Ningún pacto ni concertación

Miércoles, 16. Noviembre 2016
Ningún pacto ni concertación

Resulta claro para cualquier trabajador que sobran las razones para convocar a un paro nacional. Por mucho menos se ha ido al paro en otras situaciones. La mitad de los trabajadores (formales y en negro) no supera los $8.000 de sueldo, siguen los despidos, suspensiones y adelantos de vacaciones, la inflación supera con comodidad el 40%, mientras salarios y jubilaciones promedian subas del 31-32%. El PBI caerá este año por encima del 2,5% y el repunte económico tantas veces anunciado, los ‘brotes verdes’, no aparecen y sigue el baile de la timba financiera.

En este marco, claramente, el triunviro dirigente de la CGT decidió sentarse encima de la convocatoria al paro. Con los oídos más atentos a los reclamos de ‘gobernabilidad’ que a los de los trabajadores, se aferraron a la Mesa de Concertación y a un bono miserable e incierto para fin de año; abrazaron un salvavidas de plomo para cubrir su agachada.

El gobierno macrista y las grandes patronales, alejada la perspectiva de un paro nacional y sus consecuencias, aceleraron la marcha para introducir cláusulas de ‘productividad’ y flexibilidad testigos -en acuerdo con la dirigencia sindical-, modificar el régimen de ART, precarizando aún más la seguridad laboral, abaratando las indemnizaciones por accidente y, por si fuera poco, promover el desguace de la justicia laboral aumentando la desprotección del trabajador.

Sin embargo, aún con el bloqueo al paro por la cúpula cegetista, el abajo se mueve. Los caminos son variados: paros sectoriales en defensa del salario y contra los despidos, delegados y cuerpos de delegados combativos ratificados por sus bases, seccionales y sindicatos recuperados que se afirman y alientan nuevos intentos.

Hasta aquí la herramienta de la unidad de acción de todos los sectores se mostró como necesaria pero ya resulta insuficiente.

El cambio de actitud de la CGT no depende de los trabajadores directamente, está atado a las disputas políticas por arriba y a su desenlace en un año electoral como el 2017. Aunque la conducta cegetista no es el único obstáculo a desmontar. 

Ambas CTA promovieron, primero el 2/9 y luego el 4/11, sendas movilizaciones. De una a otra, la convocatoria disminuyó y expuso, centralmente, su subordinación a la recuperación política del ala kirchnerista, a su papel en el peronismo y en particular con miras a las próximas elecciones. Se manifestaron discursivamente contra le negativa de la CGT a convocar al paro pero ratificaron su conducta práctica seguidista, plegándose a la pasividad negociadora. 

En el mismo sentido transita el bloque CTEP-CCC-Barrios de Pie, estimulados por la bendición papal, promueven llevar el reclamo por una ley de emergencia social al mismo parlamento que intentó elevar sus salarios un 47% mientras votó el saqueo a los jubilados y lubrica con sus leyes el camino del ajuste contra los trabajadores.

Mientras una parte de la izquierda se debate entre la “delimitación política del PO, rayana en el sectarismo y en clave electoralera, al reclamo del MST por un plenario del clasismo sindical a la vuelta de un largo recorrido en la ‘policlasista’ CTA encabezada por Micheli.

En una Argentina donde uno de cada tres trabajadores gana, según el Indec, menos de $5.300 y donde el 33,4% de los ocupados lo hace en negro (es decir, sin aportes jubilatorios y sin seguridad social), la recomposición y unidad del combativismo sindical y los que luchan como avanzada de los trabajadores aún debe recorrer un camino para cristalizarse. Convocamos a los luchadores en general a que, más temprano que tarde, echemos mano a la tarea.

Ricardo Jufré

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Miércoles, Noviembre 16, 2016 - 19:00

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