El gobierno ha defraudado las expectativas populares. La profundidad de la crisis política acentúa su derrape e indirectamente favorece a quienes ofrecen un capitalismo mas aggiornado a las... Ver más
En este balotaje, nada para ganar. Votá en blanco o no votes
El mensaje volátil de las
urnas
El dato político más importante que surge de las elecciones del 25/10/2015 fueron los resultados en la provincia de Buenos Aires. Marcaron tendencia y dejaron muy cerca las posibilidades del Pro para la segunda vuelta. Cuando todo parecía basarse en los porcentajes de las Paso y la disputa por 2 o 3 puntos para la coronación directa de Scioli, el sorpresivo respaldo a la candidatura de María E. Vidal habla de la volatilidad como de la oportunidad expresada por un amplio sector de masas para impugnar y castigar a la vetusta y reaccionaria dirigencia del PJ bonaerense. El 30% de Vidal en las Paso se transformó en un 40%, es decir 1.100.000 votos más, a su vez el 41% del FPV en las primarias cayó al 35% detrás de la candidatura de Aníbal Fernández, es decir 6 puntos menos. El “fuego amigo” definido por Aníbal cortó boletas y aportó casi 700.000 votos al Pro. De tal forma que sumados, el voto de los radicales, más las recomendaciones de la iglesia, más el voto vergonzante de mucho peronismo, más el voto castigo de quienes están hartos ya de los 28 años del PJ, confluyeron detrás de la señora de Cambiemos. Ligar ese vuelco solamente a las conexiones con el narcotráfico y la Bonaerense que se le atribuyen a Aníbal Fernández sería desconocer, entre otras razones, los efectos de la conflictividad permanente en la provincia por los reclamos de trabajadores públicos y privados, de las secuelas de la pobreza, del gatillo fácil y la inseguridad, de la destrucción de la pequeña producción agraria, de los estragos de las inundaciones, de la impunidad de los funcionarios, etc. Dicha tendencia también se expresó nacionalmente con el 53% a Macri en Córdoba, 10% de diferencia en Mendoza, también se impuso en Santa Fe, y notoriamente en Jujuy donde en el marco de la conflictividad social permanente, luego de 32 años continuos del Partido Justicialista se impuso Morales, de la UCR, por casi 20 puntos de diferencia.
Las razones de un resultado
El proyecto K viene planchado hace varios años, averiado económicamente desde que la matriz productiva no diversificada tropezó con el viento de frente, echando lastre sobre todo en los últimos meses, puesto que si ya había sufrido un fuerte cachetazo al tener que bajar la candidatura de Randazzo como candidato propio, esta vez y más allá de la locuacidad de Aníbal, la imposición del candidato como la demarcación de zona con el sciolismo y toda la impronta de campaña, fue obra puramente de la presidenta. Lo que está herido de muerte es el proyecto y arrastra en su caída a los K genuinos y a todo el oportunismo que por izquierda o derecha se camufló detrás de la gesta de “Cristina eterna” o especuló con su base electoral cautiva, que ahora tampoco se confirma como tal. La madre de la derrota es la presidenta y su círculo íntimo, y si ahora se agudizan las internas buscando culpables, lo hacen en un marco de mayor confusión y desorden puesto que el costo ya no supone un “apriete de nariz” como lo esbozó Carta Abierta para justificar el voto a Scioli, sino un verdadero salto al Riachuelo mal que le pese a todo el progresismo.
