En la segunda etapa del gobierno del Frente de Todos se acentuaron los límites propios su conformación. La crisis planteada se extiende más allá de la coyuntura y no se podrá resolver tan solo con... Ver más
El gobierno de Macri expone su fragilidad
Sin capacidad de reacción ni variante al rumbo tutelado por el FMI, el gobierno mira de cerca el despeñadero. Lo nuevo en estos días apareció en Forbes, revista del mundo financiero internacional, que califica a Argentina “al borde del colapso económico” y se sorprende por la “fuga de capitales” y el “alto endeudamiento”. La llamada minidevaluación que, por enésima vez, puso el dólar por encima de los $43 aumentando el riesgo país sobre los 750 puntos, expuso la fragilidad del momento: a la crisis económica y financiera de la que dan cuenta los sostenes externos, se agrega la insolvencia política del presidente y su equipo para sacar al barco de la tormenta. Entró en debate la posibilidad y el para qué de la reelección, pero también cómo atravesar el campo minado de los meses que restan, y así llegar competitivos a octubre.
Pocos días atrás, el discurso presidencial en el Congreso fue un acto de voluntarismo teatralizado. No podía ser distinto so pena de caer en mayor ridículo. Sin logros a destacar ni objetivos esperanzadores a concretar, hizo un llamado a su tropa a cerrar filas, en momentos que se desflecan analistas de su propio espacio y los votantes desencantados se reflejan en las encuestas. Macri vuelve a jugar sus cartas en la polarización con el kirchnerismo, como si nada hubiera ocurrido.
El cuadro no puede ser más devastador. Luego de 4 años el país habrá decrecido 1,6% y la inflación será la segunda más alta del mundo. Mientras tanto, la pobreza está por encima del 34%, el salario real promedio perdió 15 puntos y los despidos en 2018 alcanzaron 200.000 trabajadores. Hay 10.500 pymes menos a la fecha y solo en enero último cerraron 2.536 comercios en CABA y el conurbano. Los tamberos chicos están en extinción y ahora con la industria automotriz funcionando al 27% de su capacidad son las autopartistas las que penan. Antes fueron textiles, calzados y economías regionales, todas víctimas de esta política en la cual el primer fusible, condenados a su propia suerte, son los trabajadores y sus familias.
Deuda externa y bicicleta
El presidente no mencionó el endeudamiento, tal vez la parte más sustancial de su gestión y sin cuya rectificación ningún gobierno podrá sobrevivir. Son U$S 174.300 millones más desde enero de 2016, el mayor tomador de deuda de la historia nacional. El porcentaje de la deuda total en relación al PBI pasó del 58% al 95,4%, el más alto desde 2004. De tal forma que la incidencia de los vencimientos de la deuda externa en relación al PBI creció del 3,3% en 2015 al 9,1% en 2018 y, según estimaciones de UMET, cerrará en 14,3% a diciembre de este año. De mantenerse tal relación, prácticamente quintuplicada en la gestión Cambiemos, el pago de servicios e intereses de la deuda atentan contra toda posibilidad de crecimiento en los años venideros y consolidan el ajuste permanente como línea rectora del FMI y del capitalismo globalizado. La prédica por cambios estructurales, para lo cual el presidente pide su reelección, en el sentido de completar las tareas que la ortodoxia del capital monopólico y financiero reclama, significa liquidar los fondos de Anses, privatizar el sistema jubilatorio, flexibilizar más los convenios laborales y avanzar con la entrega, entre otras. Este programa no tiene ninguna posibilidad y ha encontrado en la lucha de los trabajadores -no en el parlamento ni en la CGT- el escollo principal. La reforma estructural en todo caso, desde una perspectiva popular, deberá ser en sentido contrario, con el no pago de la deuda externa como condición esencial sin la cual no habrá forma de salir de la crisis, recomponer los salarios, el trabajo y el manejo soberano de nuestros recursos. Tampoco habrá justicia si tal medida no se acompaña con el castigo a quienes hipotecaron de tal forma el país y pretenden abandonar sus funciones sin explicar dónde fueron a parar las cifras millonarias adeudadas. Mientras el ajuste destruía salarios, hogares y fuerzas productivas, los bancos y fondos especulativos embolsaban fortunas. Actualmente, mientras los $1.130.000 millones depositados en plazos fijos rinden un 35/40% de interés, los bancos a través de las Leliq (letras de liquidación) reciben del Banco Central 62% por ese mismo dinero de los ahorristas. En plena crisis, con solo un pase contable, dichas instituciones monopólicas se quedan con la parte del león. Por lo tanto nacionalizar la banca y poner todos los recursos al servicio del pueblo y el desarrollo independiente, también es una reforma estructural en sentido contrario al rumbo actual.
