Aerolíneas Argentinas ¿Qué hay detrás del conflicto?

En las últimas semanas aparecieron en los noticieros los aeropuertos mostrando un gran caos para bajar de los aviones, subir y retirar las valijas. El gobierno aprovechó para decir que iba a avanzar en la privatización de la aerolínea, que iba a poner a la policía a bajar a la gente de los aviones y que los trabajadores eran unos secuestradores.

Como nos tiene acostumbrado el gobierno actual, tira distintas frases para trabar cualquier tipo de discusión, buscando siempre con la desinformación cumplir el objetivo de seguir haciendo daño.

El conflicto actual

En los últimos meses se profundizó la discusión paritaria con los trabajadores de Aerolíneas, los cuales finalmente esta semana luego de un cuarto intermedio y varias horas de discusión lograron llegar a un acuerdo con los directivos de la empresa para un aumento del 16% y apuntando a que el próximo sea del 30%. Para eso entregaron algunos beneficios que tenían hasta el momento. Se avanzaría con el acuerdo y de momento dentro de la negociación está planteado que no se lleve la empresa a la categoría de “crisis”, que sería un paso necesario para avanzar en el camino de su privatización.

¿Cuál es la contradicción a resolver con Aerolíneas?

El debate se propone de una forma muy básica. Al igual que la salida del gobierno que no termina siendo una salida factible, Aerolíneas Argentinas no da ganancias y de momento tiene un costo alto para el estado nacional. Este problema no se soluciona con el ajuste a los trabajadores: el déficit estructural no se explica por los salarios.

Tampoco pareciera que una venta de la empresa y pasaje al sector privado permita solucionar alguno de los problemas. Sí claramente va a tener varios beneficiarios que Aerolíneas deje de estar bajo la órbita del estado nacional, perdiendo así uno de los instrumentos para mediar en el mercado del transporte aéreo. Las aerolíneas “low-cost” compiten en el mercado local sobre la base de flexibilizar las condiciones de sus trabajadores y de brindar un servicio de peor calidad, que se traduce en cancelaciones y hasta riesgos para la seguridad. En el nombre de la “libertad de empresa”, el gobierno les hace lobby, a la par que no pocos funcionarios de cuando Macri fue presidente pusieron un pie en el negocio.

Que una empresa sea pública no es un valor en sí mismo. El eje rector para definir si una empresa debe ser pública, es al servicio de quién está. De nada sirve que las empresas sean públicas si se ponen al servicio de los monopolios y la especulación.

Para ser más gráficos, en los últimos años, la importancia de las empresas públicas en la economía mundial aumentó. Mientras que en el periodo 2000-2002 representaban el 5% del total de ingresos de las dos mil empresas más grandes del mundo, esta participación aumentó a un 17% en el 2016-2018. En 2018, el total de activos de las empresas públicas alcanzó un equivalente al 50% del PIB mundial. Esto no tiene relación directa con el triunfo de revoluciones por el mundo ni con gobiernos de carácter popular o de izquierda.

Desde que el estado se posicionó como accionista mayoritario, Aerolíneas viene teniendo un alto costo de funcionamiento, que no deja de dar en negativo en la balanza. Si se analizan los resultados operativos como porcentaje de los ingresos de la empresa, se evidencia un mal desempeño desde el 2013 hasta el 2023. En los últimos diez años, si no se considera 2023 (por ser un estado contable incompleto) ni los años 2020 y 2021 de la pandemia Covid-19, la empresa operó con un resultado operativo promedio negativo del -22% sobre ingresos. Son valores extremadamente malos y con una tendencia sostenida. Por lo general las aerolíneas a nivel global suelen dar un margen positivo de entre un 4% y 8%. Sin contar los años de pandemia que fueron de pérdidas para todas.

En el caso de querer venderla, sería una buena pregunta a quién, de la misma forma que establecer la quiebra también tendría serios costos económicos para el estado.

