Chubut | Presente, pasado y futuro

Los docentes chubutenses entran ya en la semana 12 de paro. A esta lucha se le han sumado los estatales y varios sindicatos -como los trabajadores viales y camioneros- y cuentan con la solidaridad de diversos gremios de todo el país. La propuesta de pagar por goteo escalonado los sueldos adeudados por el gobierno del peronista Mariano Arcioni, no logra apagar el incendio que la represión estatal y paraestatal, sumado a las muertes de dos maestras y el descarado auto aumento del propio gobernador, desataron en la provincia.

El gobierno local no cuenta con el favor del todavía oficialismo de Macri, lento y sin muchos reflejos ni fondos para “ayudar” a una provincia desbordada: desbandado en la retirada, el ejecutivo nacional ya tiene bastante con sus propios desbordes. Del otro lado, el proto presidente Alberto Fernández, tan locuaz a la hora de pedir a los desocupados que aguanten el hambre en silencio y en sus casas, a los trabajadores que no hagan paro y al mercado financiero que le de soga, nada dice de su socio en desgracia. Lejos quedó aquel 9 de junio, cuando libándose las orejas lo invitaba a tomar un café a Sergio Massa, quien se abrazaba a un Arcioni que estrenaba su contundente reelección como su capital propio para negociar la entrada al frente todes. A estas alturas el Alberto solo alcanzó a echarle la culpa al muerto por esta otra pesada herencia. Es literal: al ser increpado por un notero ante su falta de definición sobre la crisis provincial, Fernández adjudicó la responsabilidad al fallecido ex gobernador Das Neves.

Mas allá de las culpas puntuales cabe preguntarse: ¿cómo puede estar quebrada una provincia con la cantidad de recursos naturales que tiene Chubut? Esta pregunta se le puede hacer también al país entero, y esto va más allá de las administraciones vernáculas y coyunturales. El otro dato llamativo es que toda la solidez del triunfo electoral del gobernador chubutense se desvaneció en el aire en pocas semanas, al calor de las protestas populares. Tal parece ser el panorama, donde esta democracia devaluada entrega al vencedor electoral un capital de legitimidad ya depreciado desde el vamos. La crisis económica de fondo y el estallido social producto del hambre que esta genera, son la tensión inmanente que amenaza devorar tanto a candidatos como a la propia elección.

Jorgelina Ruiz Díaz y María Cristina Aguilar eran docentes de la escuela secundaria 738 de Comodoro Rivadavia. Fallecieron en un accidente automovilístico cuando regresaban a sus casas luego de una protesta en Rawson. Junto a ellas, Sonia Florentina, Claudia Ramos y Rosa Sandón resultaron heridas de gravedad. El hecho terminó por desatar la furia de los trabajadores que tomaron la legislatura pasando por encima de los policías que custodiaban la puerta y que les arrojaron gases lacrimógenos para intentar disuadirlos, lo que no hizo más que enardecerlos. Este es el botón de muestra de los ánimos en la provincia. 

La crisis en Chubut es una copia a escala de la crisis nacional, con la culpa en el pasado, el hambre en el presente y más ajuste en el futuro. La por ahora oposición y el por ahora oficialismos unifican su mensaje: la seriedad en los planteos, la paciencia, la responsabilidad y el compromiso con la difícil situación, etc., son los eufemismos con que nos endulzan la pastilla de siempre: “las grandes mayorías debemos vivir cada vez peor, para que la provincia o el país salga adelante”. Este verso solo dura hasta que los trabajadores y el pueblo les dicen basta.

Carlos Quiroga