Allí están planteadas dos de las tareas centrales, sin lo cual ninguna salida que se pretenda popular tiene futuro. Han pasado 35 años del retorno de los gobiernos constitucionales pero ningún proyecto en el poder intentó siquiera poner ese cascabel al gato. Esto debe quedar claro para quienes desde la oposición, archiconocida, se postulan otra vez como ‘alternativa’ o ‘salvadores de la patria’.
Se desfleca Cambiemos
El ministro Dujovne viajó a EEUU para convencer a funcionarios del FMI de la urgencia de que una parte del préstamo se destine al control del mercado cambiario. Cuanto más sube el dólar menos posibilidad de sobrevivir. En esa súplica infame derivó la “integración al mundo”. La suba de las tasas de interés para desalentar la compra de dólares supone una recesión más prolongada y, con ello, disminuyen las chances electorales como también la perspectiva de poder controlar la inflación. Realizada la proyección del primer bimestre (6,9%) se calcula en 38/40% la inflación anual, con lo cual tornaría inocuo el efecto reactivador sobre el mercado interno pretendido por el gobierno con el aumento de la AUH y los acuerdos paritarios en curso. La devaluación anterior aún no fue plenamente trasladada a precios, y sumando los aumentos tarifarios pendientes de aplicar en abril y mayo, contener la inflación se torna ilusorio. Estancamiento con inflación, una verdadera trampa de la que los expertos del “mejor equipo” que la provocaron no saben cómo salir.
En ese desconcierto afloran internas e interpretaciones sobre el futuro Cambiemos. La ruptura en Córdoba donde se presentan dos listas encabezadas por radicales (Negri vs Mestre) es anticipo de otras que surgen en la medida que el derrumbe se visibiliza. Hasta en el propio círculo rojo se manifiestan, afectados por la debacle del aparato industrial y sin perspectivas a la vista. Muchos empresarios ratifican el apoyo a Macri frente a la polarización con Cristina pero las dudas e incertidumbre, suponiendo su reelección, suben cuanto mayor incapacidad registra el gobierno para encarrilar un plan de crecimiento sustentable. Sin ello y sin contar con mayoría, cualquiera sea el resultado, no podrán desactivar el polvorín que se acumula. Si la victoria es por mínima diferencia los problemas serán mayores y con ello la ingobernabilidad no se podrá contener, aunque los paños fríos de la oposición vayan a fondo. Las reformas estructurales que decidieron posponer para después de octubre son inviables sin derrota del campo popular. El tema de la reelección pasó de ser una necesidad para la continuidad del macrismo a una preocupación mayor en el establishment, sobre todo en aquellos afectados mayormente por el mercado interno y el horizonte de inestabilidad continua.
La caída en la imagen presidencial obligó al macrismo a cerrar filas con Larreta y Vidal luego de fuertes discusiones, sin poder contener el desenganche de los radicales en Jujuy y Mendoza. El gobierno aparece muy vulnerable y la teoría del “pato rengo” se instaló precipitadamente en la Casa Rosada. De allí las afirmaciones últimas del FMI abriendo el paraguas, en el sentido de que “seguirá apoyando al país independientemente que cambie el gobierno”. Evidentemente las conversaciones con el diputado kirchnerista Kicillof van en sintonía con dicha afirmación. Después de todo, ya lo dijo la ex presidenta: “fuimos buenos pagadores”.
