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Agitado Mar de la China
El reclamo que lleva adelante el gobierno de Pekín sobre las islas del Mar de la China Meridional, las islas Spratly y Paracelso, recibió un rechazo por parte del Tribunal Internacional de la Haya que, a mediados de julio, desconoció sus pretensiones de soberanía territorial sobre el archipiélago. A la vez sí fueron reconocidas las pretensiones de Filipinas cuya posición es respaldada por los Estados Unidos. El ministro de relaciones exteriores chino declaró que el fallo del tribunal “es nulo y sin valor” y reafirmó la soberanía de su país sobre los arrecifes que ellos llaman Nanhai Zhudao.
El sistema de alianzas que ha tejido la política exterior estadounidense como fruto del reordenamiento estratégico en esa zona, posterior a la Segunda Guerra Mundial, es visible en los gobiernos de Japón, Corea del Sur, Australia, Filipinas y Tailandia, muchos de los cuales poseen bases militares, depósitos de armas y puertos donde las fuerzas yanquis pueden reabastecerse y generar una rápida intervención militar en la zona.
Los EE.UU. con la decisión del tribunal de La Haya en el bolsillo desplegaron en la zona dos portaviones (USS Stennis y USS R. Reagan) en el mar de Filipinas con el pretexto de ejercicios militares. A su vez el ministro de relaciones exteriores chino advirtió “que EE.UU. no viole la soberanía” porque “China está dispuesta a proteger firmemente su territorio”. Pekín desplegó también buques de superficie, aviones, submarinos y fuerzas de guardia costera para realizar ejercicios tácticos en las islas. Taiwán mandó una fragata para patrullar la zona y Japón envió dos destructores que navegaron acompañados de barcos de guerra filipinos.
Y a la hora de mostrar músculo Pekín posicionó, a finales de julio, sobre el banco de arena (Bajo de Masinloc) de las islas en disputa uno de sus modernos bombarderos nucleares, a la vez que cuatro corbetas cerraban la zona de pesca utilizada por Filipinas. El gobierno chino afirma que es una respuesta a los vuelos realizados por los B-52 estadounidenses pocos días antes.
El ascenso de la tensión militar alcanzó una de sus cimas cuando a comienzos de este mes el gobierno chino llamó a su pueblo “a entrenarse para una guerra popular en el mar” dando a entender claramente que China está dispuesta a contestar con todo su potencial cualquier provocación. Como contrapartida los EE.UU. enviaron a la zona una escuadrilla de bombarderos estratégicos B1-B Lancer a la vez que intenta desplegar el sistema de misiles THAAD (terminal de defensa aérea de gran altitud) en territorio de Corea del Sur para defensa sobre la posibilidad de que Pionyang ataque Seúl. Como era de esperar Corea del Norte amenazó con una respuesta “física” a la instalación de las baterías de misiles de los EE.UU.
La táctica norteamericana de presionar a través de sus aliados a Pekín, no está dando buenos resultados. China no sólo sigue firme con su expansionismo en el mar a la vez que muestra tecnología y capacidad de respuesta. ¿Cree conveniente el militarismo yanqui abrir dos frentes a la vez, con Rusia en Oriente Medio y con China en Asia meridional? La disputa interimperialista por el reordenamiento mundial amenaza con descontrolarse ante la menor provocación. Crecen las tensiones bélicas y hacia una guerra de rapiña. Pero también es la hora de los pueblos por abrir camino en la lucha por su liberación del dominio imperialista.
R.C.
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