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El pacto social que propone Alberto Fernández descansa sobre la voluntad de colaboración de la dirigencia sindical. La burocracia de la CGT ya dio muestras en esa dirección, haciendo caso al pedido de abandonar la calle, del cual hizo línea propia luego del bochornoso aumento del salario mínimo. No fueron los únicos. El moyanismo, la Corriente Federal del bancario Palazzo y la CTA de Yasky rumbearon en la misma dirección. En este marco, el futuro presidente trabaja para una unificación del sindicalismo que garantice obsecuencia y contención de las luchas por venir.
Al final del mes pasado se reunieron en UPCN la conducción cegetista encabezada por Daer, junto al moyanismo y la Corriente Federal. La cita contó con representantes de varios gremios de los distintos espacios. Avanzaron en lo que, según los protagonistas, fue un pedido de Alberto Fernández y Sergio Massa respecto de la necesidad de unificar a la CGT de cara al pacto social que va a proponer el próximo gobierno. Tras la reunión, Pablo Moyano fue claro en sus declaraciones: según el camionero, “va a ser necesaria una CGT fuerte que apoye al gobierno”.
Luego de la reunión, junto al optimismo también hubo cautela. Es que más allá de la voluntad política del candidato peronista, el camino de la unidad está lleno de rispideces. Una de ellas es quién encabezaría la futura central reunificada. Así, mientras para Palazzo “El próximo conductor de la CGT debería ser alguien que haya confrontado a Macri”, Barrionuevo afirmó que “No admitimos bajo ningún punto de vista el dedo de ningún candidato a presidente que venga a decirnos a nosotros quién va a conducir la CGT”. Probablemente, más allá de la voluntad de colaboración, nadie quiera resignar su capacidad de juego propio, visto que el futuro inmediato no va a traer grandes mejoras para los trabajadores.
Algunos días después sesionó el congreso de la CTA de los Trabajadores, encabezado por un exultante Yasky que no vaciló en calificar como una “nueva etapa histórica” la que se abriría con la unificación de la CTA y la CGT. El propio Alberto Fernández estuvo en el congreso de la central, y para no ahorrar pompa, comparó la propuesta de unidad de las dos centrales con la unidad electoral del peronismo, y en ese marco, a Yasky con Cristina. En el congreso se votaron algunas resoluciones destacables referidas a la solidaridad internacional con Venezuela y con Palestina; pero el centro de la jornada fueron tres ejes: además de la unificación, el apoyo a la candidatura de FF y la “refundación del pacto social en Argentina”, moción que nos exime de analizar qué orientación pretende Yasky para el movimiento obrero organizado. Así, el dirigente que fue artífice de la partición de la CTA al principio de la década, tira por la borda todas las consideraciones sobre los modelos sindicales burocráticos -tal el planteo que le dio nacimiento a la central en los ’90- para unificarse en un proyecto que pretende poner al sindicalismo como garante de la paz social.
Más allá de este entusiasmo desbordante, la posible unidad de las dos centrales ya cuenta con impugnaciones. Así lo hicieron saber los asistentes al almuerzo realizado en el club Ciudad de Buenos Aires, donde estuvieron presentes la conducción cegetista y la primera plana de los gordos, los independientes y el barrionuevismo. Los convocados no ahorraron palabras fuertes para con sus pares ceteístas, a quienes acusaron de “alcahuetes”, “vendehumo”, y de “acercarse al futuro presidente por prebendas”. Más allá de la pirotecnia verbal, un concepto quedó claro: para este sector, una condición para empezar a hablar de unidad es partir de la disolución lisa y llana de la CTA.
La CTA Autónoma tomó distancia del torrente unificador. Peidró resaltó que no está en vista formar parte de estos debates, y que en todo caso buscarán la unidad en la acción. Se puede leer que esta central no quiere aparecer pegada al sindicalismo colaborador, reservándose margen de juego propio frente al próximo gobierno. Conducta auspiciosa de una central que no termina de jugar un rol claro, en la medida en que dejó pasar todas estas semanas sin iniciativa para hacerle frente al ataque en curso contra los trabajadores.
La dirección combativa, un lugar vacante
El sindicalismo de izquierda se dio cita a partir del encuentro convocado por el Sutna y acompañado por el Encuentro Sindical Combativo. Se trató de una importante iniciativa, ya que avanzaba hacia ocupar el lugar vacante de una dirección que facilite y oriente la intervención de los trabajadores en este momento de crisis y vacío de poder, frente a un gobierno en retirada que sigue lastimando, un gobierno electo de hecho que convalida este ataque, y la inacción de la burocracia.
Pero el intento naufragó rápidamente. La vocación de amplitud que se insinuó en la convocatoria se vio desmentida en los hechos: el plenario sirvió para organizar un acto acotado al perfil político de las principales fuerzas que lo integran -los partidos del FITU- y su consecuente salida pensando en la acumulación electoral. La unidad entre ocupados y desocupados, correctamente planteada en la convocatoria, solo sirvió para darle cierto cuerpo a una Plaza de Mayo que volvió a evidenciar una muy flaca movilización sindical. Sin perspectiva de continuidad, se trató de una oportunidad desperdiciada. Desde otros espacios que vienen impulsando intentos de organización, como las coordinadoras de zona Norte y zona Sur del GBA, abundaron las críticas de aparatismo, oportunismo electoralista y distanciamiento de la base que protagoniza experiencias de lucha. Si bien se trata de ideas que podemos compartir, también es justo señalar que las mismas no redundaron en una propuesta que apuntara a superar.
Se completa así el período entre las paso y las generales, en donde más allá de las peleas puntuales, no hubo propuestas para que el movimiento obrero irrumpiera en la crisis encabezando la lucha por imponer el programa de los de abajo.
Esa fue la orientación con la que nuestro partido intervino en el movimiento sindical, participando de las instancias de coordinación y organizando a los trabajadores a través de la Corriente Sindical Jorge Weisz. Queda por delante insistir con la intervención de los trabajadores en la crisis, visto que el período hacia traspaso presidencial promete ser duro; promover las luchas orientándolas hacia confluencias mayores, jerarquizando la intervención en los espacios que están en pie; enfrentar desde el vamos cualquier intento de conciliación con los grandes empresarios por vía de pactos sociales. Realizando un esfuerzo por traducir estas intervenciones y estos balances en saldos organizativos, para entrar con mayor solidez a la etapa que se viene, con una corriente sindical más afianzada en experiencias de vanguardia con vocación de pelear por la dirección del conjunto.
Agustín Damasso
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