“El terrorismo, entendido como ejercicio sistemático del amedrentamiento para subyugar una sociedad hasta enfrentarla con el Estado que la gobierna, alcanza en la era contemporánea una... Ver más
Siria a merced de la disputa interimperialista
El pasado 30 de octubre se realizó en Viena (Austria), una reunión entre los ministros de relaciones exteriores de Irán, Rusia, Estados Unidos, China, Arabia Saudita, Turquía, Francia, el Reino Unido, Alemania, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Egipto, Jordania, Omán, El Líbano, más representantes de la ONU y de la UE, acordó una declaración en torno a la crisis en Siria. La “Declaración de Viena” refleja el acuerdo entre los firmantes respecto a garantizar la unidad, la independencia, la secularidad y la estabilidad institucional de la República Árabe Siria. Busca acelerar acuerdos multilaterales para alcanzar la paz y brindar ayuda humanitaria, al tiempo que se plantea derrotar al Estado Islámico y el resto de los grupos terroristas, y llama a abrir un proceso político supervisado por la ONU, que debería conducir a elecciones y a una nueva constitución.
La reunión y la declaración resultante son expresión de un nuevo punto de equilibrio en el conflicto que se acerca ya a los cinco años de duración. En principio hay una pérdida de peso relativo por parte de los EEUU y el bloque de la OTAN, ya que hasta hace muy poco tiempo se negaban a discutir cualquier salida al conflicto que no empezara por la destitución de Al Assad al frente del estado sirio. Esta declaración parte de un hecho: Assad se queda, por ahora. En segundo lugar algo que ya no sorprende y es que Rusia, fruto de su entrada en escena en el último mes, se ha convertido en un actor de primer orden en la región, con capacidad para garantizar la estabilidad de un gobierno -el sirio- amenazado por todos sus costados, para obligar a EEUU y sus aliados a replantear toda su hoja de ruta, y para sumar a la mesa chica de negociaciones a su aliado Irán.
Semanas atrás Henry Kissinger -ex Secretario de Estado de los EEUU- sostenía en una entrevista que “mientras el Estado Islámico sobreviva y controle una extensión importante de territorio, las dificultades en Medio Oriente sólo pueden aumentar y complicarse. Por esto, destruir al Estado Islámico es más urgente que destituir a Bashar al-Assad”. De esto a la cooperación militar con Rusia hay un paso. En esa línea, Rusia y Estados Unidos acaban de firmar un protocolo de entendimiento bilateral que se orienta a brindar seguridad a sus vuelos militares sobre Siria. La aceptación de hecho de Rusia como actor en el conflicto por parte de EEUU, y la búsqueda por explotar “intereses comunes” parece ser el camino elegido por Obama para salir de una situación por demás incómoda. Nada más alejado de lo que reclamaban los líderes republicanos en EEUU, y de lo que la propia política exterior yanqui venía impulsando hasta hace muy poco: tanto Rusia como Irán, que hasta ayer eran objeto de una política de bloqueo comercial y aislamiento, hoy son reconocidas de facto como potencias en la región más caliente del mundo y asumidas como interlocutores de primera línea.
Así, la disputa interimperialista que venía tomando cuerpo en territorio sirio ha entrado en una fase marcada por la nueva correlación de fuerzas plasmada en el terreno y expresada por la “Declaración de Viena” y quienes la firmaron.
Sobre el destino de los pueblos de Siria, sobre su autodeterminación, bienestar y democracia, sobre los justos anhelos de paz nada se dijo, brillaron por su ausencia en esta cumbre.
Leo Funes
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