Las aguas bajan turbias

Viernes, 18. Julio 2014

Formosa y Misiones son golpeadas por una de las inundaciones de mayores dimensiones de los últimos tiempos. Las crecidas de los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay dejaron a miles de formoseños y misioneros bajo el agua.

Estas inundaciones, cada vez más fuertes y frecuentes en el noreste argentino, se deben a la incesante desforestación de los bosques nativos, sumadas a la erosión de los suelos por la permanencia del modelo de monocultivo sojero y los desajustes al sistema hídrico provocados por las represas construidas por los tres países, Argentina, Brasil y Paraguay.

Claro está que los más afectados como siempre son los sectores más pobres que debido al desplazamiento espacial producto de los negocios inmobiliarios se ven obligados a vivir en las áreas anegables cercanas a los ríos y fuera de las protecciones antiinundación que poseen las ciudades, como por ejemplo Formosa. Además de soportar la situación de refugiados a los que son sometidos por los gobiernos provinciales, hacinando a cientos de familias en lotes que ni siquiera poseen baños químicos, el mayor agravante es la destrucción de las economías de los campesinos, que pierden la totalidad de las pequeñas puntas de ganado y que de las estados provinciales jamás se hacen cargo, más allá de las declaraciones de emergencias provinciales o nacionales, siendo pérdidas irrecuperables para los más humildes.

La inacción de los gobiernos formoseño y misionero durante años con respecto a invertir en la infraestructura en estas áreas más vulnerables, es la razón de que las inundaciones pasen de accidente natural a tragedias humanitarias.


Rafael Vassir

Publicado en: 
Viernes, Julio 18, 2014 - 17:00

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