“Una estimación razonable en relación con el impacto económico y social sería suponer un valor equivalente al aporte anual de la empresa al producto bruto aeronáutico, turismo y conectividad. Según los cálculos realizados por la empresa, el costo ascendería a unos USD 6017 millones. Otros costos de esta decisión serían: la pérdida de los pasajeras que tendrían comprados pasajes de Aerolíneas Argentinas al momento de la quiebra, que a junio de 2023 era una cifra equivalente a USD 497 millones (ingresos diferidos por tráfico aéreo); la pérdida para el Banco de la Nación Argentina por unos USD 200 millones por créditos y avales otorgados por la compra de la flota de Embraer; el pasivo laboral por indemnizaciones que ascendería a unos USD 900 millones (en una quiebra podrían no pagarse, pero son un costo contingente); y los pasivos comerciales que incluyen empresas como YPF, con importantes acreencias con la aerolínea por la venta de combustibles. En total se podría estimar un costo económico de USD 7614 millones (fund.ar, “¿Qué hacer con Aerolíneas Argentinas?”).

El problema viene por parte de la administración de la aerolínea. Da pérdidas por una mala productividad. A diferencia de la respuesta rápida que surge, que sostiene destinos que otras no y que no son rentables, es una respuesta que cae ante los datos: Aerolíneas tiene un porcentaje de ocupación de sus vuelos de un 84% (en la industria se estima que la ocupación promedio debe superar el 70% para lograr el equilibrio). Con lo cual, si bien es verdad que la participación de la empresa en el mercado de cabotaje es del 64% y vuela a 39 destinos nacionales, la mayoría de ellos con frecuencias diaria, y la mitad de ellos es la única empresa que opera, queda a las claras que esa no es la causante de las perdidas.

Exige un verdadero debate y plan para resolver primero el sentido de Aerolíneas Argentinas, luego ver si dentro de ese plan uno de los objetivos sea que la empresa sea rentable, de ganancias o no genere pérdidas, o genere la menor cantidad de pérdidas posibles.

Nada de esto está sucediendo con el gobierno de Milei, que viene a destruir y hacer el mayor daño posible en el menor tiempo. No le interesa defender nada que sea nacional, que dé algún beneficio al pueblo o pueda representar algún rasgo de soberanía. Es un gobierno que está al servicio de la especulación financiera, buscando alianza con el imperialismo yanqui y en clara sintonía con el sionismo.

Para qué

Hace algunas semanas, en un programa periodístico, se refería al tema Eduardo Menem, ex senador y referente del gobierno de su hermano Carlos Saúl, en donde se privatizó todo, incluida Aerolíneas. Allí planteaba “que alguien me explique para qué sirve una aerolínea de bandera”.

Aerolíneas Argentinas es la empresa que en 1966 realizó el primer vuelo sin escalas entre Buenos Aires y Madrid en 11 horas y 31 minutos, récord mundial de velocidad de la época; que en 1980 hizo el primer vuelo transpolar desde Buenos Aires, atravesando el Polo Sur y llegando a Auckland, Nueva Zelanda. 

Puede ser una herramienta fundamental para el desarrollo nacional, al servicio de las necesidades populares, en un país que es 8vo en extensión de territorio y que por lo austral de su ubicación no suele tener demasiadas empresas que tengan interés en el.

Para que Aerolíneas deje de ser improductiva tiene que estar dirigida con un objetivo de beneficiar a las mayorías, y debe construir de la mano de los trabajadores esa eficacia en la productividad. No es solo levantar una bandera de lo público, sino que lo público tenga un programa soberano popular y al servicio de los trabajadores.

En esa dirección hay que impulsar la lucha política. Los debates que aparecen por las reivindicaciones económicas, como es la paritaria, son la oportunidad para que cada trabajador discuta de fondo qué país construimos. A la vez que en el calor de las luchas se van gestando nuevos compañeros que confrontan con las políticas de este gobierno entreguista.

 Alexander Kan