Scioli-Macri, la estafa
viene por derecha
Con miras al balotaje del 22, ambos candidatos “izquierdizan” su discurso y prometen antes lo que después no cumplirán (82% para las jubilaciones, hambre cero, pleno empleo, viviendas, etc.). Ambos gestionan desde hace 8 años, en la capital y en la provincia, siendo cómplices del desbarranque al cual se llega. Han incrementado bestialmente la tropa y el pertrecho policial como repuesta a la inseguridad, elevando la improductividad y el déficit presupuestario, sin embargo las condiciones de vida para el pueblo en los dos territorios se agravaron. Ambos hacen del salario docente y la escuela pública una variable de ajuste todos los años. Ambos compartieron y se nutren de funcionarios de la década del 90, caso Parrilli, Picheto, Bullrich, Carrió, Fernández, Conti, Bein, Sturzenegger, etc. y a su vez fueron blanco del reclamo popular para “que se vayan todos” en el 2001. Tanto oportunismo electoral no le impide a Scioli decir que va a “poner orden en las calles” desafiando a la protesta en las calles. Por lo tanto nadie puede creer al menos desde el lado de los trabajadores, que en este balotaje se define el destino o el futuro del país. Estamos frente a la mayor evidencia de cómo funciona el sistema y se consuma la estafa electoral. Quienes se desgarren por lo que puede venir en realidad lo hacen más preocupados por la pérdida de posiciones en el manejo y discrecionalidad de los recursos del estado que por el bienestar popular
Avance del macrismo y no al
defensismo
Dicha tendencia no supone por sí que el FPV está liquidado o que Scioli ya perdió, dado que preserva aún la mayoría de las provincias, existe esa franja volátil e indecisa y ya en otras oportunidades también pudieron zafar del ahogo y recomponerse. Que el vuelco final del electorado sea encauzado y aprovechado por la derecha macrista puede tener varias repuestas en favor de los méritos de esa propia derecha que sin fuerza propia nacional organizada estructuralmente y contrariando viejos apotegmas peronistas, demostró mayor eficiencia que las otras y se puso muy cerca de su consagración en la presidencia. En todo caso al momento del balance habrá que determinar efectivamente que, no fue magia sino políticas y actitudes concretas, lo que posibilitó que al final de los 12 años dicha corriente de la gran burguesía ligada al grupo de monopolios que abreva en Wall Street y en el Pentágono, llegara tan lejos. Pero inferir de allí que se viene la noche y que el sentido del voto legitima una política para profundizar abruptamente el ajuste, es defensista, equivocado y subestima la capacidad de repuesta de nuestro pueblo.
La bronca está y va por más
Más allá del significado que se le puede otorgar a la disminución relativa del voto bronca en relación a las Paso y del cálculo fallido del Fit respecto a la consagración de 4 o 5 nuevos legisladores, todo indica que la franja del no voto o voto en blanco, este 22, volverá a crecer. Lo cual sumado a los miles de trabajadores que aún con muchas dudas y alta volatilidad se expresan detrás de Scioli y en menor medida de Macri, habilita un buen punto de partida para enfrentar cualquier política que pretenda una nueva vuelta de rosca. Lo cual habla positivamente de una franja que se mantiene con estoicismo en disconformidad y rebeldía pese a la aparente variedad de la oferta. Que ahora en la segunda vuelta como antes en la primera quienes no superaron las Paso, se embanderen con el voto blanco o no voto, como lo hace cierto progresismo, la izquierda electoral y algún otro sector del nacionalismo, bienvenido sean. No hacen más que confirmar la certeza de nuestra política tanto como el oportunismo de quienes la denostaron tan solo por no ser tributaria de un parlamentarismo estéril. De allí que, habiendo hecho los mayores esfuerzos para llegar a los sectores populares cuando el desafío correspondía, ahora que hay balotaje entre dos propuestas afines de la gran burguesía, con mayor énfasis la enarbolamos y destacamos junto a los compañeros con los que confluimos inicialmente en la táctica del voto bronca.
