Datos alarmantes en el primer trimestre del año
Según los datos proporcionados por las organizaciones sociales que llevan años visibilizando las estadísticas de femicidios... Ver más
Cada 13 de diciembre se celebra el Día Nacional del Petróleo, en conmemoración del descubrimiento en 1907 de dicho líquido en nuestro país.
La fecha invita a revisitar un hito que no sólo inauguró una actividad económica, una industria, sino que redefinió la relación del país con su propio territorio. El descubrimiento del yacimiento de Comodoro Rivadavia marcó un antes y un después porque reveló, con contundencia, que el subsuelo argentino podía y debía ser un asunto de interés público, soberanía y planificación.
Lo significativo de aquel hallazgo fue que no respondió a apuestas privadas ni a búsquedas especulativas: resultó fruto de la investigación científica organizada por el Estado. La entonces División de Minas, Geología e Hidrología -dirigida por el ingeniero Enrique Hermitte- impulsó estudios sistemáticos del subsuelo con un objetivo claro: explorar los recursos estratégicos de la Nación. Cuando el Pozo nº 2 arrojó petróleo, el 13 de diciembre de 1907, la sorpresa técnica convivió con una certeza política: la riqueza del subsuelo requería conducción pública, visión de largo plazo y una estructura capaz de integrar ciencia, administración y desarrollo. A principios del siglo XX el Estado aún era liberal, pero su dirigencia se convenció en principio de mantener la iniciativa sobre un recurso que ya marcaba la agenda política y financiera de los años por venir.
Años después, durante el gobierno radical, este descubrimiento daría origen y fundamento a una política inédita de control estatal sobre los hidrocarburos, profundizada años más tarde con la creación de YPF en 1922 bajo la dirección del general Enrique Mosconi. Su proyecto de gestión no fue simplemente técnico-industrial, fue un proyecto de país: sostuvo que la energía no podía ser una mercancía más, sino un instrumento para asegurar independencia económica, cohesión territorial y capacidad de decisión frente a los intereses externos. Esa concepción -técnica, estratégica y profundamente nacional- colocó a la Argentina en una posición singular en América Latina. Estamos en las primeras décadas del siglo XX, cuando aún encontramos en nuestro país una variante nacionalista en las fuerzas armadas.
Hoy, más de un siglo después, el contraste con el presente habla con la elocuencia de un argumento devastador. El desarrollo de Vaca Muerta, uno de los reservorios no convencionales más vastos del mundo, reactivó la discusión sobre quién debe conducir, regular y beneficiarse de los recursos hidrocarburíferos. Mientras la expansión de consorcios privados y los procesos de privatización recuperan centralidad en el debate público, el antecedente de 1907 recuerda que los grandes saltos energéticos del país surgieron cuando la ciencia estatal, la gestión pública y una visión geopolítica convergieron.
Que un partido marxista - leninista conmemore la jornada del descubrimiento no obedece a la nostalgia ni la reivindicación absoluta de un Estado nacional cómplice en el largo historial de saqueos y negociados con este recurso tan estratégico para el desarrollo productivo de la región: es fuerza recordar el rol no-neutral en la Guerra del Chaco/Guerra del Petróleo de 1932-1935, donde la Standard Oil y la Shell pelearon a través de Bolivia y Paraguay por el control del recurso. Se trata de reconocer que, en un mundo donde la energía define alianzas, vulnerabilidades y prioridades, el control estratégico de los recursos no es un programa abstracto y va más allá del uso oportunista del populismo y el neoliberalismo: es una condición para la soberanía. El descubrimiento de Comodoro Rivadavia mostró que el Estado puede anticiparse, planificar y construir capacidades propias. En diciembre de 2025 la Argentina parece olvidar su historia y no estar dispuesta a sostener ese horizonte de acción en un escenario global cada vez más competitivo. No se negocia, se entrega.
A más de cien años del hallazgo, la lección se renueva. Como lo señalara a su modo Eduardo Galeano en Las Venas abiertas de América Latina, la riqueza del suelo no determina por sí mismo la prosperidad de un país, pero la forma en que lo explotan y a su gente sí que marca a fuego su historia, soberanía y miseria.
Ramón Sosa
Datos alarmantes en el primer trimestre del año
Según los datos proporcionados por las organizaciones sociales que llevan años visibilizando las estadísticas de femicidios... Ver más
El pasado 14 de marzo se produjo una convocatoria por parte de Unidxs por la Cultura y de ATE-INCAA en las puertas del cine Gaumont de la Ciudad de Buenos Aires. La convocatoria fue masiva, con... Ver más
El 9 de septiembre de 1976 fallecía el líder revolucionario chino Mao TseTung. El Partido Comunista Chino y el Ejército Popular de Liberación, conducidos por Mao, dirigieron la revolución... Ver más