La interpretación forzada que se pretendió sacar con los resultados de las elecciones en Neuquén no prosperaron, en la medida en que el triunfo del MPN como partido provincial marcó importantes diferencias con el peronismo unido y mucho más con Cambiemos. Las elecciones en Neuquén lejos de marcar tendencia irrumpieron por fuera de la polarización existente entre Macri y CFK. La ratificación del MPN con 14 puntos de ventaja sobre el peronismo de Unidad Ciudadana y más de 25 sobre Cambiemos, ratifica una base local que hace 60 años controla la gobernación. La renta hidrocarburífera, incluida Vaca Muerta, le otorga un plus sobre el que ha basado Gutiérrez su gestión. El oportunismo como línea histórica les ha permitido a la dirigencia del oficialismo provincial negociar con uno u otro, cualquiera haya sido el gobierno nacional incluido también la dictadura militar. Importante destacar que entre voto blanco, nulo, no voto y votos a las fuerzas de izquierda, se redondea casi un tercio del padrón. Una base concreta para que ante la crisis del régimen político y la volatilidad hacia octubre, los trabajadores petroleros, como hicieron en febrero, se planten ante los despidos y vayan por la recomposición salarial y por mucho más.
Octubre queda lejos y el hambre no espera
Las demandas concretas y parciales que arrancaron desde el inicio de año contra los cortes de luz, tarifazos, despidos y suba de precios y transporte, entre otras, no tienen salida concreta dentro de las políticas acordadas con el FMI. Por otro lado en la lógica oficial no cabe dar marcha atrás con los aumentos tarifarios y de precios, porque de ello depende el déficit cero comprometido.
En este escenario, la gran irritación social que produce la represión, sobre todo ante situaciones ligadas con el hambre y la defensa del trabajo, tales como el verdurazo en Constitución, el cuadernazo en Congreso, los despidos de Coca Cola en el centro, o los artesanos de San Telmo que resisten el desalojo, lejos de retraer echan más leña al fuego.
El repudio a la represión y la solidaridad popular crecen a medida que se desinfla el proyecto macrista. Empujan en el sentido de que la bronca gane la calle ya, sin depender de quienes pretenden diluir la pelea pensando en octubre. El camino de la rebelión está empedrado de pequeñas y mayores luchas, pero sin la aparición de los trabajadores como protagonistas directos, aquellas no tienen futuro.
Quienes dijeron oportunamente (Yasky-CTA) “no es bueno paros nacionales en años electorales”, disimulan hoy apremiados por el movimiento de masas y la coyuntura política. De hecho, la convocatoria de la CGT a marchar en abril sin convocar al paro, se inscribe en el plano de contener y descomprimir la bronca, al conjuro de la onda electoral pejotista. Tampoco el F21 de Moyano, la Corriente Federal y los Cayetanos marcan diferencias en este plano, apremiados por las internas y atentos al llamado del coordinador de la Ctep el 14/02 en la 9 de Julio, a esperar octubre para “derrotar en las urnas al gobierno liberal”.
Marzo arrancó fuerte con la huelga docente y los reclamos de estatales, enfermeros, obreros industriales, metalúrgicos, mecánicos y neumáticos que sufren despidos y suspensiones masivas, a lo que suman sus propios planes de lucha los movimientos territoriales de igual forma que las multisectoriales contra los tarifazos. La multitudinaria marcha y paro internacional de la mujer trabajadora fue efecto y causa a su vez de un protagonismo de masas sin antecedentes. Dicha marea joven está muy lejos de ser contenida, ni en el programa del peronismo opositor ni de cualquier otra instancia dentro del capitalismo globalizado.
La profundidad en el conflicto junto a la confluencia de sectores, es la táctica revolucionaria correcta en este período donde el movimiento de masas pugna por abrirse paso frente a tanto reformismo. Desde todos los rincones y sectores en lucha es necesario propagandizar la política general del PRML e intervenir en la acción de masas directa.
Vamos por el repudio al golpe militar este 24, pero fundamentalmente reivindicando y organizando la bronca popular por una salida duradera a la crisis, para que tanto en marzo como en abril se pueda expresar con la contundencia que tuvo el 2001. La consigna octubre queda lejos y el hambre no espera, de hecho se ha transformado en consigna de acción.
Andrés Zamponi
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