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Rosario contra la baja
En la ciudad de Rosario antes que en cualquier otra ciudad, se impulsó una multisectorial de organizaciones en contra de poner el foco del mal en la pibada, en medio de un contexto de hambre, desempleo y pobreza. La necesidad de coordinar acciones conjuntas y generar debates profundos es el más sano ejercicio de construcción de democracia desde abajo, con coherencia popular y conciencia de clase.
Desde la vuelta a la democracia en 1983, donde amplios sectores del pueblo eran entusiasmados con la propuesta “comer, curar y educar”, la discusión de la baja de punibilidad como solución a los problemas del pueblo fueron impuestos como un chamuyo para evitar lo importante, los verdaderos problemas: el desempleo general y juvenil (hoy un poco mayor al de 2001), el hambre, la falta de políticas que permitan sanear un barrio, construir una casa o mejorar los sistemas de salud y educación.
En estos 40 años las estadísticas sobre hambre y desnutrición infantil, de educación, salud y empleo nos dejan en vistas una tendencia que expresa que con la democracia no se come no se cura y no se educa. Esto es así porque las respuestas de los diferentes gobiernos fueron paliativas, es decir rodeando los intereses de los que más poder y medios concentran: monopolios, transnacionales y banqueros.
Por eso, crearon una fuerte asistencia directa de alimentos de mala calidad, ingresos mínimos y una preparacióndel control represivo con tecnología de avanzada y protocolos de los ejércitos imperialistas más sanguinarios, los de EE.UU. e Israel. Asistencia y represión fueron la forma de moldear y controlar la genuina bronca que se genera cuando se destapa un engaño: lo que en realidad se puede hacer con esta democracia tutelada.
El árbol no tapa el bosque, tapa la vista
El problema de nuestro pueblo no es cómo sancionar, encerrar y castigar a menores de 16 años. Desde 1983, este es el intento número 16 de discutir la baja de edad de imputabilidad, y si no ha encontrado cauce es porque han sido las organizaciones del pueblo las que tomaron el bastón, la palabra y las calles en dirección contraria, o diferente. Y esta no es la excepción.
En 2023, la Corte Suprema de Justicia de la Nación publicó un informe expresando que el número de menores de 16 años con imputaciones en la Justicia por delitos penales era del 1,1%. De esa cifra, solo el 1,4% habrían cometido un delito contra la integridad de personas y el 0,49% un homicidio. Es decir, no son los datos sobre la realidad los que dan lugar nuevamente a este debate, sino las opiniones impuestas bajo la pedagogía del castigo ejemplar y la exageración de los pocos hechos que involucran delito y adolescentes para crear un escenario de caos e inseguridad.
Nos toca dar nuevamente pelea sin cuartel contra la baja de punibilidad, que en criollo es seguir criminalizando al pueblo ante las violencias económicas y políticas que los gobiernos generan.
En el caso rosarino, la preocupación es amplia dado que se vincula el delito, las economías ilegales y juventud en un combo ideal para representar el mal social, el sujeto del terror. Pero ante eso se deja ver una agenda y consigna en común, que permite organizar y mejorar los vínculos de las organizaciones del pueblo: sindicatos de la docencia, de estatales, colegios profesionales, secundarios y universitarios organizados, curas tercermundistas y pastorales evangélicas, sectores del movimiento piquetero son (fueron y serán) la fuerza viva y consiente de cuáles son los males en el barrio, cual es el problema político detrás, pero principalmente quienes son el futuro.
En este momento político y social donde la pobreza, el valor de un salario, la informalidad, la inversión social y el hambre adquieren niveles similares o peores a los de 2001, y donde la crisis política por arriba se confunde con la dispersión organizativa por abajo, generar debates tan sensibles como polémicos, utilizando datos reales y trabajar sin mezquindades es una necesidad que va más allá de este tema, pero que nos permite diagnosticar cómo están los anticuerpos que solo la clase trabajadora puede generar para ponerle un freno a Milei y sus secuaces, romper los cercos mediáticos empresariales y volver a poner el foco en los responsables de las verdaderas causas que son el mal del laburante, sin dejar de darle una explicación ideológica.
¿Qué responsabilidad tiene un adolescente de la deuda con el FMI? ¿Y con la falta de inversión en industria nacional, comedores y escuelas?¿Qué lugar le cabe ante la vista gorda de jueces, “políticos” y policías en la inserción del narcotráfico a nivel regional y mundial?
Porque en todo caso hay que discutir sobre responsabilidad, es la que le cabe a los monopolios que expolian trabajo, recursos y ecosistemas, la de la dirigencia política aliada que les omite impuestos y concede leyes con las cuales terminan expoliando y destruyendo la cadena de valor de las industrias que generan empleo, la del FMI que en nombre de la democracia y la política ajustan los presupuestos destinados a educación, formación en oficio, créditos para vivienda, becas de estudio y empleo joven, y la de los adultos letrados que aminoran la genuina bronca de la juventud ante un país sin programas políticos ni posibilidades de un proyecto soberano, para después sorprenderse de como un “loco” como Milei es tan elegido por esta misma.
Arturo Matorras
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