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El 24 de febrero se realizó el segundo encuentro de regionales de la CGT. La organización estuvo a cargo de la Corriente Político Sindical Entrerriana. Se dieron cita regionales de distintos puntos del país, como Paraná, San Lorenzo, Río Cuarto, Bell Ville, Córdoba, Villa María, Capital Federal, Reconquista y de varias localidades del conurbano bonaerense. Además estuvieron representados distintos gremios como la Unión Obrera Molinera, la Federación Gráfica Bonaerense, Educadores de Córdoba (UEPC), La Bancaria y la UATRE, entre varios más.
La fecha seleccionada para el encuentro fue el día del 76 aniversario del primer triunfo presidencial de Perón en 1946. En ese sentido, se desarrolló un debate que tuvo como eje central el rumbo económico del país -en especial el endeudamiento con el FMI- contraponiendo el estado de cosas actual con el del primer peronismo.
Cabe señalar que este encuentro no se pronunció los temas de preocupación inmediatos del movimiento obrero, relativos a la pérdida del salario y al avance de la precarización laboral, siendo incluso algunos de sus partícipes protagonistas de acuerdos paritarios desfavorables para los trabajadores. Dicho esto, es para el análisis la conducta de este arco gremial que, dentro del peronismo, toma distancia del gobierno nacional en general y de la conducción de la CGT en particular, cuya cúpula representa lo más recalcitrante de la política pro patronal. En este sentido, vale la pena prestar atención a las resoluciones de este encuentro. Los siguientes fragmentos son textuales de la declaración aprobada:
– Que la deuda externa contraída de manera ilegítima con el FMI por el gobierno de Macri con el único objetivo de acentuar la dependencia nacional y precarizar las condiciones de vida del pueblo, la paguen sus mentores y cómplices, que se beneficiaron especulando y fugando capitales.
– Que el Estado Nacional, con el respaldo incondicional de las trabajadoras y trabajadores organizados adopte con firmeza todas las medidas que sean necesarias para poner límite a la acción monopólica y oligopólica de quienes solo piensan en sus negocios, a través de la exportación ilimitada de materia prima o explotando su posición dominante en el mercado interno, para formar precios que alimentan la inflación de manera imparable, pulverizando los ingresos de las familias argentinas y condenando a la pobreza a millones de compatriotas.
– Que el Estado recupere el control absoluto del comercio exterior, hoy manejado por multinacionales que usufructúan las inmensas riquezas de nuestro territorio, lo que demanda la reapropiación de manera efectiva del Río Paraná y de los puertos costeros, reconstrucción de la marina mercante y puesta en marcha de todos los mecanismos necesarios para direccionar el fruto de esa riqueza hacia el desarrollo científico y tecnológico que nos permita recuperar nuestra posición de país industrial capaz de generar millones de puestos de trabajo.
– Que el sistema financiero vuelva a ser un servicio público y no especulativo, con créditos orientados a la producción; que el Estado nacional, a través de los organismos oficiales pertinentes combata con decisión patriótica las maniobras de evasión, elusión impositiva y fuga hacia los paraísos fiscales que practican mediante perversos mecanismos los grandes grupos económicos, lo que impide el desarrollo nacional y una justa redistribución de la riqueza.
Dependencia y crisis: en busca de ampliar el antiimperialismo
El golpe de estado de 1976 dio inicio al proceso de deguasamiento del estado nacional. Con la década menemista la perdida de la soberanía y la entrega de los recursos nacionales tuvo su punto cúlmine. Se profundizó la concentración y extranjerización de la economía y se estableció un modelo basado en la producción primaria que continúa hasta la actualidad.
Si bien pasaron gobiernos de distinto signo político, ninguno tuvo como objetivo modificar la estructura económica monopólica y dependiente de nuestro país. Claro está que existen diferencias entre los proyectos que han dirigido el estado nacional; así por ejemplo, el gobierno kirchnerista se apartó parcialmente de las políticas establecidas por el menemismo, las cuales tuvieron su continuidad con De la Rúa, y encarnó al sector más renegociador de la gran burguesía local en el poder. Inspirados en una concepción del mundo multipolar, tomaron cierta distancia de los yankis y tejieron lazos con el imperialismo chino. De características distintas fue el gobierno de Macri que se alineó política e ideológicamente a los EEUU, aunque ello no significó que cerrara la puerta a la potencia asiática. El gobierno de los ceos fue uno de los más entreguista y vendepatria de la historia argentina, dejando un país hundido en la miseria y endeudado.
Ante tal calamidad, la conformación del Frente de Todos sembró expectativas en un amplio sector de la población que vio con buenos ojos un armado político que prometía ponerle fin a la entrega macrista. Luego de dos años mucha agua ha pasado debajo del puente y, a pesar de los esfuerzos de una parte importante de los medios de comunicación por revestir de un semblante popular al gobierno actual, el retroceso en la estatización de Vicentin, el decreto presidencial 949/20 que habilita la convocatoria a la licitación internacional para la re entrega de la vía navegable del Paraná, y la claudicación ante el FMI, son muestras de la lejanía en los hechos con las promesas proselitistas de cambio.
El comercio exterior continúa en manos de un puñado de multinacionales y algunos monopolios locales, los recursos naturales son explotados en su mayoría por empresas extranjeras, hay un alto nivel de extranjerización de la banca y asumir el pago de la deuda es consagrar el mecanismo de dominación financiera del imperialismo yanki fundamentalmente.
Desde el momento de la conformación del FdT, nuestro partido advirtió que dicho rejunte no iba a transitar un camino de recuperación de las banderas de la justicia social y la independencia económica. Por dicha razón era oportuno acompañar al pueblo en el proceso de desencantamiento, generar una táctica de alianza con los posibles sectores patrióticos que vayan emergiendo y al mismo tiempo propiciar la unidad de los sectores combativos en la pelea por las demandas populares insatisfechas.
Hoy, la crisis cala hondo y produce movimientos y reacomodamientos en las corrientes políticas. La renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque de diputados manifestando diferencias con el acuerdo de Alberto con el FMI, los votos en contra y las abstenciones en Diputados el 10/3, o el surgimiento de expresiones como la de Soberanxs, son expresión de un frente que en los hechos está fracturado, pero que por distintos motivos -defensismo en algunos casos, especulaciones y oportunismo en otros- sigue formalmente en pie. En este marco, es auspicoso que la declaración del encuentro sindical de Concepción del Uruguay retome algunos ejes centrales de liberación y antiimperialismo. Las medidas económicas propuestas son atinadas y las compartimos en su mayoría, ya que están en sintonía con los cuatro puntos que nuestro partido define como centrales para esta coyuntura: suspender el pago al FMI, nacionalizar la banca, el comercio exterior y los recursos naturales y estratégicos.
Así, producto del desarrollo de la crisis, se va ampliando objetivamente el espectro antiimperialista y antimonopólico, lo cual, por supuesto, no quiere decir que ello tenga una traducción política inmediata: eso solo puede ser fruto del debate y la intervención de los revolucionarios. En ese camino, una reflexión importante a debatir, es que no basta con ganar elecciones, que el posibilismo ideológico y político conduce a que la matriz dependiente y monopólica no se modifique, a que el poder real, el de los monopolios y multinacionales, continúe intacto y que por ello mimo la salida es necesariamente profunda y revolucionaria.
Sabrina Fara
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