La bicicleta heredada
El gobierno apura en el último tramo para que no le estalle la crisis. Aumenta la tasa de interés encareciendo el crédito y acude a toda clase de bicicleta financiera para contener el dólar. En la operatoria del dólar futuro se reconoce a los financistas el valor de $10 para marzo comprometiéndose el Banco Central a pagar la diferencia en caso de que ocurra una devaluación que ya se estaría ubicando en los $13 o $14: verdadero negociado instrumentado con cerealeras, banqueros y amigos cuyo monto ya supera los U$S 19.000 millones. Ni antes ni después del balotaje puede descartarse una corrida cambiaria. Dependerá luego de la capacidad del sucesor para enfrentar los problemas económicos de la herencia. La economía estancada, la inflación del 27%, el déficit fiscal de 8 puntos del PBI, el dólar por las nubes y el Banco Central casi sin reservas netas. En un contexto internacional adverso por la crisis en Brasil. el decrecimiento de China y la caída en el precio de las materias primas, dificultades para obtener financiación internacional sin concertar antes con los buitres o para atraer una corriente inversora.
La economía y la politíca
Desde ya que un triunfo del macrismo supone políticas ajustadoras más directas, reorientación hacia el capital financiero, caída de subsidios, recuperación del “orden callejero” con todo lo que ello implica. Mienten sus asesores cuando dicen que la devaluación no se va a trasladar a precios internos porque el ‘mercado’ ya está ajustado con el valor dólar ‘contado con liqui’, o sea $14, siendo que el 90 % de las operaciones de comercio exterior se canaliza por el dólar oficial de $ 9,60. Pero hay elementos políticos sin los cuales toda decisión económica puede naufragar más aún si fueron falseadas para poder captar el voto. La búsqueda de consenso entre sectores de la gran empresa, AEA, UIA, como las gestiones con la dirigencia sindical empresaria de la CGT, los Gordos y hasta el mismo Moyano, pretende hacer pasar con el argumento de evitar males mayores, medidas que afectarán el salario, el empleo y el ingreso de quienes menos tienen. El tema de la gobernabilidad, en la Argentina heredera del 2001 y caracterizada por la continuidad del auge de luchas con picos elevados por momentos, como los dos paros nacionales y los 6.800 piquetes en 2014 o ejemplos últimos como la huelga victoriosa de aceiteros, de la 60 o luego en julio del 2015 los 610 cortes de calle registrados, conforman un estado de ánimo de protagonismo popular y confianza en la lucha, cuyo significado debe considerarse mucho más allá del mensaje de las urnas. Por otro lado el probable giro hacia la oposición de una parte importante del peronismo abre un terreno de mayor disputa callejera, a la vez que también una crisis organizativa en sus filas, en la medida que su estructura material no contaría ya con los favores del estado.
Lo que viene
En las raíces del capitalismo dependiente lo que viene está signado por un plan de recomposición del circuito productivo monopólico a como dé lugar. Inexorablemente viene el ajuste sin o con gradualismo. Todo lo cual en el marco creciente de los problemas sociales, sindicales, pobreza, suspensiones y despidos, habilita un período de turbulencias y encrespamiento de la lucha popular. La línea de resistir el ajuste cobró mayor entidad cuando la devaluación de Kicillof de enero del 2014 pretendió avanzar abruptamente. Se fue agudizando en el 2015 aunque relativizados sus efectos sobre todo en aquellos sectores en que la lucha salarial logró perforar el techo pretendido. Frente al nuevo gobierno, aún en su versión de ajuste más ortodoxo y de la instrumentación que inequívocamente pretenderán otorgar al voto mayoritario, todo el esfuerzo partidario deberá estar centrado en quebrar la política de trasladar la crisis hacia abajo. Levantar al tope las demandas populares en todos los frentes. Resistir ante cualquier intento de avanzar sobre ellas y en consonancia con el movimiento de masas ponerse a la cabeza del mismo. Todos por el voto bronca el 22, la marcha contra la violencia hacia las mujeres el 25, las actividades por la unidad y fortalecimiento del Encuentro Sindical Combativo el 27, y hacia diciembre embanderarse con el reclamo de pan trabajo y salario, frente al nuevo aniversario de aquel 2001.
Andrés Zamponi
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