UBA: la estafa es electoral

Graves denuncias

El economista y docente Alejandro Bercovich publicó recientemente en C5N su investigación acerca de la relación entre funcionarios de la UBA, empresas fantasma, malversación de fondos y campañas electorales.
Allí queda demostrado cómo los principales dirigentes de la universidad montaron un complejo entramado de empresas falsas, similar a los observados en el lavado de dinero, para realizar negocios privados con fondos públicos.
Por un lado, desde 2014 se investiga el desvío de subsidios del Ministerio de Industria hacia empresas cuyos socios y directivos son funcionarios de la UBA, como Gastón Ricardo (ex Director de Pasantías de Cs. Económicas), Diego Pellegrini (cuñado del anterior), Emiliano Yacobitti (Secretario de Hacienda) y Jose Luis Giusti (ex Decano de Cs. Económicas).
La novedad, sin embargo, fue el descubrimiento de otra serie de empresas con los mismos dueños (Medipack SA, Grupo Salud, Meycampcord, etc.), que operan como proveedoras de insumos a los hospitales universitarios, como el Clínicas y el Roffo.
Los hospitales universitarios no tienen insumos, están deteriorados, faltos de mantenimiento y limpieza, porque estas empresas venden a la UBA productos y servicios con un sobreprecio de hasta 10 veces su valor de mercado, retienen mercadería y realizan maniobras de todo tipo para obtener enormes ganancias, siempre a costa del presupuesto público. El esquema de estafas cuenta con el visto bueno de funcionarios como Carlos Rojo (Facultad de Medicina) y Alberto Barbieri (Rector de la UBA).
Todos los involucrados forman parte de la organización que dirige el Rectorado y varias Facultades, conocida como Nuevo Espacio (ligada a la UCR y la candidatura de Martín Louteau), que amenazó de muerte a Bercovich por su investigación.

¿Qué hay de fondo?

El objetivo inmediato del esquema corrupto y mafioso de la UBA es el enriquecimiento personal de los involucrados. Todos ellos poseen propiedades millonarias en Argentina y el exterior e inversiones en múltiples negocios.
El flujo de dinero -o mejor dicho, la posibilidad de robarlo- es el aglutinante que une a los funcionarios de los más diversos colores políticos: ahí está el origen del “pacto” tácito para repartirse el gobierno de la UBA entre el PJ, la UCR y el PRO.
El actual Rectorado liderado por Alberto Barbieri (PJ) es sostenido por el kirchnerismo: Capitanich y De Vido siempre le prestaron su apoyo. A su vez, la mayoría de los funcionarios universitarios son radicales, como Emiliano Yacobitti (Secretario de Hacienda y presidente de la UCR-Capital) y Maria Catalina Nosiglia (Secretaria de Asuntos Académicos), ambos ligados al famoso operador Enrique “Coti” Nosiglia. Finalmente, el PRO tiene sus narices metidas a través del ex Decano de Cs. Económicas, José Luis Giusti, quien se alejó del cargo, entre otras razones, dada la rivalidad porteña entre el PRO y la UCR por las elecciones porteñas.
Un objetivo inmediato de los fondos malversados es el sostenimiento de la candidatura de Lousteau como Jefe de Gobierno. Un candidato sin partido y con poca imagen es elevado al segundo lugar por un aceitado aparato político y una campaña millonaria.
El financiamiento de los candidatos del ajuste se hace con fondos robados a la salud y la educación públicas, lo cual muestra cómo la descomposición del régimen político y electoral destruye a la universidad y vulnera los derechos de millones de personas. O a la inversa, la corrupción, las mafias y el desfalco universitarios realizados por el PJ, la UCR y el PRO tienen un objetivo fundamentalmente político: sostener un régimen descompuesto, antipopular y falsamente democrático.

David Paz