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Para el 25 de junio estaban previstas las elecciones de ATE (Nacional, Provinciales y Seccionales). Las mismas fueron postergadas para septiembre producto de la crisis y descomposición de la dirección del gremio, que no está en condiciones de garantizar el proceso electoral, desnudando que necesitan más tiempo para seguir rosqueando por arriba porque no pudieron cerrar nada aún. Todo ello en un contexto donde las elecciones nacionales dividen aguas.
Esta crisis ya lleva cuatro años. Cuando apenas habían concluído las elecciones pasadas, se quebró su dirección en dos partes: michelistas y kirchneristas, cosa predecible de un acuerdo oportunista y débil donde apenas habían acordado la repartija de los cargos. La crisis se fue profundizando. La disputa entre ambas fracciones burocráticas incluía el control de la caja y la utilización del gremio de acuerdo a sus proyectos políticos pro-patronales. Hoy el gremio está fracturado en varias partes. Por un lado algunos sectores alineados al kirchnerismo, otros al michelismo ligado recientemente al proyecto político de Stolbizer, luego de la candidatura de Pablo Micheli en Provincia de Buenos Aires en su lista, lo que llevó a una profundización de la fractura con De Gennaro. Lo que es claro es que ninguno de estos proyectos políticos responde a los intereses de los trabajadores.
En este contexto el pasado 8 de abril se realizó la Asamblea Ordinaria de ATE Capital, que fue un fiel reflejo de estas divisiones. La participación en la misma fue mínima, con una convocatoria totalmente ajena a los trabajadores estatales. Los sectores kirchneristas aprovecharon la circunstancia para no participar, realizando la impugnación de la misma en el Ministerio de Trabajo, en una nueva jugada de los representantes del gobierno nacional promotores de la división de los sindicatos. A esta maniobra se le sumó el sector ligado a De Gennaro. El principal debate en juego era la Junta Electoral; quien tiene el control de la Junta tiene el control de las elecciones.
El escenario de la Asamblea Anual se vio además condimentado por las diferencias al interior del michelismo. A la presentación de la propuesta de Junta Electoral de la mano de Matassa, se le opusieron un sector de juntas internas encabezado por INTI, INAES, Justicia y Cancilleria, que plantearon que debajo de Micheli y Matassa había que cambiar todo; si bien marca su continuidad también deja reflejadas las internas al interior del propio michelismo.
La intervención de las agrupaciones de izquierda en la Asamblea tuvo la virtud de presentar un bloque de oposición combativo, rechazando la Memoria y Balance de 2014 presentado ese mismo día y desplegando una propuesta de representación de minorías en la Junta Electoral, de la mano de la denuncia a las direcciones burocráticas y traidoras del gremio que están más preocupadas por sus proyectos políticos pro-patronales que por salir a luchar contra el ajuste del gobierno K, y que aplican Macri y otros, en un contexto donde el eje debería estar puesto en las paritarias por aumento salarial acorde a la canasta familiar (hoy en más de $13.000), en el pase a planta permanente, la estabilidad laboral, mejores condiciones de trabajo, y el conjunto de reclamos que hace años levantan los estatales.
La crisis profunda que atraviesa la dirección de ATE abre una oportunidad para hacer crecer una alternativa por izquierda. Es el momento de poner en pie una lista de unidad combativa y anti burocrática que sirva como referencia para los compañeros de base, activistas, delegados combativos y aquellas juntas internas que quieren salir a dar la pelea para quebrar el ajuste. Aquellos que dicen bregar por la unidad no pueden poner por delante sectarismos y mezquindades. Es una responsabilidad de las agrupaciones y el activismo de izquierda forjar una lista de unidad combativa y anti burocrática que se logre proyectar para y más allá de las elecciones y salga a enfrentar el ajuste de los K y compañía.
Ema Díaz
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