De la barbarie yanqui en Hiroshima y Nagasaki al genocidio del pueblo palestino

Jueves, 14. Agosto 2014

Para el mes de julio de 1945, Japón ya se encontraba devastado por los intensos bombardeos norteamericanos, a punto de firmar su rendición, fue rechazada por los EEUU que se negaban a aceptar la continuidad en el gobierno del emperador como excusa para probar una nueva arma. Japón se encaminó, sin saberlo, a que dos de sus ciudades se convirtieran en el escenario del más bárbaro experimento militar de la historia de la humanidad.
Hiroshima y Nagasaki se convertirían en el equivalente a la Guernica de la Guerra Civil española cuando la Legión Cóndor de Richthofen la usó como prueba del potencial destructivo del nuevo método llamado “alfombra de bombas” de la aviación nazi.
El 6 de agosto de 1945 a las 8:15 de la mañana, 600 metros por sobre la ciudad de Hiroshima detonaba la primera bomba atómica. Con una potencia de 13 kilotones (1 kilotón = mil toneladas = 1 millón de kilos) de TNT la explosión produjo en una milésima de segundo que la temperatura se elevara un millón de grados lo que creó un bola de fuego de 260 metros de diámetro. Ochenta mil personas murieron instantáneamente. Se estima que para 1950 habían muerto 200.000 personas por las radiaciones emitidas del uranio 235 de la bomba. Tres días después, sin dejar lugar a reconsiderar la rendición por parte del gobierno japonés, el 9 de agosto fue lanzada la segunda bomba atómica, esta vez de plutonio, sobre Nagasaki con peores consecuencias.
El uso de las bombas atómicas por parte de los EEUU fue completamente innecesario desde el punto de vista militar y sólo tuvo como finalidad probar y experimentar los efectos de un ataque atómico sobre las ciudades japonesas. Tanto Hiroshima como Nagasaki poseían un valor nulo como objetivos militares, de hecho ambas ciudades fueron “preservadas” de los bombardeos anteriores para medir mejor los efectos devastadores de las bombas atómicas. El ataque a Nagasaki no esta justificado por razón de ninguna clase. La única justificación es la bestialidad imperialista.
Los nombres de la masacre atómica yanqui de Hiroshima y Nagasaki le sirvieron a Harry Truman, presidente de los EEUU para sentarse a negociar con la URSS en el fin de la guerra mundial y atemorizar a todos los pueblos del mundo.
Las miles y miles de víctimas de ambas ciudades fueron el experimento de la barbarie del imperialismo norteamericano, como antes lo fue Guernica, masacrada por los nazis. Así hoy se abate el genocidio sobre el pueblo palestino bajo las bombas del ejército de Israel, la misma barbarie.

<strong>R.C.</strong>

Publicado en: 
Jueves, Agosto 14, 2014 - 21:45

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