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Ciencia para el pueblo
Sin que propios y extraños puedan advertir el real alcance del estudio socio ambiental de Monte Maíz, parece que el mismo no ha alcanzado aún un techo dado el encadenamiento de circunstancias y actores contrapuestos observados a lo largo de los últimos meses.
Por caso, en la edición del matutino La Voz del Interior del 11 de mayo último, fue la Unión Industrial de Córdoba (UIC) quien salió a criticar el estudio alineándose con la Secretaria de Agricultura de la Provincia y la propia Universidad Nacional de Córdoba quienes, como se recordará, habían coincidido en desacreditar la investigación realizada por un grupo de docentes y estudiantes en octubre de 2014 por el presunto carácter anticientífico de la metodología y los resultados obtenidos.
Pero lo cierto es que el aspecto científico que vincula a los cultivos transgénicos con distintas enfermedades, entre ellas el cáncer, se ha convertido en el Talón de Aquiles del poder político entrelazado a los agro-negocios. Y es ésta la razón por la cual empresarios y políticos afines han salido a atacar a las distintas investigaciones en curso llegando al punto de afirmar, como en el caso de Monsanto, que el informe de la OMS sobre el carácter cancerígeno del glifosato y otros agroquímicos representa una suerte de “ciencia basura”.
Sin embargo, la lata de los empresarios no podría haber sido más oportuna teniendo en cuenta que durante la madrugada del día en que dieran a conocer sus críticas a favor de una “ciencia pura”, se produjo un incendio intencional en el ingreso a la casa de Sofía Gatica, la principal referente de Madres de Barrio Ituzaingó, quien, además venía de sufrir el bloqueo de su cuenta de Facebook por la denuncia realizada por el lobista de Monsanto, José Miguel Mulet, quien la acusó de “terrorismo ambientalista” ante la Embajada de España. Es decir, los empresarios mostraron la hilacha y su verdadero interés, que no es precisamente velar por el conocimiento científico.
De esta forma, si alguien dudaba del entrelazamiento existente entre la ciencia del sistema y su preocupación por la supervivencia del mismo, en especial por la salvaguarda de las inconmensurables ganancias producidas por la renta de la tierra, no tiene más que seguir este caso paradigmático, el cual, como correlato, muestra la creciente movilización de activistas ambientalistas y vecinos afectados como en los casos de Barrio Ituzaingó, el Municipio de Malvinas, Monte Maíz y también de los afectados por la empresa Porta quienes no dudaron en encadenarse al palacio municipal de Córdoba. Fenómeno de masas que corre a favor de la ciencia al servicio de los sectores populares, e inquieta a los magnates del monopolio de los agro-negocios.
Pero eso no es todo. Las muestras de apoyo de científicos de distintas partes del mundo al grupo de trabajo encabezado por Medardo Ávila Vázquez, las iniciativas de distintas sociedades científicas ofreciendo patrocinar la publicación de los resultados de Monte maíz, el apoyo expresado por colegios profesionales, gremiales hospitalarias, gremiales médicas, gremiales docentes, estudiantiles, organismos de derechos humanos, etc., dan cuenta de la importancia del frente formado en torno a este problema, de su profundo sentido social y de la posibilidad de obtener una victoria ante adversarios tan poderosos como los principales grupos monopólicos que pretenden regir los destinos de la economía y la política nacional.
Jorge Díaz
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