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Miseria e intolerancia: el destino de los migrantes
La imagen de un padre y su hija que perdieron su vida cruzando la frontera de Estados Unidos, al igual que la detención ilegal de una capitana alemana que auxiliaba náufragos en el Mediterráneo, ponen de manifiesto el recrudecimiento de las políticas migratorias con las que se enfrentan quienes se ven forzados a abandonar sus países.
Para miles de personas, intentar trasladarse a otro país u otras regiones geográficas, es la única manera de lograr mejores oportunidades económicas o un futuro más seguro. Si bien este es el principal factor por el cual las personas deciden migrar, también escapan de conflictos o crisis abiertas en sus países, sometidos a una migración forzada. El informe más reciente de Naciones Unidas para 2017 refleja que el número de migrantes alcanzó la cifra de 258 millones. En esta cifra hay 68 millones de personas desplazadas por la fuerza, entre los que se incluyen 25 millones de refugiados, 3 millones de solicitantes de asilo y más de 40 millones de desplazados internos. En este enorme flujo migratorio, se encuentran los focos más emblemáticos, como el de la población africana y de Latinoamérica a quienes la desesperada escapatoria de la miseria los puede llevar hasta incluso la muerte.
En esta situación se encuentran miles de africanos, provenientes de países en conflictos como Sudán, República del Congo y Somalia, entre otros que deciden atravesar en pequeñas embarcaciones el mar Mediterráneo como camino de salida para llegar al denominado “primer mundo”. Muchos de ellos arriesgan su vida lanzándose al mar para no ser atrapados por los guardacostas de Libia; otros son detenidos en centros clandestinos quedando encerrados en situaciones deplorables, de tortura, desnutrición y hasta siendo bombardeados. La promotora de estas aberraciones es la misma Unión Europea, ya que es quien presta el apoyo a los guardacostas libios para frenar la llegada de migrantes a las costas de Italia, que fomentados por el acuerdo entre Roma y Trípoli en 2017, entrenan y equipan a los guardacostas libios para así disminuir la llegada de inmi
grantes. Por otro lado, la capitana
alemana Carola Rackete fue detenida en las costas italianas acusada de cometer delitos por rescatar a migrantes que huían de la barbarie en Libia.
La política anti migratoria de la UE se fue recrudeciendo a partir de los flujos de 2015, con las grandes masas de refugiados que llegaban desde Siria luego de los devastadores y sistemáticos bombardeos producto de la guerra civil.
Del otro lado del charco con mensajes al estilo de “no son bienvenidos”, el gobierno de Trump ha probado una serie de estrategias como las de llevar a juicio a todos los que crucen la frontera ilegalmente, quitarles a sus hijos, volver más estrictos los estándares de asilo, desacelerar el número de personas por día que tienen permitido solicitar asilo y obligar a los solicitantes a quedarse en México mientras esperan sus fechas en la corte. A este panorama se expone la población que “decide” cruzar la frontera mexicana y su expulsivo muro en busca de otra oportunidad en EEUU. Muchos de ellos provenientes de Centroamérica, quedan retenidos en la frontera a la espera de su paso, atravesando malos tratos y probables deportaciones; otros deciden lanzarse al correntoso caudal del Río Bravo con la esperanza de llegar nadando, como es el caso del padre y su hija salvadoreños, que fueron absorbidos por la corriente y murieron ahogados. Una imagen que estremeció al mundo y que mostró una vez más la cara más horrenda del salvajismo imperialista, que aumenta sus ganancias a costa de sumir en la miseria a miles de personas, y que se profundiza cada vez más en este contexto de crisis financiera internacional, en donde las disputas interimperialistas por el control de los mercados y de los recursos estratégicos van en aumento y deterioran cada vez más la vida de los pueblos.
Son varios los países que, con procesos distintos, han sufrido una larga data de colonización y dependencia ejecutada por las potencias dominantes, que han eyectado gobiernos para seguir obteniendo sus recursos naturales, generando crisis internas y guerras civiles. En caso similar sucede en países como El Salvador, Honduras, Haití, entre otros, que han sufrido periodos dictatoriales en las últimas décadas, aunque con elementos importantes a destacar como los grandes levantamientos populares que se han desarrollado.
Y en ese sentido es que decimos, que un sistema que solo propicia la miseria, la desidia, el desprecio por el migrante pobre, la intimidación y criminalización de quienes defienden los derechos de migrantes, es un sistema que debe ser derrotado con la rebelión de los de abajo.
Janis García
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