Datos de pobreza y salarios - Trabajadores cada vez más pobres

Miércoles, 9. Julio 2025

En junio el gobierno hizo alarde de las cifras publicadas por el INDEC que establecen la pobreza en un 31% para el primer trimestre de 2025, unos 7 puntos menos que igual período de 2023. 

Es cierto que las cifras de pobreza, tras el salto de principios de 2024 producido por la devaluación inicial del peso y el consecuente fogonazo inflacionario, tendieron a estabilizarse y disminuir paulatinamente, acompañando la recuperación de la actividad económica y el consumo (tras un primer semestre de 2024 fuertemente recesivo) y la continuidad de la desinflación. Lo anterior ocurre a pesar de que los salarios de abril 2025 se encuentran por detrás de los de noviembre 2023 en un -6% (privados -1%, públicos -15%). 

¿Cómo se explica esa paradoja de menor pobreza con salarios más bajos? Según el sociólogo Daniel Schteingardt, en parte se debe a razones estrictamente metodológicas. 

En primer lugar, la medición de la pobreza arroja cifras “exageradas” en contextos de alta inflación por el desfasaje temporal entre los ingresos de la gente (mes anterior) y los precios de los productos (mes presente). A fines de 2023, esa distorsión llegó a explicar hasta 7 puntos del índice de pobreza. Entonces, una parte de la disminución de la pobreza observada en 2025 se debe a las menores distorsiones propias de un contexto de baja inflación: actualmente, la distorsión es aproximadamente 1 punto. 

Por otro lado, desde 2024 las personas que participan de la Encuesta Permanente de Hogares (con la cual se calcula la pobreza) dejaron de subdeclarar ingresos, una distorsión usual en este instrumento de medición. La magnitud del comportamiento explica unos 4 puntos de la caída de la pobreza observada entre 2023 y 2025. Además, un aumento menor de los precios de los alimentos en comparación con la inflación general morigeró el incremento del costo de la Canasta Básica Total con que se calcula la pobreza (la CBT, con preponderancia de alimentos). En otras palabras, con menos salario se compran iguales alimentos y, por ende, técnicamente menos personas caen bajo la línea de pobreza.

Finalmente, la medición del poder adquisitivo de los salarios se realiza contra el índice de precios al consumidor que, como señalamos, tuvo un incremento mayor a la CBT. Por ende, los salarios muestran una caída en simultánea paradoja con la disminución de la pobreza. Además, no existe desfasaje temporal en el cálculo de salarios vs inflación: la medición compara cifras del mismo mes, con lo cual -a diferencia de la medición de pobreza- el índice no mejora gracias al contexto de baja inflación. 

Schteingardt concluye que los índices no parecen sostenibles a mediano plazo, en tanto el dólar barato (eje central de un modelo insostenible) es el factor explicativo de la disminución de la inflación y el repunte de la actividad económica y el consumo. En ese sentido, la restricción externa (o “falta de dólares”) y la perspectiva devaluatoria amenazan con romper los dientes del engranaje económico libertario.

A la relativización de la baja de la pobreza se suma la situación del desempleo, que no mejora a pesar del crecimiento de la actividad económica. En el primer trimestre de 2025 se ubicó en 7,9%, el mayor valor desde la salida de la pandemia (2022) y un 1% más de desocupados (son 250.000 personas) desde 2023. Además, se acompaña con mayores índices de precarización laboral: hay menos empleo formal y más cuentapropismo y otras formas de trabajo no asalariado.

Volviendo a los salarios, días atrás el gobierno lanzó la insólita afirmación de que en abril los salarios le habían ganado en promedio a la inflación. Tomando en cuenta que, según el Indec los salarios formales subieron en promedio 2,4% frente al 2,8% de la suba de precios, la correlación positiva se explicaría por los ingresos informales que habrían subido un 7,7%. Por supuesto, el gobierno presente los números como mejor le conviene. Primero, porque el dato último no es de abril sino una proyección del recogido en noviembre del año pasado. Segundo, porque no es lo mismo salario que ingreso: en esta última categoría pueden entrar la AUH o la tarjeta alimentar, por ejemplo. Es curioso que se pretenda que los salarios informales subieron por encima de la variación de precios, cuando casi todas las paritarias cerraron por debajo de la inflación en el primer trimestre del año.

Un gobierno que miente con los números nos deja claro cuál debe ser el trato que tiene que recibir por parte de los trabajadores. 

David Paz

Miércoles, Julio 9, 2025 - 18:30

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