¡Todo el poder a los sóviets!

La noche del 24 al 25 de octubre1  comenzó la insurrección dirigida por el Comité Militar Revolucionario2  que tomó por asalto los principales puntos estratégicos de la ciudad de Petrogrado3: Edificios gubernamentales, oficinas del telégrafo, la central telefónica, el Banco del estado, las estaciones de ferrocarril, fueron ocupadas por los bolcheviques;  bloqueando los puentes y principales accesos a la ciudad y rodeando el Palacio de Invierno donde estaba sesionando el Gobierno Provisional.  

Cuando llegó la hora señalada y vencido el tiempo del ultimátum dado al Gobierno Provisional, varios cañonazos del crucero Aurora, anclado en el río Neva, dieron la señal del asalto final sobre el Palacio de Invierno. Exactamente en esos momentos comenzaba a sesionar el Segundo Congreso de los Sóviets de toda Rusia. El Gobierno Provisional había sido derrocado y la mayoría de los delegados del congreso respaldaba el traspaso de todo el poder a los sóviets. De los 670 delegados, 300 eran bolcheviques. El Consejo de Comisarios del Pueblo, con Lenin a la cabeza, asumió el mando de la revolución. Una semana después, luego de intensos combates, el sóviet de Moscú se hacía con el poder. En las capitales de provincia los procesos que se sucedieron fueron análogos: los sóviets locales se hicieron cargo del gobierno.

“El carácter socialista de la democracia soviética –es decir, proletaria, en su aplicación concreta de hoy- consiste, primero en que los electores son las masas trabajadoras y explotadas quedando excluida la burguesía; segundo, reside en el hecho de que quedan suprimidas en las elecciones todas las formalidades y restricciones burocráticas: las propias masas determinan el orden y el plazo de las elecciones, gozando de plena libertad para revocar a cualquier persona elegida; tercero, reside en que se crea la mejor organización de masas de la vanguardia trabajadora, es decir, el proletariado de la gran industria, que le permite dirigir a las vastas masas de explotados , incorporarlas a una vida política independiente, educarlas políticamente sobre la base de su propia experiencia; por ello se emprende por primera vez la obra de lograr que toda la población aprenda el arte de gobernar y comience a gobernar.”4 

La figura fundamental que alumbró la experiencia  y la creatividad de las masas revolucionarias fueron los sóviets. La historia del famoso sóviet de Petrogrado, junto con el de Moscú y otros principales del resto de Rusia fueron los centros políticos en torno a los cuales se organizaron los revolucionarios y se conformaron centros de poder desde los que fue posible disputarle el poder al Gobierno Provisional.

Desde la Revolución de Febrero el Sóviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado fue el órgano de poder que aglutinó a los representantes de los obreros de la ciudad y a los soldados de la guarnición de Petrogrado. Con un delegado soldado por cada compañía y un delegado obrero por cada mil trabajadores, el sóviet comenzó a sesionar desde fines de febrero en el palacio Táuride,  ejerciendo el doble poder rivalizando con el Gobierno Provisional. La conformación de la estructura del Sóviet de Petrogrado retomaba la tradición de la insurrección de 1905: allí las masas de obreros y soldados insurrectos ya se habían organizado en asambleas de delegados por fábricas y regimientos constituyendo esta formación embrionaria de poder revolucionario.

Roberto Craviotto