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CABA - Reflexiones sobre la lucha de los secundarios
Los estudiantes secundarios tienen la costumbre de prender una chispa y así encender una pradera. Este año no fue la excepción.
Considerando que para muchos estudiantes era la primera vez que estaban en sus colegios secundarios, quizás sin conocer demasiado a sus compañeros y compañeras, y sin demasiada experiencia previa de organización y de lucha, podría haberse esperado que este año no hubiese repuntado un proceso de grandes magnitudes. Pero los problemas en las condiciones edilicias y de estudio, la falta de becas y viandas tanto nutricionales como universales - que ya eran un problema antes de la pandemia - se profundizaron. Y a eso además se le sumaron las pasantías obligatorias, que quitan horas de clase para que estudiantes trabajen gratuitamente, sin ningún tipo de contenido didáctico ni pedagógico y, en general, para compinches del gobierno de Larreta.
Todo esto, más el ímpetu y la frescura de la juventud que puede lo que parece inimaginable, generaron las condiciones para que los secundarios se pusieran en pie de lucha, organizándose en asambleas y cuerpos de delegados, decidiendo tomas y pernoctazos y una masiva movilización. Y así, algunos secundarios que comenzaron a tomar sus instituciones, generaron la chispa para que muchos otros tomen medidas similares. Y en el proceso que esos estudiantes no sólo discutieran sobre sus pasantías o las viandas, sino sobre los problemas generales que ven en la educación, en el país y -por qué no- además de debatir sobre los problemas, pensar qué es lo que hay que cambiar, y cómo hacerlo.
Todo este proceso lo llevaron adelante enfrentando una fuerte persecución política por parte de Larreta y en especial de la Ministra de educación Acuña. Y no sólo hacia estudiantes sino también a sus familias. Hubo desde amenazas, listas negras con datos de menores, hasta judicializaciones a madres y padres. Algo que recuerda a los métodos de la dictadura.
El repudio fue tal que su lucha permitió también empujar a la docencia a llevar adelante paros masivos en apoyo a la lucha estudiantil pero sobre todo por sus propias exigencias salariales, de condiciones laborales y contra nuevas exigencias como las de tener que trabajar los sábados. La movilización estudiantil tuvo la capacidad de contagiar a un sector que venía con mucha bronca pero a la vez muy golpeado, haciendo que vuelva a las calles y a parar masivamente.
Es por eso que la exigencia de renuncia a Acuña sigue más que vigente y que la movilización al Ministerio de Educación con permanencia es una acción indispensable para marcar el repudio hacia su figura y lograr su renuncia. Las internas dentro de Cambiemos permite ganarle al gobierno si las medidas son contundentes, como lo demostraron hace pocas semanas los residentes y concurrentes de CABA.
Lamentablemente, si bien un grupo de distintos secundarios definieron movilización al Ministerio de Educación de CABA con permanencia, la conducción de la CEB y la Celeste de UTE decidieron no darle apoyo, y cerrar el conflicto levantando las tomas y movilizando simbólicamente a la Legislatura, sin que haya habido ningún tipo de respuesta favorable ni resolución a ninguno de los puntos del reclamo.
Que los estudiantes hayan generado semejante proceso de lucha sobrepasando los límites que pretenden imponer las direcciones estudiantiles y docentes kirchneristas, es admirable y demuestra que la organización por abajo es posible y puede generar grandes avances. Será necesario pararse sobre lo logrado y aprendido para generar batallas aún más profundas, coordinando con todos los sectores dispuestos a dar la pelea a fondo que permitan desbordar a las direcciones burocráticas y lograr torcerles el brazo a Larreta y Acuña.
En lo inmediato, hay que promover la elaboración de conclusiones políticas para consolidar la experiencia desarrollada de cara a ponerla en juego el próximo año. Más allá de conseguir las mejoras por las que se peleó -rubro en el que no hubo grandes avances, por cierto- lo más importante es clarificar los blancos políticos. Se trata de una tarea muy importante para quienes transitaron la pelea de este año. En ella pueden aportar otros sectores como los terciarios que, si bien no fueron el centro de la movilización, pueden ofrecer su experiencia de enfrentamiento a este gobierno. Más aun cuando la ministra Acuña pretende lanzar su candidatura a la Jefatura de gobierno. Hay que demostrar en la práctica que tal cosa no es viable: la lucha estudiantil está lejos de haber dicho su última palabra.
Jacinta Gray
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