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El movimiento estudiantil irrumpió en la escena
Desde comienzos de año, la universidad pública ha sido uno de los blancos del gobierno nacional y su “plan motosierra”, cuyo propósito tiene que ver con ejecutar un ajuste brutal, con el objetivo de responder a los intereses del FMI y de generar una transferencia de los recursos del pueblo hacia los sectores concentrados.
Un ejemplo de esto es la política de ahogo de presupuesto en materia de educación, que apunta al debilitamiento de la universidad pública en pos de allanar el camino hacia su privatización, hecho que queda de manifiesto en los esmeros por introducir aranceles, en la modificación de los planes de estudio influenciados por los intereses multinacionales, monopolios y el capital financiero, la reducción de las carreras en favor de programas de posgrado pagos, la intencionalidad de generar un traspaso de las Universidades Nacionales a las provincias (política retomada de los ‘90), los salarios de miseria para sus trabajadores, etc.
Aun así, el gobierno de Milei buscó negar su visión privatizadora, intentando justificarse a partir de dos argumentos: el arancel a estudiantes extranjeros y la falta de auditorías en las universidades. Ambos son absurdos. Por una parte, la indignación que intenta generar por la supuesta “carga” que representan los estudiantes extranjeros, no tiene correlato, por ejemplo, con el saqueo de recursos por parte de las multinacionales. Por otro lado, es contradictorio que se reclamen auditorías en las universidades mientras no se aplica la misma exigencia a la deuda externa ilegal contraída durante el gobierno de Macri con el actual ministro Caputo como funcionario.
Las luchas en defensa de la Universidad Pública y contra el ajuste de Milei
Durante el primer semestre, y especialmente tras la movilización de abril -impulsada por autoridades universitarias, sindicatos de docentes y no docentes, y en menor medida de las federaciones estudiantiles, pero con amplia participación popular- quedó en evidencia el amplio respaldo hacia la Universidad Pública.
En la segunda mitad del año, el movimiento estudiantil ha cobrado un protagonismo mayor, que se tradujo en tomas de alrededor de cien facultades, instancias asamblearias y diversas jornadas de protesta. La intensidad del proceso se dio en un contexto de agudización de las luchas contra las políticas de ajuste del gobierno, que, en las semanas previas, estuvo signado por la toma del Hospital Laura Bonaparte contra su cierre, las protestas contra el veto al aumento de jubilaciones y, más finalmente, el rechazo al veto de la Ley de Financiamiento Universitario.
Ahora bien, es importante destacar que el malestar y la profundización de las luchas del movimiento estudiantil no quedan reducidos a demandas reivindicativas o económicas. Un sector de la juventud universitaria se suma a la lucha política a partir de esta experiencia de pelea contra un gobierno ajustador y represivo. Por un lado, quedó claro que las políticas vigentes constituyen un ataque al pueblo en su conjunto. Por otra parte, en términos netamente educativos, el problema es estructural y de larga data, abarcando no únicamente el presupuesto, sino también el acceso, la permanencia y el egreso, así como la creciente injerencia del capital financiero y los sectores concentrados en la misma. En este contexto, es fundamental fortalecer la organización para lograr una educación verdaderamente pública, gratuita y de calidad, que forme profesionales al servicio del pueblo y del desarrollo nacional, lo cual sólo será posible a partir de un proyecto popular, antiimperialista y antimonopólico.
A esta altura del año, es fundamental cerrar esta etapa de manera organizada, dejando sentadas las bases para retomar el conflicto el próximo año. Esto dependerá de que, durante los meses de receso, la vanguardia estudiantil se mantenga activa. En esa vía, es necesario promover encuentros regionales, espacios de debate y actividades que permitan desarrollar conclusiones políticas desde las cuales potenciar la lucha con mayor vigor cuando las condiciones vuelvan a ser óptimas, a partir de estrategias que fortalezcan las luchas y concentren la indignación popular para que Milei, junto con los monopolios, banqueros y colaboracionistas que lo sostienen, se vayan.
Sara Andino
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