Autoconvocatoria: avanzar en la unidad del campo popular

El tribunal del juicio popular a la deuda y al Fondo Monetario Internacional, organismo creado por la "Autoconvocatoria por la suspensión del pago e investigación de la deuda"; ha dictado sentencia.

Forjado en la más pura tradición de los tribunales éticos de opinión internacionales, teniendo como antecedentes, entre otros, al "Tribunal Permanente de los Pueblos" (1979), al Tribunal Russell que enjuició a la guerra de Vietnam y a la dictadura argentina, al Tribunal de los Pueblos sobre la deuda" (2002) o más cercanamente al "Tribunal Ético sobre la deuda externa y las políticas de ajustes neoliberal" (Buenos Aires,2000), el presente Tribunal, llevado adelante por decenas de organizaciones de derechos humanos, movimientos sociales, partidos políticos populares, asambleas y referentes del campo del pueblo, se ha erigido en un dedo acusatorio, condenando los crímenes y delitos de variada naturaleza, llevados adelante o tolerados por los distintos gobiernos en la república Argentina en las últimas décadas.

Integrado, entre otros, por Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas, Alejandro Bercovich, Nina Brugo Marcó y Miguel J. Rodríguez Villafañe, el tribunal ha prestado especial atención a las diferentes temáticas afectadas de manera catastrófica por la deuda. Salud y ambiente, hambre, territorio y soberanía alimentaria; trabajo; mujeres,feminismos y disidencias sexuales; agua y extractivismo; pueblos originarios; educación; habitat; niñez y juventud; violencia institucional y represión estatal; jubilados; clima; pueblos de nuestra América; ciencia y tecnología; cultura y comunicaciones; energía; etc, todas éstas realidades han sido profundamente afectadas y/o moldeadas por el continuo y criminal desangramiento económico, al servicio del pago de una deuda contraída a espaldas del pueblo y en abierta contradicción con sus derechos e intereses.

Así, el modelo productivo argentino, responde al dictado de los Organismos Financieros Internacionales, en complicidad con las clases dominantes nativas, sostenedoras de una economía basada en el agronegocio, la exportación de materias primas, la fuga de capitales, la supremacía del capital parasitario por sobre el productivo, y el monopolio, en pocas y privadas manos, de todo aquello necesario para la vida (o supervivencia) de las masas populares.

Los recortes presupuestarios, los ajustes descarados, el desguace de la salud y la educación, los salarios miserables, la sustentabilidad planificada de un gigantesco ejército de desocupados, como chantaje permanente a los trabajadores "que aún trabajan", la falta de vivienda, la represión del conflicto social, la perpetuación de las bandas narco-policiales, las zonas liberadas, el gatillo fácil y muchas otras atrocidades aparentemente "circunstanciales" son las medidas necesarias para sostener un modelo de subdesarrollo, dependencia, hambre, miseria y represión.

Por otra parte, el tribunal ha declarado al proceso de endeudamiento argentino como un "crimen de lesa humanidad", cuya consecuencia ineludible es un "genocidio" sobre la población de nuestro país.

Si bien las muertes producidas por el hambre y la pobreza extrema no han sido contabilizadas es evidente a todas luces que su número,de lograrse algun resultado, sería apabullante y escandaloso.

Entonces estamos hablando de crímenes... y de criminales. Y todo crimen, todo criminal, necesitan un castigo.

En ese sentido el tribunal no llega lejos. Plantea recomendaciones, exhortaciones a éste y a los gobiernos por venir: auditoría de la deuda, suspensión de los pagos, acciones revocatorias de acuerdos, medidas de sanción y reparación, nóminas de tenedores de la deuda, balance de costos y comisiones, lista de estudios jurídicos aliados al FMI y otros. Sólo el pueblo sublevado y organizado podrá hacer justicia. No obstante estas iniciativas deben ser valoradas pues significan un aporte extraordinario a la unidad del campo popular, a la organización y la generación de una conciencia política antiimperialista y proletaria, en pos de las batallas por venir.                                                                                 

Claudio Gallo