Durante los meses de julio y agosto de 1978, en plena dictadura genocida, nuestro partido recibió un duro golpe represivo, al ser secuestrado un importante grupo de camaradas. Estuvieron... Ver más
La Medialuna
“Ayer pasaba por Warnes y Apolinario Figueroa; ahí en un bar de esa esquina que se llamaba La Medialuna, hace casi cuarenta años me reuní por última vez con Elías Semán. Encontré muy cambiado el bar, pero no pude menos que reflexionar sobre ese encuentro. Cómo un tipo como Semán se hacía tiempo para verme a mí, que era un militante casi periférico, no era dirigente ni mucho menos. Recordaba varias cuestiones de Elías. Primero esa alegría constante, esa actitud de vivir con intensidad y gozar de lo que está haciendo, de su humanidad. Él había tenido sus contratiempos, en cierta medida en el Congreso había sido relegado por Roberto Cristina, que era realmente un gran compañero. Pero esto de ayer me pasó con Elías. Por los juicios, por El Vesubio y juicios conexos como El Sheraton, me reencuentro con compañeros y converso, me llaman de la fiscalía para confirmar datos, para contactar compañeros. Me pregunto cómo es posible que muchos compañeros no estén hoy en el partido. ¿No seré yo que voy en contramano, en dirección contraria? ¿Qué es lo que sucede que a mí me han dejado una impronta tan grande estos camaradas? Los rememoro y realmente me llega muy fuerte la imagen de esa entrega sin límites, esa cuestión de querer cambiar las cosas y ponerlo todo, esas ilusiones, esas esperanzas y después el hecho que no se dio… Se pagó carísimo, pero también reflexiono que a veces es necesario que algunos, muchos, los mejores paguen con su propia vida, con su propia sangre para que se evolucione. Esa evolución se verá después. Pasarán generaciones, pero tengo la convicción de que sin esos sacrificios jamás sería posible que se avance. Cuando se logre justicia social, no tengo ninguna duda que parte de ese mérito va a ser de los Elías y los demás compañeros. Lo nombro a Elías pero esta reflexión es extensible a todos los compañeros que cayeron en Vesubio y a todo el resto de los camaradas que cayeron a lo largo y a lo ancho del país, que enfrentaron y sufrieron una represión que jamás se había experimentado en nuestra sociedad. Pero nuestra sociedad sin lugar a dudas le va a deber a estos compañeros un reconocimiento. De todas maneras no fue el reconocimiento lo que los movilizó. Ellos venían empujando por una sociedad mejor sin esperar reconocimiento; vaya aunque sea el mío de manera anticipada.”
(Guillermo Lorusso, de una entrevista publicada en no transar el 16/08/18)
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