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¿Qué subyace a los combates entre India y Pakistán?

En Cachemira, la tensión entre India y Pakistán ha aumentado significativamente tras un reciente ataque a turistas en la zona administrada por India, causando 26 muertes. India acusa a Pakistán de respaldar a militantes en la región, mientras que Pakistán niega cualquier implicación. Los ataques han provocado una escalada bélica, incluyendo bombardeos y fuego de misiles. Sin embargo, prontamente, se ha anunciado un alto el fuego mediado por Estados Unidos.
Tras una convivencia en permanente tensión, las relaciones entre India y Pakistán se deterioraron rápidamente luego de un atentado que provocó 26 muertes el 22 de abril pasado en un centro turístico ubicado en Palaham, la región india de Cachemira, zona en permanente disputa desde la independencia de ambos países luego de casi 200 años de dominio imperial (desde 1757 hasta 1947).
Pese a este incidente, auto adjudicado por el Frente de Resistencia, una organización pretendidamente ilegal en Pakistán, numerosos especialistas en temas internacionales no dudaron en cifrar la raíz del conflicto en las consecuencias del régimen colonial británico en el sur de Asia, consideración avalada por cuatro guerras recientes entre India y Pakistán.
Conflicto con historia
Ocurre que la "India británica", territorio bajo el dominio directo de la corona inglesa y una serie de Estados principescos títeres que incluía las actuales India, Pakistán, Bangladesh y Birmania, considerados la "joya de la Corona" debido a su importancia económica, política y estratégica, llegó a su fin en 1947, cuando tras la independencia el territorio fue dividido en India y Pakistán.
Dicha independencia no fue inocua ya que vino parida por una “bomba de tiempo”: Cachemira, región que los ingleses no delimitaron adecuadamente antes de abandonar la ex colonia, a fin de provocar una permanente zona de inestabilidad, es decir, una balcanización entre hindúes y musulmanes ubicados del lado indio y pakistaní de dicha región.
Vale señalar que la “joya de la Corona” fue el resultado directo del expansionismo mercantil británico a través de la Compañía Británica de las Indias Orientales, empresa comercial que tuvo un profundo impacto en la India al anticipar la expansión militar, el establecimiento de un sistema de gobierno colonial transferido luego a la corona tras la rebelión de los cipayos, y el monopolio del extractivismo y el comercio textil, aunque también de las especias y del opio a la China, que generaron grandes ganancias para la compañía y también desequilibrios de la economía que provocaron hambrunas y el quiebre de las industrias locales.
Por estas razones el dominio británico fue fuertemente resistido por el pueblo indio, quien a lo largo del siglo XX desarrolló un movimiento nacionalista liderado, entre otros, por Mahatma Gandhi, en busca de la independencia del país la cual, finalmente, logró acabar con el dominio británico pero no con el legado de inestabilidad política y de choques en la región que permanentemente fueron alentados por diferentes potencias extranjeras.
Militarización creciente
El actual escenario de enfrentamientos entre India y Pakistán viene precedido de una fuerte militarización, incluida la tenencia de ojivas nucleares por parte de ambos países y de armamento de última generación provisto por China en el caso paquistaní, y de Rusia en el caso indio; fenómeno aprovechado por los observadores y asesores militares de la OTAN para ver en terreno el desempeño del nuevo armamento, como el que hizo posible el derribo de cinco aviones indios por parte de Pakistán: tres Rafale de origen francés, un MiG-29 y el “imbatible” SU-30 de origen ruso. Situación que, de más está decir, ha elevado el valor de las acciones de las empresas chinas fabricantes de armamento defensivo.
Esta situación está calando con preocupación en el seno de los BRICS, donde India comparte el liderazgo junto a Rusia y China, ya que Estados Unidos pretende aprovechar la misma para intentar un realineamiento.
La política de EEUU tras el atentado adjudicado al Frente de Resistencia
Justo en el momento de la masacre de Palaham, el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, realizaba una gira de cuatro días por la India junto a su esposa siguiendo instrucciones de Trump quien, como se sabe, pretende una alianza con la India ante una eventual confrontación contra China, el adversario común de yanquis e indios.
Junto a esto hay un componente económico. India está recibiendo parte de los capitales occidentales y en particular los de EEUU que salieron de China tras la agudización de la guerra comercial y de aranceles. Es por eso que la gira de Vance busca encontrarle una salida política a la situación generada tras el arancel del 26% asignado por Trump a la India, más alto que el promedio mundial pero bastante más bajo que el 58% que le impuso a Pakistán.
De hecho, tras las escaramuzas fronterizas en Cachemira, Estados Unidos rápidamente apuntó a calmar los ánimos, razón por la cual prontamente se ofreció de mediador en un intento por lograr una tregua que evitara una nueva guerra de resultado riesgoso e imprevisible.
De modo similar Rusia, un importante socio de India como proveedor de armas y petróleo, también apostó a descomprimir la situación y mantener por ahora una postura aparentemente neutral.
Como contrapartida a la arremetida yanqui en la India, Pakistán permitió que China instalase una base con hasta 4.500 efectivos en Gilgit-Baltistán, una zona de Cachemira reclamada por India que pone en curso de colisión a los tres países si India, finalmente, intentara tomar la región por la fuerza.
Además, China ya lleva invertidos 57.000 millones de dólares en Pakistán, en especial en el corredor económico China - Pakistán que pasa por Cachemira y llega a los puertos de Karachi y Dawar. En este último, “el gigante asiático” tiene una concesión para operar una base civil con potencial militar, por lo que China depende de la presencia de Pakistán en Cachemira para sostener este proyecto que le permite atenuar los efectos de un eventual bloqueo indio a las rutas marítimas que transitan por el estrecho de Malaca, lugar por donde pasa el 80% del crudo que China importa y el 60% de sus exportaciones.
En este clima de fluctuación hay sin embargo algo certero: el juego descarado de muchos actores en las sombras, en el contexto de exacerbación de la guerra comercial y la disputa por los mercados entre las grandes potencias.
Jorge Díaz
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