Los pueblos tienen futuro apoyados en su propia movilización y protagonismo. Mientras no esté resuelto el tema del poder, la gran burguesía y el imperialismo de turno no cejarán en su empeño de manejar los gobiernos, condicionarlos o en su defecto tornarlos estériles. La movilización de masas es un soporte fundamental.

Andrés Zamponi

Publicado en: 
Sábado, Octubre 12, 2019 - 09:15

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