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Basta de pagar deuda con el esfuerzo del pueblo
La discusión entablada en el Congreso de la Nación acerca del acuerdo de Macri con los Fondos Buitres se ha convertido en una cuestión de números (dólares más, dólares menos) y no en una diferencia acerca de si corresponde o no pagar la deuda, en este caso al remanente de acreedores que no ingresó al canje en 2005 y 2010.
Se trata de una escena de pugilato por el regateo independientemente de que corresponda o no el pago, precisamente porque la doctrina de los actos propios impide ese razonamiento tanto a radicales como a peronistas, siendo ese es el visto bueno que Macri tiene para pasar con los dólares por la ventanilla.
Por eso, lo único que ha generado dudas en el Congreso ha sido la intervención de la Cámara de Apelaciones de Nueva York, quien dejó en suspenso el fallo de Griesa creando incertidumbre acerca de potenciales reclamos por parte de los acreedores que aún permanecen sin acordar con la Argentina.
La derogación de la Ley Cerrojo por la cual el ex ministro Lavagna fijó en su momento un plazo para la aceptación de la oferta argentina y de Pagos Soberanos por medio de la cual el kirchnerismo propuso a Argentina y a Francia como lugares de depósito de los pagos a efectuar en vez de los Estados Unidos (condición exigida por Thomas Griesa), no cambia en nada la voluntad de pago de la deuda por capítulos por parte de toda la cúpula gobernante, aún del propio Frente Para la Victoria quien por estos días pretende pintarse de oposición consecuente.
En tal sentido, vale recordar que tras el default fue el kirchnerismo quien arregló primero con el FMI, luego con Repsol, más tarde con el Club de París y, finalmente, intentó hacer lo propio con los denominados Fondos Buitres en sede judicial estadounidense, la cual fue aceptada de entrada por el gobierno K aunque después intentara despegarse endemoniando al Juez Griesa, por presunta “encarnación del mal”.
Un dato clave en todo este culebrón es sin dudas el fallo del Juez Jorge Ballesteros del año 2000 quien, a instancias de Alejandro Olmos (querellante contra Martínez de Hoz), declaró la ilicitud de la deuda generada durante la dictadura militar y remitió el fallo al Congreso sin que éste discutiera su acatamiento como si en cambio hizo con los fallos de la justicia norteamericana, a todas luces contrarios a la Argentina.
Entonces, ahora, el progresismo le recrimina a Macri aceptar una quita menor en relación a lo acordado con otros fondos buitre, pagar intereses adicionales, pagar sumas exorbitantes a abogados en concepto de honorarios y asumir que el acuerdo se pueda rescindir sino se concreta antes de las 12.00 pm, hora del Este, del jueves 14 de abril próximo.
Concretamente, la oferta argentina para los buitres con sentencias pari passu (igualdad de trato) fue con una quita del 27,5 al 30% del reclamo. En esa categoría está Paul Singer y el resto de los buitres que en su momento no acordaron, pero ahora obtendrían una del 25% que sumada a otros beneficios la llevaría al 22,5%.
En términos generales el acuerdo significará que:
• Macri reconoce el 75% del total de la demanda por 5891 millones de dólares de modo que el monto a pagar será de 4418 millones de dólares.
• Macri acepta un interés del 2% anual desde el 1° de marzo hasta la última fecha de pago definida el 14 de abril. Esto significa una tarifa diaria de 322.795 dólares.
• Macri se comprometió a pagar 235 millones de dólares en concepto de reembolso a estos fondos buitre por honorarios legales que abonaron ya sea en Estados Unidos o en cualquier otra jurisdicción a nivel mundial.
De esta forma, el pago total será de 4568 millones de dólares con lo que la quita global pasará del 25,0 al 22,5% de la sentencia monetaria y, seguramente, el Parlamento la aprobará por convicción profinanciera y por temor a que el macrismo (sin mayoría propia pero con voluntad de controlar al Congreso) avance en distintos temas de corrupción, como, por ejemplo, la letra chica del acuerdo YPF- Chevron, hoy un simple chantaje que, de avanzar, podría convertirse en un nuevo escándalo tipo Lula-Petrobras, pero teniendo como centro del escándalo nada más y nada menos que a la mismísima Cristina Fernández.
Jorge Díaz
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