Más que votos fue castigo: su interpretación

Viernes, 16. Agosto 2019

Los resultados de las Paso aceleraron la crisis oficial. La profunda disconformidad popular se canalizó holgadamente detrás de la fórmula Fernández-Fernández. La diferencia con el macrismo, tras la fuerte polarización establecida, superó los 15 puntos para sorpresa de la misma oposición, y torna irreversible cualquier aspiración de continuidad. Al impulso también de los votos en provincia de Buenos Aires, que incluye el 38% del padrón nacional, Kicillof obtuvo el 49% sobre el 32% de Vidal, signando las chances de la gobernadora que hasta el momento aparecía como la candidata con mayores perspectivas. La derrota en primera vuelta que sufriría el gobierno en octubre quedó prácticamente consagrada. El macrismo logró preservar Córdoba y Capital, con importante disminución de votos respecto a las anteriores, pero perdió en otras grandes ciudades como Mendoza, Rosario o La Plata. Lo cual da cuenta del abandono por parte de sectores medios que tomaron distancia y junto a otras franjas sumaron al castigo mayoritario del oficialismo.

La presunción de esta derrota venía explicitándose desde diciembre de 2017, cuando la bronca popular contra la ley previsional en su expresión más alta, se volcó luego en múltiples y masivas movilizaciones con paros incluidos, contra despidos, tarifazos y bajos salarios, que poco después el pacto con el FMI terminó por exacerbar. También se expresó ante cada elección a gobernador realizadas en el curso del año en la mayoría de las provincias que habían decidido despegarse de la puja nacional. La confusión introducida por las encuestadoras que estimaron al viernes previo a las elecciones un empate técnico, tuvo además un claro sentido especulador que se derrumbó inmediatamente se conocieron los cómputos. Quienes compraron ese día acciones y bonos argentinos pagando un 10% por encima del común, cuando en otros países se desplomaban, fueron parte de una verdadera estafa. Aportaron también al castigo y aislamiento del macrismo otras propuestas que se diferenciaron del Frente de Todos,  pero que igualmente fueron parte del rechazo con otros fundamentos, como los votos del Fit (700 mil) y los votos en blanco y anulados (1 millón).

La contundencia en la diferencia de votos, aún en lugares considerados inhóspitos como Jujuy o Corrientes, incrementó la incertidumbre de tal forma que al día siguiente se expresó en el abrupto golpe del mercado. Se puso en evidencia que los tiempos institucionales, sea octubre en primera instancia o diciembre en última, resultan demasiado extensos frente a la emergencia. El tema de la gobernabilidad se presentó con toda crudeza, y en ese marco el capital financiero aceleró el ajuste cambiario.

La situación económico social fue determinante en el rechazo. Cierto es, que desde el punto de vista ideológico, en ambos extremos de la polarización residían núcleos duros, pero fueron el derrumbe de la economía, la caída de los ingresos en paralelo con la suba de precios, las dificultades materiales para sobrevivir, aumento de la pobreza y la desocupación, los factores determinante en la pérdida de votos del oficialismo. Son ya quince meses con la economía en retroceso. Tres de los cuatro años de gestión con saldos negativos. Seis meses últimos con caída del consumo del 8%, de la industria del 6,9%, del comercio minorista del 30%, con algunos casos básicos como el pronunciado descenso en el consumo de leche y carne. Según el Ministerio de Trabajo, entre mayo 2018 y mayo 2019 se perdieron 217.000 puestos de trabajo en blanco, de los cuales más del 60% provienen de la industria, el comercio y la construcción. En el mismo período la agricultura con cosecha record solo aportó 8.900 puestos nuevos. Todo un mensaje para quienes pretendían desde la primarización de la economía transformarse en góndola del mundo, sin detallar cómo generar empleo genuino para resolver el desempleo creciente.Todo un mensaje también para la conducción del Frente de Todos, que prolonga esta agonía y hace demasiados esfuerzos por complacer al mercado financiero y los funcionarios del FMI en lugar de atender la emergencia popular.

Se tienen que ir ya

El ingeniero recibió el punto final a sus aspiraciones  reeleccionistas. Quedó obturado, por el momento, el avance más descarnado con las reformas estructurales que el capital monopólico requiere aquí y en la región. Así como en 2015 recibió votos peronistas desencantados con Cristina, en esta oportunidad los vuelve a perder y, como un reciclado dentro de la crisis política que el régimen democrático no puede superar, es el propio peronismo kirchnerista quien los recupera, sin haber hecho mayores méritos en quebrar antes esta política, ni haber profundizado en medidas antimonopólicas.

La incertidumbre quedó instalada, pero en el horizonte se abrió un descontrol cuyas consecuencias van directamente sobre el pueblo y sobre los intereses del país. El nivel de remarcación en los precios supera el 35%. No habrá dólar estable ni descenso del riesgo país, visto que los tiempos institucionales quedaron lejos ante la agudización de todas las variables. Nada es casual en la retirada de los capitales golondrina luego de las enormes ganancias efectuadas. El hijo pródigo dejó de ser creíble y aquellos dólares que ingresaron con viento a favor emprenden la retirada dejando tras sí una impagable deuda externa, intereses leoninos pendientes, y las consecuencias de una devaluación al borde de transformarse en hiperinflación. En esta escalada el peso se devaluó 40%, el riesgo país se hizo inalcanzable, los activos se desplomaron 45%, las tasas vigentes se elevaron al 73%, las Leliq superan ya 1,2 billones e insumían, al mes de julio, más de $3.000 millones de intereses por día, equivalentes a U$S 2.000 millones por mes. Los riesgos políticos en este “proceso de transición” empujan en el sentido del derrumbe del macrismo.

En este marco, el presidente dispuso el miércoles 14 algunas medidas que no resuelven nada. Tibias compensaciones en el impuesto a las ganancias, bonos a empleados públicos, facilidades para monotributistas y pymes, al momento que nuevas subas del dólar y la inflación sin techo volatilizaban sus efectos. El rechazo de las petroleras al congelamiento de tarifas anunciado puso en ridículo la autoridad del primer mandatario. Los “amigos” ya no son tanto, menos cuando se trata de postergar ganancias. Ahora es tarde para todo. Wall Street también le soltó la mano y el plano inclinado ya no es un problema solo del macrismo, incluye también a la oposición. Es una crisis política, económica y social del régimen en descomposición, que el mismo capital monopólico pretende aprovechar. El diálogo telefónico entablado con Alberto Fernández, más allá de los entretelones, apuntó a sostener la gobernabilidad para alejar el fantasma del 2001. Hubo conformidad en la devaluación encarada, en que no se gasten las reservas y en el compromiso para respetar el término de mandato. Cualquier intento de acudir a un nuevo refuerzo del FMI, para evitar la hiperinflación, deberá contar con la venia de la oposición aunque después sea negado.

Confluencia popular en calles y plazas

Las urnas ya hablaron. Pero el daño en la vida de los trabajadores continua profundizándose, y el veredicto lejos de ser instrumentado como un atenuante del reclamo popular, debe ser por el contrario, un estímulo y a su vez desencadenante de reclamos mayores para cortar de cuajo con el ajuste, la estafa y el empobrecimiento general que se pretende prolongar hasta diciembre. Los trabajadores, con paritarias o no, deben arremeter para recuperar lo que la inflación se llevó. Los desocupados y jóvenes en los barrios ya lo vienen haciendo. Los vecinos con la luz cortada, sin gas y con escasez de alimentos que arranquen con sus cacerolas. Lo cierto es que cuanto más se protagonice con la intervención callejera, mejores condiciones habrá para enfrentar lo que venga. La complacencia con estas políticas traerá mayores dolores. La CGT, las CTA, el F21, que conforman el Frente de Todos, miran para otro lado en momentos que mayores estragos produce el ajuste. Semana a semana las condiciones de vida se agravarán pese a que la voluntad popular ya se expresó.

No se trata solo de ganar elecciones para volver, por otra parte, a políticas que también fracasaron. Se trata de afirmar la movilización popular y avanzar para que se produzcan cambios estructurales que rompan con la matriz productiva de los monopolios, para que pueda haber bienestar popular y desaparezca la pobreza, conjuntamente al desmantelamiento ideológico y material del aparato represivo.

En tal sentido, nuestra línea de que FUERA MACRI YA sea una realidad, y se imponga en su reemplazo un Gobierno Provisional que exprese la voluntad popular, para que se dispongan medidas de emergencia que a la par de satisfacer demandas básicas actúen también como revitalizadoras del mercado interno:

-Congelamiento de precios y tarifas al valor del mes anterior.


-Emergencia alimentaria, sanitaria y ocupacional.


-Aumentos a jubilados y planes sociales con gratuidad de medicamentos.


-Ningún pago de deuda ni salida de divisas al exterior.

Al servicio de tales puntos promocionamos la confluencia en las calles y en las plazas desde todos los sectores, para quebrar definitivamente esta política de ajuste y acuerdo con el FMI. En la misma dirección, avanzar en medidas de fondo sobre la base del programa de cuatro puntos: no pago de la deuda externa, nacionalización de la banca, del comercio exterior y de los recursos estratégicos.

Andrés Zamponi

Publicado en: 
Viernes, Agosto 16, 2019 - 15:45

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