La democracia soviética
Fecha de publicación: Noviembre 14, 2015
Publicado en: No Transar N° 102
Categoría: Histórico
A 98 años de la Revolución Socialista de Octubre
U
no de los conceptos prácticos sin el cual es imposible entender la Revolución Socialista de Octubre es la estructura organizativa, de gobierno revolucionario y de combate que fueron los soviets (Consejos o Juntas de trabajadores).
Los soviets han sido la base de la insurrección de 1905 en Rusia, así como de todos los hechos revolucionarios posteriores. “La Historia —como dice el escritor ruso Nevski— por medio de las masas obreras que la creaban, parecía pasar de una forma de organización a otra, modificándola cada vez, eliminando unos elementos, introduciendo otros, a veces simplificando, a veces complicando la organización.” En unos puntos, surgieron Soviets como un desarrollo natural de los Comités de huelga creados por los obreros ferroviarios. En otros, el desarrollo de los mismos Comités de fábricas y talleres. Dichos comités, que en un principio no perseguían otra misión que dirigir el movimiento huelguístico, se transformaban paulatinamente, bajo el impulso de los acontecimientos revolucionarios, en organismos representativos de toda la clase obrera, que se ponían de acuerdo con los representantes de los distintos partidos proletarios estableciendo una coalición de combate. Los Soviets de Petersburgo en un principio se trataban únicamente de un sistema de representantes de fábricas, delegados por sus compañeros para tratar con los patronos, recaudar dinero para los huelguistas, etcétera.
Sea como sea, el hecho es que la clase obrera rusa creó una organización completamente original que se distinguía de todas las demás organizaciones, tanto por el hecho de que fue iniciativa suya exclusivamente, como por los procedimientos empleados para su creación y los fines para que fueron constituidos. Los Soviets son creados únicamente por las clases revolucionarias (obreros, campesinos, empleados); se constituyen, no de acuerdo con la ley, sino por la vía revolucionaria, por la actividad directa de las masas explotadas, y se transforman en instrumentos de la insurrección y en el embrión del futuro poder proletario. En realidad, son ya un poder, la dictadura del proletariado en germen. Obraban como si fueran ya poder —dice Lenin— apoderándose por ejemplo, de las imprentas (Petersburgo), deteniendo a los agentes de la policía que impedían que el pueblo revolucionario realizara sus derechos. Actuaban como poder al incitar al pueblo a no dar dinero al Gobierno. Confiscaban los fondos de este último (Comités de Huelga de Ferroviarios en el Sur) y los dedicaban a satisfacer las necesidades del Gobierno, del Gobierno Popular, revolucionario. “Los órganos de Poder descritos por nosotros —dice asimismo Lenin— eran la dictadura en germen pues, pues ese poder no reconocía ningún otro poder, ninguna otra ley, ninguna otra norma, procediera de donde procediera. Un poder limitado, extralegal, que se apoya en la fuerza en el sentido más directo de esta palabra, es la dictadura. Pero la fuerza en que se apoya y aspiraba a apoyarse este nuevo Poder, era no la fuerza de las bayonetas, no la fuerza del dinero ni de cualquiera de las instituciones anteriores. Nada de esto. El nuevo Poder no tenía ni las armas, ni el dinero, ni las antiguas instituciones. ¿En qué se apoyaba esta fuerza? En la masa popular. He aquí el rasgo distintivo fundamental de este nuevo Poder en comparación con los órganos del poder anterior. Estos eran órganos de Poder de la minoría sobre el pueblo, sobre la masa de los obreros y los campesinos, Aquéllos eran los órganos del Poder del pueblo, de los obreros y campesinos sobre la minoría, sobre un puñado de agentes policiacos, de nobles o funcionarios privilegiados.
En los principios de 1905, los partidos obreros no se dieron cuenta de la inmensa importancia de los Soviets. Hasta diciembre, cuando la lucha tomó la forma de insurrección armada, no comprendieron toda su profunda significación. Hubo incluso tentativas de los representantes de dichos partidos para retirarse de esos nuevos órganos de poder revolucionario. Pero, sin embargo, los bolcheviques fueron los primeros en comprender la importancia de los Soviets como órganos de la insurrección, como el marco más apropiado para realizar el frente único de todos los elementos revolucionarios del proletariado, y así, a medida que los acontecimientos tomaban un carácter decisivo, eran los bolcheviques los que desempeñaban el papel principal de los Soviets.
“El poder soviético, o dictadura del proletariado, hace efectiva inmediatamente y por completo la igualdad de los ciudadanos, sin distinción de sexo, religión, raza o nacionalidad que la democracia burguesa prometió siempre y en todas partes, pero que no realizó en ningún lugar ni podía realizar debido al dominio del capital. El hecho es que esa igualdad sólo puede realizarla el poder de los obreros, que no están interesados en la apropiación privada de los medios de producción y en la lucha por su reparto. La vieja democracia, es decir burguesa, y el parlamentarismo, estaban organizados de tal modo, que precisamente las masas trabajadoras eran las que estaban más desplazadas del aparato de gobierno. Por el contrario, el poder soviético, es decir, la dictadura del proletariado, está estructurado de tal forma que acerca a las masas trabajadoras al aparato de gobierno. Este mismo propósito cumplen la unión de los poderes legislativo y ejecutivo en la organización soviética del estado, y la sustitución de los distritos electorales territoriales por unidades de producción, como talleres y fábricas. (…) sólo la organización soviética del estado puede destruir realmente de golpe y acabar para siempre con el viejo aparato burocrático judicial, es decir, con el aparato burgués, que se ha mantenido y tiene que mantenerse inevitablemente bajo el capitalismo. Incluso en las repúblicas más democráticas, y que es, en realidad, el mayor obstáculo en la aplicación de la democracia para los obreros y los trabajadores. La total destrucción del poder estatal es el objetivo que se han propuesto los socialistas, incluido, y en primer término, Marx. Si no se logra ese objetivo, la verdadera democracia, es decir, la igualdad y la libertad, es irrealizable. Pero su realización práctica es únicamente posible por medio de la democracia soviética o proletaria, pues al atraer a la participación permanente e ineludible en la dirección del estado a las organizaciones de masas de los trabajadores, comienza inmediatamente a preparar la total extinción del estado.”
(V.I. Lenin, I Congreso de la Internacional Proletaria, 2-6 marzo de 1919, Tesis e informes sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado)